Es lunes por la mañana y soy tan feliz como un día de sol en el Norte de España. Tengo agujetas y ayer dormí en una cama tras tres días haciendo noche en una furgoneta, pero estoy más descansada y enérgica que en todo el resto del verano. Por fin, después de dos meses, volví a viajar, esta vez a Cantabria, a conocer (pues tan solo había estado de pequeña y en una fugaz despedida de soltera) esta bonita y animada región, ideal para un viaje corto, aunque me hubiera gustado quedarme mucho más tiempo. Voy a contaros algunos de los planes que allí hicimos, aunque hay muchos otros que se quedaron en el tintero. Eso sí; todos ellos muy recomendables. Podéis sacar la libreta y apuntar 🙂
Disfrutar de la rica gastronomía
Aunque soy asturiana de nacimiento y tengo una idea de que en general en el Norte de España se come muy bien, he tenido que comprobarlo en primera persona para ponerle en este apartado un notable alto a Cantabria. Si bien es cierto que la gran mayoría de comidas las hicimos en la furgoneta (un modo de ahorrar en nuestros viajes), no quisimos perder la oportunidad de hacer un par de comidas en las que disfrutar plenamente del placer gastronómico. Se nos quedó atrás el cocido montañés y la quesada, postre típico de la zona de Santillana del Mar, pero pudimos disfrutar de otros manjares de la zona.
Una de las cenas fue a las afueras de Santander, en el restaurante Casa San Pedro (barrio de Adarzo), un establecimiento relativamente pequeño pero muy acogedor, con la típica pinta de taberna tradicional donde todo está hecho con mucho mimo. Además de buena comida y genial trato, destaco sobre todo sus precios, que son casi de risa. Por 65 euros (cuatro personas) y repitiendo botella de vino, comimos deliciosos quesos de la tierra, morcilla en embutido, anchoas, caballa y carne de canguro (la alternativa era de codorniz).
Para comer pescadito, recomiendo el restaurante El Cazurro, situado en la playa de Arnía, en Liencres. Con unas preciosas vistas al mar y una cuidada decoración donde predomina el color blanco, este restaurante está, como el anterior, siempre a rebosar. No es para menos. Además de un servicio también la mar de agradable, los platos están para chuparse los dedos. Nosotros pedimos mejillones en salsa, almejas y bonito, que era el plato del día. Lo dicho: delicioso, tanto la comida como el lugar.
Pueblos: Santillana del Mar
Otro de los alicientes de Cantabria es los maravillosos pueblos que alberga: entre los más conocidos, Santillana del Mar, Comillas o San Vicente de la Barquera. Yo solo estuve en el primero de ellos, quizás el más bello (después de una breve encuesta entre varias personas que habían estado en los tres, se pusieron rápido de acuerdo), sobre todo por parecer un recodo del pasado, hecho completamente de piedra, tan bien conservado. Tras aparcar en la carreta, nos sumergimos en el centro de la villa, tan recogida como encantadora, culminada por la Colegiata de Santa Juliana (entrar al claustro cuesta 3 euros). Se puede seguir por la otra calle del pueblo hasta llegar a la Plaza Mayor, otro punto de reunión lleno de bares donde tomar algo. Eso sí, si hay algo en Santillana del Mar son hoteles, hoteles por doquier. Para tratarse de un pueblo con dos calles hay posadas y alojamientos de 4 y 5 estrellas para elegir holgadamente.
Disfrutar de sus playas: Liencres
Otro punto importante en un viaje por Cantabria y más en verano es pensar en playas. Más cuando no has tenido un verano que se pueda considerar corriente. La verdad es que el primer y segundo día estuvimos ocupados haciendo actividades y tampoco hacía muy buen tiempo, así que la actividad playera la dejamos para el domingo, ya que no teníamos especial prisa por volver y lucía un sol radiante que aún más, también, en el Norte, provoca momentos muy especiales. Nos habían hablado muy bien de las playas de Liencres, que además está cerca de Santander y la verdad es que no se equivocaron. Son más bien calas, no demasiado amplias y bastante transitadas en un día agradable, pero en mi opinión merecen la pena. El paisaje es muy escarpado, formando curiosas estampas rocosas y como el espacio es reducido, se permite también que se vea el fondo, con aguas cristalinas que le dan aún más encanto.
Tras probar suerte en la playa de Somocuevas (a la que hay que caminar para acceder y que está situada bajo un acantilado) y no tener sitio para aparcar, paramos en la playa del Portío, donde sí pudimos disfrutar de un baño muy relajante. Incluso la temperatura del agua era agradable 🙂 Al rato fuimos a la playa de Arnía, que tenía también muy buena pinta, pero allí solo comimos, tras lo cual pusimos rumbo a Madrid. El viaje tocaba a su fin.
