Tengo que comenzar diciendo que soy muy reacia a creer que una sola forma de viajar. Hay tantas formas como viajeros. Al que le gusta un tipo de destino, al que le gusta otro, el que planifica, el que no planifica, el que organiza, el que se deja llevar, al que le gusta exprimirlo todo, al que le gusta pararse a contemplar, etc. No obstante, los viajes deben ser también, como otras en la vida, formas de aprendizaje; al menos formas de conocerse a sí mismo. Por decirlo de otra manera, debemos dejar que los destinos dejen un poso en nosotros (pudiendo tener este diferentes naturaleza) y que además, nos permitan mejorar la forma de organizar, disfrutar y exprimir nuestros recorridos. Os relataré alguna de las reglas que aplico a mis viajes y también, habitualmente, a mi propia vida.

Quién mucho abarca…

Creo que no hay nada peor que agobiarse e intentar planificar y ver cosas por encima de tus posibilidades. Sé que hay viajeros todoterreno; de madrugar mucho y estar todo el día viendo cosas sin parar. Aún así, estos seguramente también quieran ver más. Será por ver. Todo es relativo. Pero en ocasiones, no dedicar más días a un destino supone perderte algunas cosas que te da el estar allí con la tranquilidad de quién vive su día a día. Por eso, creo que quien mucho abarca, como dice el refrán, poco aprieta. Debemos darnos el tiempo que consideremos necesario para conocer un lugar. La prisa mata; al más puro estilo marroquí.

Ejemplo: Hace poco en mi viaje por Indonesia, llegamos a Yogyakarta para hacer varias excursiones que nos interesaban. No obstante, dejé 5 días en la ciudad para verla tranquilamente y poder estar más tranquilos. La urbe, que en un primer momento nos pareció un caos, bastante fea y poco amigable, acabó encantándonos. Lo que en un primer momento vimos como caos, acabamos viéndolo ambiente; lo que comenzamos viendo feo, acabamos viéndolo “normal”; y a la gente, que en un primer momento por una situación que no nos gustó consideramos “poco amigable”, nos resultó finalmente encantadora.

Solución: Intenta disfrutar los destinos no como viajero, sino como habitante.

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Lo barato sale caro

Mira que lo hemos escuchado veces. Y aún así, al menos yo, reconozco que muchas veces lo obvio. Me empeño en sacar todo lo más barato posible, creyendo firmemente que si pago más de lo que vale lo más barato es que me están estafando. Realmente esto depende mucho de la persona, de su “educación financiera” digamos y también de lo que cobra. No obstante, en mi caso, siempre puedo gastar un poco más pero me siento muy bien pagando lo menos posible. En ocasiones, claro, me equivoco en la elección…

Ejemplo: El año pasado “necesitaba” viajar de una vez a Marruecos, ya que es un destino cercano, barato y diferente. Volábamos a Marrakech y queríamos ir al desierto, aún sabiendo que no contábamos con demasiados días. Además queríamos hacerlo barato y por supuesto que el tour fuera de calidad. Y a veces, todo no se puede tener. Contratamos el tour más barato que encontramos y sufrimos retrasos de horas, cambios de trayecto sin avisar (que además no valía para nada protestar), no nos gustó el estado de los dromedarios y me sentí más güiri que nunca en mi vida. ¿Hubiera sido diferente pagando un poco más? Eso nunca lo sabré, pero me da que sí.

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Solución: Paga un poco más si el producto parece mejor…y consulta opiniones de otra gente. Desconfía de los paquetes que no tienen opiniones de otros viajeros.

Ser independiente da libertad

Creo que una de las cosas más apreciables en la vida es ser independiente: vivir según tus propias convicciones, poder ampliar conocimientos por tu cuenta, por tu inquietud y curiosidad, observar diferentes aspectos y reflexionar acerca de ellos bajo tu propia subjetividad y decidir. Decidir qué quieres, cómo lo quieres, cuando lo quieres… Y en los viajes, al final, se produce algo parecido. Puedes hacer tours o contratar los servicios de agencias para determinadas aventuras, pero pocas sensaciones son comparables a la de preparar un viaje por tu cuenta, llegar a lugares que previamente has deseado tanto y dedicarles el tiempo que consideres oportuno. Vamos: disfrutar algo sin límites de tiempo o condiciones.

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Ejemplo: Supongo que en mi generación, la gente ya tiene la mentalidad de hacer viajes por su cuenta. Con 22 años realicé el primer gran viaje de mi vida por libre y no se me pasó por la cabeza organizar todo desde España. Simplemente, compré los billetes de avión, la Lonely Planet y fui de lugar en lugar viendo qué podía ofrecerme Perú. Creo que es una suerte. Vivimos una época mejor de lo que creemos.

Solución: Haz un viaje por libre. No hay comparación.

