Hay un momento (o varios) en todo viaje en que el destino me transmite algo tan importante que puedo sentirlo mucho tiempo después. En mi reciente viaje a la provincia de Cuenca fueron multitud, pero todos tuvieron como principal característica la desconexión y el encuentro con la naturaleza. Pisar la tierra de cultivo del vino para apreciarla con los cinco sentidos, un tranquilo paseo en barca o pasar la noche en mitad de la naturaleza sin dejar de disfrutar de todas las comodidades fueron planes que me ayudaron a apreciar en todo su sentido el valor de los lugares más allá de la ciudad. Por eso, desde estas líneas, te animo a elegir Cuenca para tus próximas vacaciones, pues te aseguro que podrás acercarte a una tierra llena de naturaleza, actividades de aventura o familiares y experiencias ante todo auténticas. Amén, por supuesto, de gente entrañable y una gastronomía de primera.
En las próximas líneas hablaré de hasta 10 actividades o consejos prácticos para viajar a Cuenca, pero no son las únicas, claro está. Por eso, si tienes más días, os recomiendo conocer bien la ciudad de Cuenca, visitar la Ciudad Encantada o las pozas de Las Chorreras. ¡Hay incontables planes en esta provincia!
Visita a una bodega muy especial: La Estacada
Aunque Cuenca no sea una zona muy conocida por sus vinos, hay producto. Además, os puedo asegurar que es bueno y merece la pena. Lo sé porque una de mis paradas en el viaje fue a la Finca La Estacada, una bodega que ahora es mucho más que eso, al haber planteado el mundo del vino desde muchos puntos de vista y acabar convirtiéndose en un complejo turístico. Situado en Tarancón, aprovecha de la mejor manera el entorno rural, ya que se puede bajar a los viñedos y contemplar el paisaje manchego típico. Y como os adelanté, el vino me encantó. Con cuerpo y un sabor contundente, no se hace pesado y es para saborear largo rato.
El lugar plantea este viaje al mundo del vino como una experiencia total: el viajero puede así alojarse en la parte superior de la bodega en lo que ahora es un hotel –con piscina-, cenar en su restaurante o tomar algo en su bar con terraza, conocer la misma bodega y hacer una cata de sus diferentes vinos, contemplar los viñedos y el paisaje manchego o hacer alguna de las actividades que se ofrecen en el complejo. Son muchas y diversas y pude disfrutar de una muy especial que supone en sí misma otra razón para viajar a Cuenca.
Reconectar con la naturaleza gracias a EcoExperience
Si hay algo que permite viajar, es parar este mundo que gira tan rápido y pensar por un momento dónde estamos. Por eso y por la necesidad de cuidar el medio que nos rodea, hay cada vez más actividades turísticas relacionadas con la naturaleza. Pero tengo que reconocer que la que hice en La Estacada me sorprendió especialmente.
Es una de las ‘rutas de los sentidos’ que organiza EcoExperience, expertos en actividades naturales y consiste en intentar aislar determinados estímulos para impulsar otros. La parte que me ayudó a reconectar de la mejor manera con la naturaleza fue una que trató de descalzarse y sentir nuestros pies libres sobre la tierra. Tan simple como eso y a la vez tan evocador. Tan significativo.
Además de este tour, esta compañía tiene otras que impulsan el andar descalzo, una corriente que está teniendo mucho auge en los últimos tiempos. Más allá de los beneficios para la salud, los pies aglutinan un montón de terminaciones nerviosas y caminar por la tierra es sumamente placentero. ¡Fue un momento genial!
Conocer la belleza ciudad de Cuenca
Yo conocía Cuenca, había estado ya dos veces en el pasado, pero es una ciudad donde no importa volver (incluso a pesar de sus cuestas…). Es muy bonita, tiene múltiples recovecos y sus diferentes perspectivas parecen no agotar las vistas que podemos lograr sobre ella, algo sumamente importante, al menos a mi parecer.
Esta vez además pude disfrutar de una visita guiada de la mano de Pablo de Cuenca Viajes, que me acercó de una forma divertida y súper interesante a las calles que había recorrido hace años con mucha menos información. Elegimos un camino alternativo al habitual, descansando en rincones donde se apreciaba el canal de riego de siglos pasados o iglesias ya en ruinas. Una ciudad en la ciudad.
Tras cruzar por la calle principal de la urbe, con fachadas de colores que quisiera haber disfrutado con algo más de luz, nos encaminamos a la Torre Mangana, hoy culminando un bonito espacio de descanso y con buenas vistas, y acompañada de un monumento a la Constitución.
La siguiente parada será la Plaza de La Merced, donde el tamaño es inversamente proporcional a su belleza. Acabamos en la Plaza de la Catedral, que ya divisamos solo exteriormente pero que no deja aún así de captar nuestras miradas y focos. Su peculiar fachada exterior responde a que los planes previstos resultaron inacabados… con todo ello, es uno de los “museos” que más merecen la pena en Cuenca, según nos dice Pablo, así que podemos imaginarnos la importancia de este monumento. Aunque nuestra visita acaba aquí, hace años continué y llegué hasta el barrio del Castillo, donde recuerdo un bar y un buen mirador, así que si tienes tiempo, no dejes de subir.
