Hay una opción mejor que quedarte en casa en Navidad aguantando charlas sobre la crisis económica actual y escuchando villancicos rancios todo el día. No te engañes: Volverás a pasar la Nochevieja en una fiesta de hotel sin comerte un colín y abrazado a una botella diciéndole que es la más bonita de la fiesta. Recibirás el año con una agria resaca. Pero lo dicho, hay remedio. El remedio, en este caso, se pone viajando.
Un lugar donde las luces de Navidad no valgan unos cuantos puestos de trabajo. Saliendo de España lograremos no tener que enfrentarnos a la dura decisión que afrontó el año pasado un pueblo en nuestro país: renunciar a las luces de Navidad o disfrutarlas a costa de puestos de trabajo que se pueden crear. Y es que ya se sabe, que la cosa en España “está muy mala”.
Brindando con champagne. Si viajamos tendremos la oportunidad de brindar con auténtico champagne francés en la tierra que lo vio nacer. ¿O vosotros sois de cava? De momento yo ya tengo el billete con destino a París.
No te olvides de la decoración navideña. Si en estas líneas tu grado de motivación para viajar llega al punto de querer pasar la Nochevieja en una capital europea, ten en cuenta que con el salario medio español, tendrás que pasar la velada en un hostal de mala muerte. Pero hay que ser optimistas. Todo tiene solución. Pásate por casa de tus padres y coge cosas para adornar el cuarto: espumillón, guirnaldas, serpentinas. Si no, recorta un folio en pequeñas partes y tira los trozos al aire.
Sé original con los villancicos. Lo dicho: la música navideña “de toda la vida” apesta. Pero la música en general alegra la vida. Así que elige bien la banda sonora de tu viaje. Y si aún sigues refunfuñando acordándote de los terribles villancicos, apuesta por versiones diferentes de los mismos. Te recomiendo por ejemplo el villancico que Ska-p publicó hace años y decía así: “Jesucristo era un tío normal, pacifista, intelectual. Siempre al lado de los pobres, defendiendo sus valores. Siempre en contra del capital (…)”.
Una Nochevieja especial. Con el paso de los años te has dado cuenta que la Nochevieja es un día especial. Especial porque todo cuesta el doble. Porque todo el mundo se pone guapo (pero nadie pilla). Porque hay barra libre en muchos bares (aunque eternas colas). Especial porque la ropa interior es roja (pero nadie la ve). Especial porque acaba tarde (teniendo en cuenta que empieza por lo menos a la una de la madrugada).Pero este año tienes frente a ti la posibilidad de que sea especial de verdad. Puedes quedarte en el hotel e inventarte una noche loca con guiris que hacían cola para ligarte.
Lo dicho: disfruta la Navidad aprovechando los días de vacaciones que te ofrece. Aún a costa de tener que pedir el aguinaldo con 35 años.
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