El verano ya llegó: ¡Viajes! ¡Viajes! ¡Viajes!

Cuando se publique este post será oficialmente verano (el inicio astronómico del estío este 2013 comienza hoy viernes 21, a las 7.04 horas). ¡Por fin! Temporada de buen tiempo, helados, poca ropa, playas, piscina, mangueras, pantanos, descanso, relax, vacaciones, amores breves pero intensos, épocas de cambio, de síndromes “lo dejo todo” y chapuzones refrescantes. Y de viajes, sobre todo de viajes.

Aunque todo el año es buen momento para realizar un viaje, por inercia solemos hacerlo en el verano. Algunos obligados (algunas empresas obligan a coger los días de vacaciones en estas fechas), pero en general y mayoritariamente por decisión propia.

Me incluyo. A pesar de que últimamente cada vez viajo en septiembre y los viajes largos (que no son tantos como me gustaría) los suelo hacer en temporada baja, viajo fundamentalmente en verano. Es más caro, hay más gente y a veces el calor roba muchas energías, pero sigue habiendo razones para hacerlo así.

Allá van las mías:

Se dispara una alarma

Quienes vayan a contracorriente pueden decir que no tiene por qué ser así, pero generalmente nuestra cabeza está ya acostumbrada a pensar en los viajes en verano. Llega el buen tiempo, nos relajamos, las responsabilidades cuesta mucho más llevarlas a cabo (¿o no os pasa a vosotros que trabajar o estudiar es mucho más duro cuando podemos estar al aire libre tomando una buena caña de cerveza?) y casi automáticamente, pensamos en disfrutar, relajarnos y volar.

Incluso este efecto se nota más en los meses que no son verano. Pasa el tiempo y no caemos en hacer ningún plan, así que cuando llega el verano nuestra cabeza (en el extremo opuesto) no puede dejar de pensar en viajar. Por ejemplo, yo este año, viajaré poco en verano, pero es justo en esta época cuando estoy sacando los billetes para septiembre y noviembre, que al fin y al cabo, no están tan lejos del final de la época estival.

El tiempo

El clima, como ya he sugerido, influye mucho en nuestro estado de ánimo. Además, queremos disfrutar del sol del verano y si puede ser en una playa, mejor que mejor. Por otra parte, a mí me gusta viajar en verano porque si no la ciudad en la que vivo se me hace sofocante. Maldito verano en Madrid, a pesar de que amo esta ciudad el resto del año.

Las ciudades no son para el verano (o al menos no para estar encerrado en casa) y apetece mucho más pasar los días en rincones olvidados, pueblos bonitos y tranquilos o urbes con mar.

Los viajes hacen que el calor sea mucho más llevable, digamos. Al menos esa sensación me da a mí.

Queremos diversión

El subconsciente nos hace asociar verano con relax, vacaciones y diversión. No podemos olvidar esa imagen del verano en el pueblo o en la playa de cuando éramos niños. No queremos olvidarlo. Y encima ahora existe Facebook. Tenemos que aguantar al vecino o al compañero de trabajo en la otra punta del mundo disfrutando de palmeras y batidos a buen precio. Eso sí que no se puede aguantar 🙂

Con todo esto proclamamos oficialmente inaugurado el verano. Nosotros tenemos en mente viajar a New York, San Pertersburgo, al pueblo y unos días en furgoneta que aún no están decididos (Cataluña, Francia o Aragón se perfilan como mejores candidatas).

Y vosotros, ¿viajáis este verano? ¿cuándo es la mejor época en vuestra opinión para poner tierra de por medio?