San Petersburgo es una ciudad monumental; la que más de todas las que he visitado y me figuro que una de las campeonas del mundo en este sentido. Su poderío es evidente. Y unas de las mayores culpables de ello son las iglesias y catedrales, muchas y muy variadas, que tiene la urbe.
Más que por lo que simbolizan o suponen (son de culto ortodoxo), los templos religiosos en la ciudad son llamativos por las distintas formas y colores que adoptan; cada cual, muy genuina. En el primer día en la ciudad veríamos cuatro de ellas: San Isaac, la iglesia de la Sangre Derramada, San Nicolás y la Catedral de la Trinidad, pero aún habría otras tres que nos harían soltar una gran exclamación.
Esta urbe se merece todos los adjetivos superlativos que se le vengan al viajero a la cabeza. Pero empecemos por partes, contando cómo llegamos al centro de la ciudad.
Llegada a San Petersburgo
Llegamos a San Petersburgo un día hacia las siete de la tarde. Aunque teníamos la preocupación de que los rusos en general no hablan inglés, llevábamos apuntado el número de autobús (K-3 o K-13) que nos llevaba a la parada de Metro Moskovskaya, medio de transporte que siempre es mucho más fácil de entender. El billete se paga en el propio autobús y aunque normalmente los rusos pueden ser muy desagradables, en este primer momento todo salió sobre ruedas. En el Metro, efectivamente, todo es más fácil, pero viene bien saber que los tickets son una especie de monedas que el viajero puede confundir con verdaderos rublos.
De ahí nos fuimos a nuestra parada de metro, muy céntrica: Mayakovskaya. Una vez que nos situamos, poco tardamos en llegar a la principal avenida de la urbe: Nevsky Prospekt. Esta calle es la central y hay muchísimo ambiente y locales apetecibles. Ya de noche y en un primer vistazo es espectacular: las luces brillan, los edificios son imponentes y su amplitud impresionante. La calle de nuestro hotel, Liteiny, estaba muy cerca y así llegamos pronto para al día siguiente estar descansadas.
Primer día en San Petersburgo
El plan para el primer día de turismo fue ver las principales iglesias de la urbe, recorriéndolas a pie. Todas ellas son impresionantes: tanto por el tamaño como por la originalidad.
Ese mismo día al desayunar nos encontramos con la primera sorpresa. El desayuno (dos cafés con leche, dos croissants y un zumo) nos costó 23 euros. Era una cadena que se ve por toda la ciudad y fue sin duda lo más caro que pagamos en todo el viaje. El resto de precios fueron muy inferiores y aprendimos la lección, aprovechando la cocina de nuestro alojamiento para desayunar allí.
Aunque a ciertos lugares algo más alejados se puede coger el metro, nosotras preferimos patear la ciudad para empaparnos de ella.
La primera de las iglesias está en la misma Nevsky Prospekt: la Catedral Nuestra Señora de Kazán, que rinde tributo a la tan venerada en el país Virgen de Kazán.
Este enorme centro religioso se erigió imitando a la Basílica de San Pedro de Roma y dado que no es una visita turística como tal, debe guardarse respeto si se decide entrar. Porque esta es de cara a la ciudad la principal catedral de culto ortodoxo, ya que allí está también la sede del Obispado de San Petersburgo. Aunque al principio parece que nadie te dice nada por hacer fotos, los guardas nos acabaron llamando la atención.
Por dentro no es especialmente bonita pero merece la pena entrar.
Nuestro siguiente objetivo fue la Catedral de San Isaac, una de las más grandes y conocidas de la urbe. Su cúpula dorada se distingue desde muchas zonas de la ciudad y por dentro es también espectacular. La entrada cuesta 250 rublos y subir a ver las vistas, otros 150. Merece también la pena esta última visita, pues comienzas a tomar contacto con las enormes distancias de esta urbe y puedes contemplar la gran cantidad de cúpulas de distintas formas y colores que se alzan en el horizonte.
Antes de comer, aún tuvimos tiempo de pasear en dirección al Hermitage y asombrarnos por primera vez con este hermoso museo y también palacio, situado en la también grandiosa plaza de Dvortsovaya. Seguimos caminando hacia el campo de Marte, donde están las tumbas de muchos de los caídos por la Guerra Civil rusa, y por el Palacio de Verano y su bonito jardín.
De ahí seguimos hasta avistar por primera vez la Iglesia de la Sangre Derramada, tan característica por su genuino arte ruso y su belleza; tan dulce; tan fotografiable. Por dentro es muy peculiar y colorida, así que también merece la pena. La visita cuesta 250 rublos.
Después hicimos un alto en el camino en el hotel (¡cuánto agradecimos que quedara en el centro!). Ya por la tarde, seguimos nuestro camino en busca de iglesias (son lo más destacable que hay en los barrios del centro, al margen del Hermitage), en esta ocasión en el barrio de Mariinski. En esta zona, nos encontramos también un mercadillo bastante peculiar, pues a una sola calle de la limpia y tranquila ciudad, se encontraba este rincón, sucio y donde había gente trapicheando en las esquinas. Aún así, disfrutamos al ver otra cara de la ciudad.
Conocimos otra de las catedrales de la ciudad, la de San Nicolás, que fue una de las que más me impresionó. Aunque no tenía nada especial, su color azul celeste y la limpieza y pureza que desprendía me dejó impresionada. No entramos porque estaba la gente saliendo de la Misa y no queríamos molestar.
Parecía relativamente pequeña. Ya caía el día, pero aún tuvimos tiempo para ir a la Catedral de la Trinidad. Solo la vimos por dentro, pues ya estaba cerrada, pero sus grandes cúpulas azules con estrellas nos llamaron mucho la atención.
Acabamos el día paseando de vuelta hacia el hotel, disfrutando de la noche en tan bella ciudad y haciéndonos fotos en los canales.
De vuelta cenamos en un restaurante italiano que creemos que se llamaba Nevsky, aunque no encuentro las referencias en Internet. Por diez euros comimos una pizza y tomamos ya una de las tan típicas cervezas negras de la ciudad. Lo hicimos en la terraza, tapadas por las mantas que el restaurante ofrece a sus clientes y disfrutando de una de las más bellas avenidas del mundo.
Más información: ¿Qué hacer en una semana en San Petersburgo?