No podría vivir sin arte y Florencia es una ciudad que respira cultura por sus cuatro costados. Desde su carácter, forjado en el pasado por reconocidos artistas que hoy son todavía admirados en su catedral o sus museos; a una personalidad marcada por el arte callejero, el gusto refinado y el buen comer. Quizás su mayor “pero” es la gran cantidad de gente que sabe de sus encantos, pero aún así creo que es relativamente fácil descubrir su esencia… única, irrepetible y encantadora. Hoy os contaré qué ver y disfrutar en la ciudad durante tres días completos.
Haciéndonos con la parte más popular de Florencia
Llegamos a Florencia rápidamente gracias a un vuelo matinal y un taxi, así que durante esa primera jornada comenzamos a situarnos en la ciudad. Para hacerlo es fundamental recorrer las principales plazas de la ciudad: Piazza della Signoria (con un montón de esculturas, una réplica del David de Miguel Ángel y acceso al museo más importante de todos: la Galeria degli Uffizi), la Piazza della Repubblica y la Piazza del Duomo, donde radica también el principal monumento de la urbe, la Catedral de Santa María del Fiore.
Las tres plazas citadas están muy cerca y entre ellas, se entrelazan las calles más animadas y comerciales. Quizás demasiado. Pero mantienen su monumentalidad y belleza. En ese espacio, está también la Piazza del Mercato Nuovo, donde está el jabalí que te asegurar volver a la ciudad con un toque de hocico. En los días siguientes pasaremos muchas veces por estas calles, pero encontraremos el verdadero encanto (para nuestro gusto, claro) paseando más allá de sus límites.
Más allá de lo más popular de Florencia
Como ya he adelantado, encontré la esencia de una ciudad llena de arte y gusto en algunos rincones de la ciudad menos populares. Además apenas había leído sobre ellos, sino que los fui encontrando, disfrutando aún más si cabe del placer de conocerlos. Como en una película, donde las expectativas juegan un papel fundamental, descubrir este lado de Florencia fue una preciosa casualidad. Hacía mucho que no disfrutaba tanto.
Nuestra primera incursión más allá del centro más histórico fue atravesando la vía dei Servi hasta llegar a la Piazza della SS. Annunziata. Más allá del gusto de las callejuelas de esta zona, la plaza es más bien clásica, pero amplia y bella. Así que disfrutamos un rato allí, observando también cómo algunos estudiantes celebraban su graduación con flores y un pequeño refrigerio para los invitados.
Piazza della SS. Annunziata:
Después volvimos al cauce del centro de nuevo por la por la Piazza del Duomo, tomando la calle Borgo San Lorenzo para llegar a la plaza homónima. La Piazza di San Lorenzo fue uno de los puntos que más disfruté de la ciudad, por su belleza, por ser parada del primer día para la siesta de Luca y porque por su amplio espacio fue también escenario de varias actuaciones callejeras que disfrutamos muchísimo.
Piazza di San Lorenzo:
Desde aquí, a un paso, está el Mercado Central, lleno de lugares para comer y tomar algo; y de camino también se puede disfrutar de un mercado callejero encantador donde con el bebé dormido, sentí que volví a sentir esa chispa viajera últimamente dormida. Imprescindible también en esta zona, si se quiere tomar algo, visitar la Via Farenza, llena de bares y ambiente.
De nuevo, volvimos al triángulo dorado del centro, para tomar en esta ocasión otra dirección: por la Via del Corso, muy interesante en sí misma al albergar varios edificios históricos de alta belleza, llegamos a otro rincón precioso que hizo de nuevo incentivar nuestra emoción: Piazza di S. Pier Maggiore. Con puestos callejeros, tiendas de toda la vida y algunos bares y restaurantes, esta plaza tiene el gusto de las cosas pequeñas. Callejeando un poco más, llegamos también de nuevo a la Piazza della Signoria descubriendo otras pequeñas joyas, como calles empedradas como Condotta o la Piazza di San Firenze.
Piazza di S. Pier Maggiore:
En dirección al Río Arno, punto clave también en Florencia
Florencia respira arte, es una sorpresa a cada paso y su conjunto acaba siendo tan bello que es hipnótico. Y la culpa de que esa belleza sea redonda la tiene en gran parte el Río Arno y sus alrededores, donde no podemos dejar de nombrar al Puente Ponte Vecchio. Lo bueno de ir a Florencia con bastante tiempo (3 días en nuestro caso) es que puedes acercarte a este lugar desde todas sus aristas, así que disfruté verdaderamente de la mirada hacia este monumento.