*Si te interesa, puedes contratar aquí: un tour nocturno por Cuenca, una experiencia genial.
Plus: Conocer la historia de las Casas Colgadas
Y cómo no, en el paseo por la ciudad, observamos con detenimiento la gran cantidad de casas colgadas, más allá de las fachadas más conocidas que reciben ese nombre que hay en la ciudad. Las más conocidas son del siglo XIV y algunas de ellas están en desuso. No todas, pues allí se encuentra el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, recientemente abierto de nuevo al público tras una rehabilitación.
El resto de casas colgadas –que no colgantes– sirven en muchos casos como viviendas particulares. El origen fue la saturación urbana que hubo en el pasado, pues el centro de la ciudad llegó a acoger a 4.000 personas. Curiosa y tristemente hoy el proceso es el contrario, pues apenas queda ya una cuarta parte y todo parece indicar que continúa en descenso.
Muchas de ellas, cuando fueron construidas en el siglo XVI, eran las casas más altas de todo el territorio nacional. Los rascacielos del país, ¡mira tú!
Hoteles para no salir de ellos, como el Parador de Cuenca
Hay hoteles en los que apetece estar mucho tiempo y no solo utilizarlos como lugar de descanso. Por estar ubicados en lugares inmejorables, por ser edificios históricos, por cuidar cada detalle, por ser bonitos a rabiar, por tener unas vistas únicas, por las instalaciones, por la paz que transmiten… y un gran ejemplo de ello es el Parador de Cuenca.
Reconozco que me había acercado a sus zonas comunes para hacerme una idea cómo era años atrás y alojarme allí me hizo verdadera ilusión. Cumplió todas las expectativas.
El edificio, convento de los dominicos en el pasado, es precioso. En él, te sientes como viviendo una vida anterior o dentro de una novela. Además, las habitaciones son amplias, limpias, con todo tipo de detalles. Si eliges una superior, como era la mía, tendrás además vistas a la imagen más codiciada de todo Cuenca: encarando el puente de San Pablo y a las mismísimas casas colgadas. Aunque la estancia fue corta, os recomiendo muchísimo este hotel, pues es bastante más que solo un alojamiento.
Aislarte del mundo en el Real Balneario Solán de Cabras
Imagínate despertando en una habitación de madera, amplia. Abrir la ventana y escuchar el canto de los pájaros entre una gran maraña de vegetación que poco a poco comienzan a vislumbrar tus ojos. Te visualizas a ti y a la naturaleza y no puedes escapar a la paz que ese momento te transmite. Cura aunque te parezca que no tenías nada que curar.
Así es cómo se siente uno cuando amanece en el Real Balneario Solán de Cabras, un balneario en el concepto antiguo. Sin circuito termal, ofrece tratamientos con sus aguas medicinales y alojamiento, al modo tradicional. Como tantas veces leí en novelas rusas o inglesas que hasta ahora no imaginaba poder vivir en la realidad. De hecho, las historias de este lugar circulan desde el siglo XVIII y sus beneficios terapéuticos han sido invocados por muchos años.
En este lugar no necesitas actividades para encontrar sosiego; el mismo hecho de estar allí te lo da. Paseos rodeada de naturaleza, el agua en su cauce habitual, el aislamiento que permiten las rocas de una altura incalculable formadas por la hoz del río Cuervo, disponer de un restaurante donde reina el silencio (¡y una comida exquisita!)… podemos decir que casi todo invita a estar en paz.
Una gastronomía para comer hasta no poder más
Os presento dos de los platos típicos en Cuenca: el morteruelo (pasta hecha con hígado de cerdo y otros ingredientes como jamón, carne de pollo, perdiz o conejo) y el ajo arriero (en esta ocasión, a base de patata y bacalao). Potentes, ante todo. A ello, sumadle un embutido de primera y platos tanto de pescado (trucha escabechada) y carne (ciervo o chuletas de cordero)… puedo decir que absolutamente todo estaba demasiado bueno como para parar de comer.
Sin duda, este es un plato fuerte para visitar la provincia y os recomiendo los restaurantes donde estuve. En Cuenca capital se come divinamente en San Juan, en la Plaza Mayor; en Priego, me encantó el menú del Hotel El Rosal, donde destaco especialmente un revuelto de morcilla que estaba de muerte; y el restaurante del Real Balneario Solán de Cabras, sencillamente espectacular.
Conocer parte del bosque de la provincia y ver animales en semilibertad
En el Parque Natural de la Serranía de Cuenca, un amplísimo espacio de naturaleza que incluye por ejemplo al cuarto municipio con mayor masa forestal de toda Europa, hay un centro cinegético que tiene como objetivo la conservación, investigación y educación ambiental, acogiendo a animales en peligro de extinción o accidentados para el análisis y su recuperación: el Hosquillo. Pero claro, un lugar así no es solo eso. Es un remanso de paz, con verde por los cuatro costados y unos paisajes espectaculares.
