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Qué suerte que viajas tanto, qué bien vives o quiero viajar como tú son algunas de esas frases que quién viaja a menudo no suele dejar de escuchar. Aunque es muy común que el viajero piense también que viaja poco… siempre quiere más. Pero hoy nos centraremos en aquellos que no lo hacen; que no se arrancan a viajar más. Así que si quieres cambiar eso y no sabe cómo, quédate por aquí. Te apuntaré algunas formas de ponerle remedio. Eso sí, no te olvides de la más importante: la voluntad.

Pero, ¿qué es viajar?

Aceptemos por viajar desplazarse a otro lugar, diferente al nuestro, para observarlo desde nuestras propios usos y costumbres y aprender, por poco que sea, sobre ese sitio y su gente, así como vivir experiencias diferentes y liberadoras que nos hagan sentir placer.

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A veces y cada vez más, creo que se nos olvida el fin de viajar. De hecho, yo me cuestiono a mí misma sobre qué quiero cuando viajo y por qué lo quiero. ¿Es viajar una forma de coleccionar destinos? No lo creo. Es una forma de acercarnos a la realidad que nos rodea. Esto es importante a la hora de viajar más. Porque si se trata de viajar más puedes incluso hacerlo dentro de tu propia ciudad, de tu región, a dos horas en otra Comunidad…

Viaja cerca

Esta es una de las formas más fáciles de poner remedio a eso de viajar poco. ¿Tienes miedo o te da algo de pereza? Viaja a algún lugar medio conocido… y cercano. ¿No tienes mucho dinero? Invierte poco incluso alojándote en casa de un amigo. Pregunta a los amigos que tienes de otras ciudades qué puedes visitar en la suya; que te sugieran y te motiven. Por eso, viajar cerca a veces es una buena solución. ¡Y todos los países tienen muchísimas realidades diferentes que poder conocer!

Yo, de hecho, desde hace unos años, tengo la meta de conocer mejor mi país y mi tierra, Asturias. No podía concebir que me encantaran las tierras lejanas, que cada año quisiera conocer nuevos lugares del Sudeste Asiático y no me apeteciera conocer mejor el lugar donde nací. Así, recorriendo Llanes, la zona de Covadonga o el occidente, me encontré con preciosas sorpresas, playas del nivel de los mejores lugares del mundo y sobre todo, con una visión nueva sobre lo que había vivido desde bien pequeña.

Y en cuanto a la meta de conocer mejor España, ¡he conocido lugares increíbles! #ObjetivoEspaña era mi hashtag. Desde islas como la Gomera, con paisajes que me recordaron a islas lejanísimas, pasando por los lagos glaciares de Huesca y sus paisajes imposibles, hasta la vida tranquila en Cabo de Gata. Pero el denominador común fue sentir aquello que siento cuando viajo lejos y disfrutar y conocer como principales banderas. 

Cada vez más disfruto haciendo estos viajes y me doy cuenta de que me permiten ir más lento, saboreando cada parada y encajando el puzzle en una realidad que ya conocía, pero mucho menos de lo que imaginaba.

Utiliza medios de transporte que se adapten a un ritmo más lento

Otra de las claves para viajar más es hacerlo en medios de transporte más baratos y que en ocasiones nos permiten también conectar con un tipo de viaje más pausado y más auténtico. Los viajes en carretera siempre me han fascinado y ya sea en vehículo propio o en rutas asequibles de autobús, me han permitido estar en permanente contacto con los lugares por donde pasaba nuestro trayecto. Esos periplos siempre me inspiran en mayor medida y son medios de transporte que he utilizado tanto que tienen incluso un punto de nostalgia.

El tren tiene sin duda también ese encanto, si bien tengo que reconocer que lo he utilizado mucho menos. Pero hay trenes que son atractivos turísticos en sí mismos, invitando al viajero a disfrutar del mundo tras una ventanilla que invita a soñar y que ya tenemos relacionada con el imaginario viajero.

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Aprende a disfrutar de las pequeñas cosas: naturaleza, el paso lento del tiempo…

Hace tiempo se puso de moda el concepto ‘slow down’, que llegó al turismo en modo ‘turismo slow’. Reconozco que al principio no me embaucó, pues por temperamento, soy de viajar rápido e intentar verlo todo. No obstante, en los últimos años, creo que he comenzado a entender mejor a qué se refieren y he empezado a disfrutar de un tipo de viaje más calmado. Esto es, ir bastantes días a un lugar, procurar conocer no solo lo más típico sino lugares menos masificados y sobre todo, parar. No tener prisa por verlo todo. Disfrutar del camino y de las pequeñas cosas.

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Además, está comprobado que viajar lento es más barato. Si viajamos en medios de transporte como el tren o el autobús, ampliamos las estancias y vamos a lugares más recónditos, todo tiende a abaratarse. Además de que soy partidaria total de buscárnoslo todo por nuestra cuenta e intentar sacar un precio económico. 

Para que veáis un ejemplo real. Hace años fui sola un fin de semana a Sevilla. Bajé en autobús por un precio muy económico, disponiendo de todo tipo de horarios que se adaptaron perfectamente a mi viaje; comí súper barato; y me alojé por 14 euros la noche con baño compartido. Asequible, ¿verdad?

Parar es una de mis obsesiones últimamente. Intentar no disfrutar por estar haciendo cosas todo el rato, sino porque nos encante lo que hacemos en cada momento y tengamos tiempo para asimilarlo.

Practicando el ‘turismo de proximidad’ en sentido amplio

¿Nos hemos planteado alguna vez cómo saben los vinos de nuestra región, si hay fábricas de los productos más típicos que se puedan visitar, si conocemos los museos que tenemos relativamente cerca, si hay rutas que nos acerquen a la flora y la fauna típica del lugar, conocer restaurantes que utilicen productos de la tierra y que ofrezcan una propuesta gastronómica de primer orden…? Seguro que nos sorprenderíamos de la cantidad de propuestas que podemos barajar en este sentido y es una pena no acercarnos más a quiénes componen el mundo que tenemos ahí, a un paso. 

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Menos es más, también en los viajes

Una tienda de campaña; utensilios para poder hacernos el desayuno y la comida; unas botas de trekking; una nevera con hielo y cervecita fresca; buena compañía… son ingredientes, sin demasiada dificultad, que pueden componer un plan que te renueve y te produzca un placer inmenso.

Eso también es viajar. Es parar. Es acabar con la rutina. Disfrutar. Aprovechar el tiempo. Vivir…

por Irene

Periodista desde 2008. Inquieta y curiosa de toda la vida. Abierta a todos los planes; ¡no hay destino que no merezca la pena!

Un comentario en «¿Viajas poco? Pasos para poner remedio»

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