Se dice que cuando tienes una relación y dudas de si estás enamorado, no lo estás. El enamoramiento se siente, es indudable e incontestable; y así creo que sucede, de la misma manera, con una ciudad. Voy a confesároslo: estoy enamorada de Madrid. Desde hace muchos años, la miro como ese chico del montón que te da vergüenza decir que es el más guapo del mundo; porque sabes que no es así, pero a ti te lo parece.
También tengo que reconocer otra cosa: he flirteado con otras ciudades. Me gustó París, pero aún más Berlín. Después se me pasó la tontería porque dicen que es muy gris en invierno; al fin y al cabo, solo conocí una parte de ella. La última en suponer una duda en mi relación con Madrid fue Nueva York, ¡qué ciudad! Cuánta vida en sus calles, cuánta independencia de sus ciudadanos y cuántas cosas por ver en la ciudad de las ciudades.
Quizás mi enamoramiento esté pasando por otra etapa. Por la etapa de querer estar con alguien sin la necesidad de contar con el factor sorpresa todo el rato. Por la etapa de incluso tener que tomar distancia de vez en cuando y visitar muchas otras ciudades, incluso durante mucho tiempo, para volver con más fuerza a aquella donde quieres estar.
Hace poco leí un poema de Gabriel García Márquez que tiene algo que ver y es precioso:
“Viajar es vestirse de loco,
es decir ‘no me importa”,
es querer regresar.
Regresar valorando lo poco
saboreando una copa,
es desear empezar”
Yo no nací en Madrid. Vine para estudiar y me enamoré y aquí sigo. Me encandiló su ambiente, su ritmo –a veces creo que es una ciudad hecha para mí. Mi media naranja-, su gente, su forma de adaptarse, su rapidez para aceptar el cambio, su capacidad para ser de los madrileños y de los que no lo son, de las fuertes tensiones que existen en ella pero también de su buen rollo, de la lucha de la gente por hacerla suya, de su tiempo, de su cielo, de sus cañas, de sus conversaciones, de sus contrastes, de sus barrios, de sus bares, de ir a comprar el pan y hablar con gente a la que no conoces, de encontrar siempre un plan aunque no lo busques o de que haya cientos de planes aunque no los quieras.
En ocasiones incluso uno no tiene motivos, pero está rendido y cegado ante una ciudad. Es pisarla y saber que está un su sitio. Saber que aunque conozca una y mil otras ciudades –incluso aunque acabe en otra o ya no esté enamorado- la recordará siempre con nostalgia.
No dudo que os pasará lo mismo. Que cada uno tendrá sus preferencias y la gran mayoría seguramente améis a la ciudad que os vio nacer y la ensalcéis como si de vuestra propia sangre se tratase. Que también las consideraréis vuestro amor verdadero e incondicional. Pero también hay otras formas de querer a las ciudades: los flechazos, las ciudades que te enamoran tanto que te da pena volver (Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver, dice la canción); las ciudades que son como un amor de verano: intensas, preciosas, pero efímeras; las ciudades tóxicas: aquellas que a pesar de su encanto, te enfadan y te saturan, pero te enganchan irremediablemente; las ciudades obsesivas: aquellas que han dejado un recuerdo tan vívido en ti (en ocasiones magnificado) que no dejas de pensar en ellas, que te duelen cada vez que las añoras.
¿A qué ciudad amáis vosotros?
Por supuesto que es posible enamorarse de una ciudad! Yo estoy enamorado de Buenos Aires!
En cierto modo la pregunta es retórica, jeje. Yo tengo unas ganas locas de conocer Buenos Aires. Hace años la cambié por Perú y siempre he tenido buenas referencias de ella, además de que allí vive ahora una buena amiga. Saludos!!!
Yo soy polígama 😛 Estoy enamorada de León, donde viví más de 7 años y hace poco me he encaprichado de Estambul
jaja, haces bien. ¿Por qué elegir cuando no es necesario?
Ohhh, León, mi provincia querida. Veraneo allí de toda la vida y la llevo en el corazón también 😉
¡Saludos!
estoy enamorada de madrid y de dublin!
siempre que piso madrid(por suerte varias veces al año)me entran unos nervios que son muy complicados de expresar!y puedo ser la persona mas feliz del mundo en esta ciudad.
y dublin estube hace año y medio casi un mes,y me enamore tambien.
su gente,su verde,sus paisajes,sus calles,los parques,sus rios y puertos,sus casitas,sus pubs jejej…TODO,espero volver pronto porque necesito recordar todos los buenos mometos que pase alli!
Buah, te entiendo tanto. Soy de Granada y hace año y medio que fui a Madrid para estudiar. Por problemas (para subsistir sobretodo) tuve que posponer un poco el estudiar y empecé a trabajar. Ahora me encuentro en un debate porque cada vez se me hace más cuesta arriba estudiar en Madrid y tendría que volver a Granada. Amo mi ciudad natal, pero estoy enamorada de Madrid
Hola, Alexa,
Madrid, aunque preciosa, a veces es también difícil por los bajos salarios, alto precio del alquiler y demás. Te mando muchísimo ánimo y espero que aunque este no sea vuestro momento, puedas volver y disfrutarla muchísimas veces más 🙂
abrazo!
Irene
¿Es posible estar enamorada de una ciudad que nunca has pisado? Eso me sucede con Buenos Aires.
Claro de que sí! Yo soy limeña y me enamoré perdidamente de Tarapoto, quiero mudarme allá!
Yo estoy enamorada de Lisboa. Desde que la pisé la por primera vez, ya en el año 1988, fue enamorarme a primera vista. Desde entonces no he dejado de volver una y otra vez. Si llevo un tiempo sin ir, me pongo inquieta, pensar en ella hace acelerar mi corazón. No me ha pasado con ninguna otra ciudad. Hay otras ciudades que me gustan mucho, Isfahán, Roma, León, Bukhara, Udaipur, Ámsterdam… pero ninguna como Lisboa. Ya lo creo que si, es posible enamorarse de una ciudad.
Yo estoy enamorado de Madrid pero literalmente no figurativamente, estoy enamorado y siento las mariposas en mi estomago, como si de una mujer se tratase.
Definitivamente, puedes quedar perdidamente enamorada de una ciudad, a mi me pasa con Buenos Aires, es un amor profundo y siempre quiero volver.