Como señalamos en el capítulo del viaje anterior, San Petersburgo se caracteriza fundamentalmente por sus monumentos; sobre todo iglesias, museos y palacios. Pero no todo se queda ahí. La ciudad tampoco sería igual sin sus enormes distancias, sus canales y su peculiar configuración: Más allá del río Neva, el territorio está dividido en varias islas, que no lo parecen por su considerable envergadura. Estas dan al mar; exactamente, al Golfo de Finlandia.
Desde aquí se obtienen también las mejores vistas de la ciudad y cuando el viajero comienza a situarse, se rinde ante el hermoso conjunto que logran edificios (la arquitectura, a cada paso, tampoco tiene desperdicio), los monumentos y el enorme río.
Volvimos a tomarnos el día con tranquilidad e ir andando a todos los lugares; y no precisamente porque el transporte público fuera caro, pues el ticket metro solo costaba sesenta céntimos de euro. Solo con el tiempo (hoy lo he mirado en Google Maps), nos daríamos cuenta que ese día caminamos más de 10 kilómetros.
La segunda mañana en San Petersburgo comenzaría, como todos, cruzando la gran avenida Nevsky. En uno de sus extremos, donde está situado el Museo Hermitage, se puede tomar el puente Dvortosovi para llegar a la Isla Vasilevski, que sería nuestro objetivo para esta jornada. Después de contemplar las vistas desde el extremo de la isla y comprar unos souvenirs en un puesto callejero, tomamos la calle Universitetskaya, pegada al río y anduvimos hasta encontrarnos con el Templo de la Asunción, otra grata sorpresa.
Esta iglesia, además de impresionante por fuera, es muy bonita por dentro (parecida a la Iglesia de la Sangre Derramada pero con mosaicos de colores más sobrios) y dado que es lugar un de culto corriente, se puede disfrutar del ambiente auténtico del lugar y gente rezando. Yo como gesto de respeto me puse un pañuelo en la cabeza y aunque es cierto que no había nadie mirando, no tuvimos problemas a la hora de hacer fotos.
Intentamos entrar al Palacio Menshikov, pues no caímos en la cuenta de que era domingo, por lo que al final no entramos. Además, en la Isla Vasilevski se encuentran otros museos como el Museo de Antropología y Etnografía, el Museo Naval Central, el Museo de Geología y el Museo de Zoología; que por razones de interés y tiempo nosotras desechamos.
Quisimos adentrarnos más en la vida de este barrio, pero la verdad es que tenía poca, ya que la mayoría de edificios eran de la Universidad, museos u oficiales. Por eso, en cuanto tuvimos oportunidad nos metimos en un bar a tomarnos algo, a ver si dentro de este ambiente, vivíamos un poco más el calor de la gente. Fuimos al Bogemius, un local de cervezas de todo tipo en forma de cueva donde también daban comidas. Así conocimos otro de los grandes atractivos de San Petersburgo: prácticamente ningún establecimiento es corriente; todos tienen algo. Parece cómo si la frialdad que a veces muestra la urbe y sus ciudadanos se convirtiese en algo cálido cuando decides tomarte algo. Y encima les gusta la cerveza; tienen siempre de distintos tipos y marcas.
Deshicimos el camino para volver al hotel, pues habíamos llevado embutido para comer y teníamos también cocina en el alojamiento.
Por la tarde, con poco tiempo antes de que cayera la luz y si ningún plan especial, decidimos dejar la Lonely Planet a un lado y dejar también a un lado la avenida Nevsky, para seguir hacia el lado occidental de la ciudad. En este paseo conocimos esa ciudad que buscábamos por la mañana; la ciudad donde la gente se va de compras, donde están las tiendas del día a día; los mercados; centros comerciales y restaurantes.
De camino nos encontramos de nuevo con una catedral imponente, aunque mucho menos de las que habíamos visto los días anteriores. Para saber su nombre sí cogimos la guía; se trataba de la Catedral Vladimirsky. Además, aseguran que su interior es impresionante, pero nosotras llegamos tarde.
Seguimos paseando hasta que la oscuridad y por tiempo, decidimos volver y de camino parar a cenar. Después aún tuvimos fuerzas para tomarnos una cerveza en un bar inglés muy molón (Dickens Pub) que había cerca de nuestro hotel.
El día había sido de nuevo cansado y completo. Y lo que aún faltaba.
Más información: Primer día, iglesias en San Petersburgo.