Tengo la sensación últimamente de que la crítica está de moda. Solo hace falta echar un vistazo por las redes sociales –esas que nos sirven para saber como anda el mundo ahí fuera (o más bien ahí dentro, en el mundo virtual)- para contemplar como hay gente que critica casi todo, rozando casi siempre la generalización. Por eso, entré con mal pie ya en el artículo ‘Alegato en contra de tus vacaciones por Tailandia’, que se publicó recientemente la revista Yorokobu, pues pronto comencé a notar ese tufillo.
No obstante, no me gustan los prejuicios, así que entré en él y leí, intentando olvidar las ideas preconcebidas que albergo sobre este tipo de críticas. En resumen decía: el turismo se ha convertido en una actividad de masas, su único objetivo es el consumismo de experiencias y hacemos viajes sin pararnos a pensar en quiénes somos y donde venimos y nos vamos al culo del mundo lejos porque el exotismo queda mejor en las fotos.
Vayan por delante mis argumentos. Gracias a que los precios han bajado –el mundo moderno, oye-, se han democratizado los viajes y ahora podemos –y ¡bendito poder!- viajar lejos. Viajar donde nos dé la gana. Viajar como nos apetezca. Y sí, claro, hay gente con ganas de subir absolutamente todo lo que hace a las redes sociales, incluso otros que solo buscan poner morritos delante de los principales monumentos del mundo y también los hay que se mueven mucho para pensar poco. Como en la vida misma. Pero, vaya, ni que quedarse en las playas de Benalmádena cultivara en mayor medida nuestros más nobles instintos.
A consecuencia de estos argumentos, para quien escribe el mencionado artículo, se deben subir los precios de los billetes y solo dejar que los pudientes puedan hacerlo. ¡Como si tener dinero desarrollara tu capacidad de pensar y absorber aquello que te rodea!
No pondré ejemplos que demuestren lo contrario –demasiados hay-, sino que hablaré de lo que supone para muchos viajar. Una posibilidad lograda gracias a la mencionada democratización de los viajes. Y por ello digo: que BIENVENIDA SEA. Porque para muchos viajar es mucho más que bajarnos de un avión y buscar actividades que realizar y cuya foto subir más tarde a Instagram.
Para muchos viajar es intentar ver el país como lo haría un habitante –coger una moto en Indonesia y dedicarnos a algo tan simple como conducir pero que en esta parte de Asia se vuelve algo complicado para quién no está acostumbrado-; es probar una comida diferente y salivar –ah, y también ponerte las botas porque allí comer a gusto puede valer poco más de cinco euros. Por qué no-; es pasear intentando que sea el destino el que nos diga donde debemos poner la atención; es fijarnos en todo lo que vamos viendo, intentando analizar; es organizar, planificar y buscarse la vida; es también hacer fotos; escribir sobre lo que percibimos; preguntar e intentar entablar conversación con la gente, para percibir aún más; es pasar horas en un autobús simplemente divagando (pero muy gustosamente sonriendo porque lo que vemos es totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados); es leer más sobre el destino y también literatura, en esos momentos muertos por las noches, en el aeropuerto y en las tardes en las que simplemente queremos descansar.
Claro que viajar son emociones que a veces no sentimos cuando vivimos simplemente la vida normal. Es llegar a un sitio, en ocasiones no a lugares no muy amigables y sentir pequeñas dosis de miedo; es hacer pequeños esfuerzos para llegar a lugares bonitos, donde simplemente nos dedicamos a observar; son momentos que por estar cerca del mar o porque sentimos nos han sacado de una realidad que no siempre es favorable, nos hacen sentir muy a gusto. Perdón por disfrutar.
Es más, disculpa si aprovecho el tiempo cuando me he ido a un país lejano y veo pagodas, hago trekkings para llegar a los pueblos lejanos en las montañas y rulo por la zona intentando hacerme una idea de cómo se vive allí. Me gusta y pienso seguir haciéndolo. Incluso en ocasiones me da por viajar sola y tengo mucho, mucho tiempo para pensar. Aunque quizás debería volver a pedir perdón por no haber inventado algo, hacer algo de mayor de provecho y ahogarme, en ocasiones, en quién quise ser y no fui. Vamos, en la triste realidad que algunos vivimos en este país.
Siguiendo en línea con el artículo, el broche final es que diga que los viajes como la “nueva herramienta de control social implacable”, cuando al contrario de lo que se puede creer mucha gente, tras esas experiencias y pensar bastante sobre el sentido de trabajar once meses y disfrutar uno, –y son ya bastantes- hay quien se embarca en viajes sin billete de vuelta. Vamos, que es lo suyo; que mira si serán insolentes que han decidido ser ellos quienes den la espalda a esa realidad cotidiana que por lo visto, debemos aceptar casi sin rechistar. Aún cuando sabemos que no vamos a ser el próximo Einstein.
Además, no es difícil saber que los que ostentan el poder y podrían tener intereses en eso del control social en España respiran de otra manera y su discurso es bien distinto. Ellos empuñan el «yo me he quedado aquí todo agosto» –declaraciones de Cristina Cienfuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid-, en la línea del “estudia para lograr un buen trabajo, compra casa-coche-perro y sigue trabajando”. Que lo haces por el país, campeón.
Y seguramente, perdón, ya para acabar, no pensaré en que cuando cojo un avión hubo un ingeniero que hizo posible con su empeño y tesón que yo pudiera surcar el cielo. Porque aunque valoro su labor y me parece harto necesaria, me parece también un error mezclar el trabajo que puedo desarrollar durante once meses con ¡hacer lo que me plazca durante mis vacaciones! Porque aún me gusta pensar, al menos de vez en cuando, en eso de disfrutar.