Practicar deportes náuticos
Aunque sabía que Ribamontán al Mar había sido declarada reserva natural del surf y que mucha gente practicaba este deporte en las playas de Somo, no me imaginaba que iba a acabar practicándolo yo. Partimos de que a mi pareja le encantan este tipo de planes y también es cierto que se adaptan a todo tipo de personas, ya que quienes hacen el curso muchas veces lo hacen para disfrutar de una manera diferente y no porque vayan a hacerse surferos. Más cuando se trata del curso de un día. Es además una actividad muy divertida. Las escuelas (la nuestra se llamaba Sunset) están justo en frente de la playa y el precio de un curso de dos horas compartido con otras quince personas es de 30 euros dos horas. Consiste en un poco de teoría (saber cómo levantarse en la tabla) y práctica: esto es, coger olas. La verdad es que la playa de Somo es ideal para ello: hay olas sin parar. El problema es justamente ese mismo y es que cuando estás pensando en coger una ola, puede que se pase el momento y al segundo haya otra cogiéndote de cara o estampándose contra tu nariz. También está el problema de que la tabla no vaya de frente y te golpee o que llegue una ola tan grande que te haga un remolino, pero al margen de estas posibilidades, es muy divertido subirte a la tabla e intentar ponerte de pie para moverte a un lado y a otro.
Otro de los días hicimos Padel Surf (Stand Up Paddle originariamente) en la Bahía de Santander, una actividad que recomiendo más si cabe. Se trata de ponerse de pie en una tabla y remar para ir paseando por el mar, pero aunque parezca tan sencillo, tiene su gracia. No es tan fácil mantener el equilibrio, sortear las olas formadas por grandes embarcaciones como cruceros y está la gracia de aprender a remar (si aún no sabes). Pero lo más bonito es disfrutar de las vistas de Santander subidos a una tabla, lamentando el no tener una GoPro y grabar las preciosas instantáneas que se generan.
Disfrutar de la Bahía de Santander
La ciudad de Santander tiene una bahía preciosa de cuyas vistas se puede disfrutar maravillosamente desde la playa de los Peligros o La Madalena, al final del paseo marítimo. En frente está la localidad de Somo y un cordón de arena que llega también al mar (El Puntal). Entre ambos trozos de tierra, hay muchas embarcaciones y se pueden hacer deportes náuticos como Padel Surf o kayac, que se pueden contratar en la zona asfaltada previa a las playas. Además, hay varios bares/restaurantes desde donde disfrutar de las vistas con una caña en la mano (nosotros paramos en el Balneario de la Concha).
Justo el día que estuvimos allí paraba en Santander el capitán Q, un periodista y creador del programa de televisión del mismo nombre que cerraba la temporada allí, su ciudad natal. Casualidades también que era conocido, así que nos unimos a la fiesta y descalzos sobre la arena pudimos celebrar su llegada y hasta disfrutar de champán, que repartía el equipo del programa. Algo después vimos caer el sol en Cabo Mayor, a unos kilómetros del punto anterior y volvimos a disfrutar de unas geniales vistas de la costa cántabra, una gran sorpresa que guardaremos para siempre con un genial recuerdo.
Vaya bien que te has sabido mover!!! Has ido a lo mejorcito!! Además los sitios que recomiendas no son los hipermegaturisticos y saturados!!! Como cántabra te felicito por el post! Un saludo:)
Hola Regina,
muchas gracias por el comentario! La verdad es que hicimos algo de trampa porque el sábado en Santander estuvimos con unos amigos y ellos no dirigieron un poco 🙂 Sobre todo a sitios como el restaurante Casa San Pedro y a Cabo Mayor. No obstante, salió todo rodado y hasta la playa de Arnía y su restaurante aparecieron como hechos momento para nosotros 😉
Nos encantó y volveremos. Yo tengo ganas de conocer pueblos como Comillas, San Vicente o Potes.
Saludos!!!
Irene
Hola Irene!!!
Esto está mucho mejor. Enhorabuena por el post. Se nota que has disfrutado de la estancia en esta increíble comunidad.
Para la próxima visita, no dudes en pasarte por San Vicente de la Barquera, un pueblo que he descubierto este año y que me parece espectacular. Además de subir al castillo y a la iglesia, desde donde puedes ver toda la ría y los Picos de Europa al fondo; no te puedes perder las playas de Oyambre, Fuentes y Berellín. Si te gustó La Arnía, éstas te van a encantar. Para comer, el Restaurante El Bodegón es parada obligatoria. Las rabas son buenísimas y la pata de pulpo a la brasa de otro planeta.
Un abrazo y sigue escribiendo.
¡Alex!
muchas gracias por el comentario! La verdad es que me fascinó tu querida Cantabria y volveré seguro. Además con esa guía rápida de San Vicente, será perfecta seguro!! me habían dicho también de ir, junto a Comillas, pero preferimos un viaje más de relax, playero y natural disfrutando de la furgo y de los deportes náuticos.
¡Ojalá hubiera tiempo para todo! O al menos para más 😉
¡¡¡Un besazo!!!