La visita incluye una zona para ver aves -la mayoría están allí por cuidados sanitarios-, otra para el lobo -que se ven en la distancia, pero se aprecian perfectamente- y también para los osos -que se podrán observar a poca distancia pero tras una barrera-. Además de ser una visita recreativa, pues a todo el mundo le gusta el mundo animal, gracias de nuevo a un buen guía e información sobre el tema, se convierte en una actividad súper interesante. A ello ayuda también el centro de interpretación y un pequeño museo donde se recrean las especies y su información. Eso sí, hay que reservar la visita con antelación y cuesta 10 euros.
Además de conocer el pasado biológico de esta zona de Cuenca, conocimos mejor el proceso de vida de un oso (¿sabías que cuando nacen pesan solo 400 gramos?) o el hecho de que la palabra amilanado viene del milano.
Practicar rafting en el río Guadiela y encontrar un momento de paz
A vueltas con el sosiego, la calma y la paz, tuve un momento de trance en Cuenca cuando surcábamos el río Guadiela al mando de Antón, monitor de Multiaventura Buendía e intrépido aventurero semi-jubilado. De nuevo, pero de otra forma, me acerqué a la naturaleza, me relajé, la observé y le agradecí ese momento tan especial.
Los chopos se mecían y sus hojas se movían lentamente, dejando entrever los rayos del sol. Reinaba un tiempo inmejorable. Intentaba estar atenta a las historias del capitán sobre los insectos, pero entre los saltos de agua y lo emocionante del momento, me enteraba a medias. La verdad es que no importaba; me llevo el momento, que es lo más importante de todo. Aún puedo sentirlo…
Adentrarte en la naturaleza en la Vía Ferrata de Priego
No soy una persona especialmente aventurera pero reconozco que gracias a estas actividades muchas veces se logran vistas y acceso a lugares increíbles. Por ello merecen mucho la pena… además de la adrenalina que se descarga. La actividad de la que os voy a hablar supone ir siempre sobre terreno firme, aunque la altura da un vértigo brutal (si lo tienes). Se trata de la Vía Ferrata de Priego, un recorrido por grandes paredes de roca que dan acceso a lo alto de la montaña y a perspectivas únicas de la naturaleza.
A base de escaleras en plena piedra y pasarelas fijadas, el viajero puede ir poco a poco subiendo a las montañas y ayudándose, claro, del arnés. No obstante, alguno de los pasos dan impresión y aunque al principio me había animado a un trayecto algo más vertiginoso, finalmente me consolé con un tramo más sencillo. Las vistas de la sierra eran espectaculares y la compañía de buitres leonados nos recordaba que habíamos logrado llegar a un punto alto y a un mirador privilegiado.
Fue una buena experiencia de la mano de la empresa Multiavetura Buendía, que nos ayudó con toda profesionalidad a no perdernos lo que nuestro miedo estuvo a punto de impedirnos.
Hacer con tus propias manos un botijo en la Alfarería Parra
Cada vez más, parece que los objetos que decoran nuestras casas o los utensilios rurales que utilizamos en los pueblos, los que tenemos la suerte de tener uno, provienen de una gran fábrica o de complejas máquinas, pero no. Los artesanos y alfarerías familiares siguen existiendo. Y en el viaje a Cuenca tuvimos la suerte de poder visitar una, en Priego, y poder ver en primera persona cómo Jesús hacía uno de sus botijos. Incluso es más, le ayudamos en la labor.
Es realmente increíble ver el proceso, que comienza en la creación del barro con material proveniente de la misma naturaleza. Después, ahora sí, ayudado por una máquina, el alfarero modela este barro, siempre con sus propias manos. Para decorarlo o realizar las diferentes partes del botijo utiliza diferentes utensilios como palos, pinturas o una especie de lija. Y, voilà, ya solo queda secar el material en hornos a altas temperaturas.
Verlo es sencillamente espectacular, como el resto de piezas que Jesús expone en su tienda. Si te interesa la visita, tan solo tienes que ponerte en contacto con él en el teléfono 664 42 31 05.
Agradecimientos
Este viaje a Cuenca fue producto de la invitación de la Dirección General de Turismo, Comercio y Artesanía del Gobierno de Castilla La Mancha para conocer parte de la provincia conquense con el tema #DescubriendoCuenca. Gracias a Carmen por el cariño, la disposición y tener siempre una sonrisa. Además, contamos con la presencia del Óscar, presidente de la Asociación castellanomanchega de empresas de Turismo Activo y Ecoturismo, que nos transmitió también la pasión por su tierra y por las actividades que realizamos. A todos ellos y los guías y monitores que nos descubrieron las maravillas de Cuenca gracias, gracias y gracias.
Foto de la Vía Ferrata: Fotonazos.es