¡Muy buen alegato a favor!
Ya te comenté por FB lo que pensaba, pero bueno. Creo que el que escribió el artículo en contra es uno de los que consume el turismo que él mismo critica, porque si no sabría muy bien hay mil y una formas de viajar y que la gente lee en los viajes, medita, se relaciona con los locales, etc.
Para mí viajar (sobre todo a lugares lejanos) es conocer otra cultura, informarme sobre la historia de un país de la que tengo poca idea, ver otras formas de ver el mundo, la vida, es disfrutar de lo nuevo, ver que somos muy diferentes y a la vez muy iguales y un laaaaargo etc. Y habrá cosas que haga que sean típicas y otras que no. Pero no me sentiré culpable por ellos 😛
Sí, el romanticismo de el largo viaje de meses hasta llegar a India y ser uno de los pocos extranjeros se ha perdido, pero se ha ganado mucho en el hecho de que viajar esté al alcance de «todos» y no sólo de cuatro con dinero.
Yo tampoco pienso en el que hizo el milagro del avión posible, como creo que el que escribió el artículo tampoco piensa en el que hizo posible internet y los ordenadores cada vez que escribe un artículo. O en el de la telefonía móvil cada vez que recibe un «guasap». O en el descubridor de la penicilina cuando se toma un medicamento.
Seguiré viajando, seguiré disfrutando de nuevos lugares, seguiré cogiendo aviones al otro lado del mundo y, por su puesto, seguiré viajando a mi manera, que es la que más me gusta. Cada uno que viaje como le guste y le haga sentir eso que todos sentimos en un viaje. Unos volverán a casa solo con fotos, otros con millones de nuevos amigos, otros con heridas de guerra, otros con libros llenos de notas, otros con ganas de más, otros con ganas de no volver y otros no volverán. Viajes como viajes, sé feliz haciéndolo 🙂
Saludos,
Flavia
Gracias por tu súper comentario Flavia 😉
estoy de acuerdo en todo y a veces es difícil explicar a una persona que se nota que no ha experimentado algo qué cosas se logran con ese hecho.
Incluso el tipo de viaje al que aludes en India se puede conseguir. Todo depende de a dónde elijas viajar y cómo, pero yo en Indonesia había zonas donde parecía que no habían visto un turista en su vida. Claro que ese tipo de viaje es el menos común. Pero por elección de la gente.
Me ha encantado la reflexión de que no das las gracias constantemente por los inventos que utilizas. Desde luego, que argumento más simple…
En fin, que como dices, a seguir viajando, por supuesto intentando abrir los ojos y sin sobresaturarnos. Pero sobre todo, como dices, a disfrutarlo 🙂
Un abrazote,
Ire
Muy bueno, Irene
Duele un poco a la vista el articulo de Ignasi en la Yorokobu, revista asociada a la aerolínea Vueling, cuando lees cosas asi:
‘Yo prohibiría volar desde ya mismo a mediocres insensatos que se pasan un despegue jugando al candy crush.’
¿Será mejor pues volver al pasado, que todo valga 10x mas y que solo puedan disfrutar del consumismo viajero unos pocos?
Yo creo que no.
Esperemos que, como todo, tras el boom y la paja, quedarán los realmente interesados en otras culturas y que, por la suerte, sudor de su frente o ambos, pueda permitirse el viajar a tierras lejanas.
Olé y olé. Es que no podría estar más de acuerdo con tu post, punto por punto. Viva la democratización de los viajes. Viva las low cost, que nos han permitido a los pobres mileuristas salir a recorrer el mundo, ya sea para echarnos una foto en el Big Ben, tomar un café en el Montmartre o madrugar para ver el amanecer en el volcán Bromo. Lo de que viajar es una nueva forma de control ya me parece lo más absurdo de lo absurdo. Si precisamente cuando viajas se te abre la mente, se borran los prejuicios y las barreras, descubres nuevas realidades, te replanteas tus juicios, ideas, opiniones y principios una y otra vez. Que los rusos no son tan malos y no viven en el comunismo. Que la gente de Mongolia es tan cálida y acogedora como lo pueden ser en tu pueblo de Graná… Y luego, el que sólo quiere hacer turismo, y se contrata una agencia para que le lleve a ver Santa Sofía, porque es una persona mayor como mi tía, y porque no sabe inglés y tiene mil miedos… Pues oye, bien también. ¿Quiénes somos nosotros para sentirnos por encima o mejores? Que cada cual haga lo que le apetezca y le venga en gana con su tiempo y su dinero. ¡Faltaría más! Y si viajar es una nueva tendencia, en la cual los jóvenes cada vez invertimos más en experiencias y en vida que en objetos materiales (casa-coche-ropa) porque nos hace más felices, que se fastidie a quien le toque… Porque yo creo que esa sí es la dirección adecuada y no la de que nos dice la señora que se queda todo agosto aquí (ejem) ¡Un besazo enorme! ¡Y a seguir viendo mundo!
Gracias por el comentario, Patri.
Se que tenemos ideas muy parecidas en este sentido y me alegro. Y a quién no le guste… que siga siendo un hater.
Un abrazo!
Ire
Que bien te explicas leñe!!! Jejeje estoy totalmente de acuerdo en todo.
¡Gracias Ana! 🙂