Prueba cosas nuevas

En nuestra ciudad hay cientos de planes, pero aunque seamos muy activos: ¿Cuántos hacemos en realidad? Normalmente no demasiados. Viajar es una forma también de abrirnos a hacer cosas nuevas, a tener tiempo para hacer trekkings, deportes de aventura si nos gustan (no es mi caso), comer comida diferente, comenzar a comer con palillos o simplemente, conversar sobre cosas diferentes. De ahí que viajar sea una experiencia que pueda ser maravillosa. Diferente. Única. Deliciosa.

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Ejemplo: Viajar solo es una experiencia en sí misma, más allá de viajar. En muchas ocasiones se siente algo de vergüenza, pero sobre todo se aprende a estar con uno mismo y a verse en una situación diferente.

Solución: Prueba y… déjate llevar.

*Nota: Prueba, por supuesto, aquello que te apetezca. Cada persona es un mundo. Y quien le gusta comer bichos, no le gusta hacer puenting y al revés.

Diviértete

Esta regla, que para muchos podría ser demasiado obvia, creo que no lo es tanto en la vida de la gente. Nos educan para estudiar, para trabajar, para ser alguien, para caer bien, para tener habilidades profesionales, para tener cultura… pero creo que no siempre nos educan para disfrutar. Claro que muchos pueden pensar que sería una tontería, que cada uno va encontrando su lugar, pero la verdad que podríamos (incluso un poco más) crecer en un ambiente donde nos ayuden a encontrar aquello que nos haga disfrutar de verdad. Por decirlo de alguna forma más clara: a salir de nuestra zona de confort y buscar nuestra verdadera pasión.

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En los viajes, esta regla se traduce en tomarse también su tiempo para disfrutar de lo que estamos haciendo. Tomar algo y disfrutar del momento. Tomar un rato para pensar y regodearte en lo mucho que estás disfrutando.

Ejemplo: En otros países, como Gran Bretaña o Alemania, es bastante común que los estudiantes se den un año sabático antes de elegir la carrera que quieren estudiar. “¡Pero eso es solo para ricos!”, dirán algunos. Pero no. Muchos de ellos trabajan un tiempo en su país antes de salir y luego trabajan en el destino elegido para poder sufragar los gastos. Es una cuestión de mentalidad.

Solución: Plantéatelo: ¿Disfrutas de lo que haces en tu día a día? Si la respuesta es no: ¿Esa vida merece ser vivida?

por Irene

Periodista desde 2008. Inquieta y curiosa de toda la vida. Abierta a todos los planes; ¡no hay destino que no merezca la pena!

6 comentario en “Cinco reglas que se aplican a la vida… y a los viajes”
  1. Je je je totalmente de acuerdo, «prisa mata, amigo». Hay que dejarse llevar y no agobiarse, dejarse sorprender, lo mejor del viaje es el camino y ser capaz de improvisar y disfrutar con lo que va surgiendo. Como tú dices es un aprendizaje, con el tiempo aprendemos a viajar y quizá a ser más flexibles. Al menos yo era de las que antes iba a París o a Florencia y tenía que levantarme a las 7.00 para ver todos los museos… Que eso está muy bien. Pero, para mí, ahora quizá me siento más feliz de tomar un té relajada en una terraza hablando con la gente del lugar…
    Un abrazo amiga viajera 🙂
    La cosmopolilla.

  2. Gracias por los comentarios chicos 😉

    La verdad es que como grandes experiencias, los viajes dan mucho que pensar y aprender y van evolucionando con cada nueva aventura.

    Como Patri, creo que todos los viajeros viramos de los viajes más de Oficina de Turismo a experiencias algo más auténticas, aunque por supuesto con un poco de todo. En el término medio está casi siempre la clave.

    ¡Un abrazo!

    Irene

  3. Te ha faltado el «Be water my friend» :P.
    Me ha encantado Irene, me parece que llevas mucha razón en todo, sobre todo la ultima parte de la mentalidad, ya no es cuestión de forma de viajar, gusto y demás cosas individuales, el problema muchas veces es la mentalidad y como nos han educado.
    Hay que abrir mas la mente, disfrutar cada uno de lo que le guste ( viajando o sin viajar) pero sobre todo, ser fiel a sus creencias y a sus gustos sin entrar a criticar lo que hace el vecino de enfrente o el como viaja fulanito con la puntilla «no sabe viajar y yo si» porque ¡cada uno somos un mundo!

    ¡Abrazote!

  4. jeje,

    claro que sí, Silvia, hay mil maneras de viajar y ninguna es más válida que otra. Pero poco a poco uno va experimentando y conociendo cosas nuevas que le descubren pequeñas reglas a seguir 🙂

    Pero lo más importante es seguir viajando 🙂

    ¡Saludos!

  5. ¡Que identificada me sentí con este artículo!

    En lo personal a medida que van pasando los años mi forma de viajar cambia. Cuando tenía 20 años quizá no me importaba tanto donde iba a dormir, mientras haya una cama y un baño. Hoy, con 34 años, me interesa tener un buen descanso y buena limpieza, ¡aunque tenga que pagar un poco mas!
    Eso sí, la organización es algo que siempre me acompañó, aunque me gusta dejar días libres para dejarme llevar. Besos y buenos viajes!

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