De hecho, recomiendo ir hacia el exterior de la ciudad por la ribera hasta llegar a otra de las plazas de menos nombre que me encandiló: Piazza Santa Trinita. Por allí pasamos varios días y en uno de ellos una cantante hizo que el momento fuera de nuevo de lo más bello. En los alrededores de esta zona hay un alto nivel en cuanto a moda y se pueden ver tiendas de alta costura que le dan un gusto estético especial. Me llamó mucho la atención también la calle Delle Terme, donde me enamoré de un pequeño restaurante al que me empeñé en ir (el restaurante Nella, donde la comida resultó muy normal, pero tenían una panacota de postre de la que aún me relamo).
Piazza Santa Trinita:
El mirador de Piazzale Michelangelo, imprescindible
Otra visita imprescindible en Florencia es sin duda el mirador de Piazzale Michelangelo, el balcón de la ciudad en todo su esplendor. Ubicado a unos cuatro kilómetros del centro de la ciudad, merece mucho la pena, pues ya el paseo se disfruta. Nosotros íbamos con un bebé, pero tomamos el camino de una forma relajada. Así, atisbamos que la belleza de Florencia sigue más allá del río y que visitar esta ciudad con buen tiempo es toda una gozada.
Arriba, solo nos quedaba disfrutar las vistas, como si de una postal viajera se tratase. Intentando observar cada uno de sus detalles y captar con fotos lo que nuestros ojos admiraban. Para bajar, tomamos improvisadamente un autobús que no nos dejó en centro, pero sí cerca. Y volvimos de nuevo paseando.
La única visita que hicimos: la Catedral de Santa María del Fiore
De todos los atractivos que tiene Florencia para visitar, nosotros elegimos la Catedral de Santa María del Fiore. La razón fundamental es que viajamos con un bebé, y visitar interiores o museos es algo que cuesta mucho. Así que dejamos estas visitas para una posible futura visita.
Pero no queríamos dejar de visitar la Catedral de Santa María del Fiore, el monumento más conocido de la urbe. Si haces una cola enorme la entrada es gratuita, pero dado que Luca necesita estímulos constantes y lleva mal la espera, tampoco era una opción. Así que elegimos pagar unos 25 euros y entrar a la Catedral sin colas. El tique, además de la entrada prioritaria, incluía una guía que nos contaba detalles sobre el lugar. Sorprende porque la catedral por dentro es bastante sobria, hasta el punto que lo más destacable es el suelo… a excepción, claro está, de la cúpula. Esta, de impresionantes dimensiones, tiene un fresco sobre el juicio final que hace que la entrada merezca la pena. Sus más de 700 pinturas son una joya incalculable digna de admirar.
Y con este lugar cerramos nuestro paseo por una de las ciudades que más nos ha gustado recientemente y una nueva parada viajera para recordar toda la vida.
Datos prácticos en Florencia
Hotel en Florencia
Casi todos los días, nos alojamos en el Hotel Medici, muy normal pero idealmente ubicado (muy cerca de la Piazza del Duomo), por lo que lo recomiendo bastante. Por unos 200 euros la noche (para tres personas y un bebé), es cómodo y limpio. No tiene lujos pero es suficiente. Merece mucho la pena el bar que tienen en la terraza del último piso, con unas vistas preciosas al monumento más popular de Florencia.
Pero uno de los días pasamos la noche en el hotel California, pues nuestra habitación sufrió un percance el primer día y nos realojaron. También idealmente ubicado (muy cerca de la Catedral), es por un poco más de dinero (unos 265 euros los cuatro), un lugar lleno de encanto y con unas vistas ideales. Hubiera elegido este para todos los días si hubiera podido elegir.
Dónde comer en Florencia
Soy bastante desastre para elegir sitios para comer en los viajes y Florencia no fue una excepción. Fuimos eligiendo un poco sobre la marcha. Pero salió bastante bien. Creo que se come bien en la ciudad y si tengo algo que destacar son los postres. ¡Y nunca he sido de dulce!
Un día comimos en la Tavernetta de la Signoria, de forma muy correcta pero bien. Y el lugar es céntrico y no estaba muy lleno. Especial el tiramisú. En el restaurante Nella la pasta era muy normal pero la panacota era espectacular. Otro día cenamos en la Pizzeria da Michele por recomendación, pero la verdad es que las pizzas no nos gustaron… aunque el sitio, en una terraza cerca del mercado central, era chula. Y no dejamos de comer una focaccia en la calle, pero entramos en el sitio con menos cola porque los más populares son un horror.
… y hasta aquí nuestra visita. ¡Hasta la vista, Florencia!