Viajar a Jordania es una experiencia única. Un viaje a un país teñido de ocre, que alberga la construcción humana más impresionante que he visto jamás –Petra- y que te permite descubrir lugares tan peculiares como el Mar Muerto o el desfiladero de Wadi Mujib. Hoy os voy a contar todo lo que hice o visité en los cuatro días que estuve en el país; completos, sin contar con los dos días de viaje que me llevó llegar y volver, con lo que el total ascendería a seis días.
Día 1: Perderte por una ciudad árabe, Amman, y darte un baño en el Mar Muerto
El primer día lo dedicamos fundamentalmente a conocer Amman, la capital de Jordania, de cuyo destino me impresionó, por encima de otras cosas, el paisaje de casas apiladas sobre las diferentes perspectivas de la ciudad. Era, como ya conté en el primer post sobre impresiones sobre Jordania, como ver por primera vez una ciudad árabe que solo había tenido la oportunidad de contemplar en la televisión. Un impacto visual y una sensación totalmente única.
*Si os interesa un tour de cuatro días por el país podéis consultar este completo recorrido que os llevará por lo mejor del país.
Comenzamos nuestra visita en la Ciudadela, pudiendo conocer los restos de la ciudad antigua y una posición inmejorable para divisar la urbe. Situada en uno de los siete jabals o colinas que forman Amman, aquí pudimos hacernos una idea de lo que fue el paso del tiempo en una ciudad cuya Historia nos lleva 7.000 años atrás.
Entre sus monumentos, se encuentran la Mezquita Omeya, la iglesia bizantina y sobre todo, el Templo de Hércules. Este último monumento, creado en 162-166 d.C en honor a los co-emperadores Marcus Aurelius y Lucius Verus, es uno de los símbolos del lugar y del paso del Imperio Romano por estas tierras.
En la parte inferior de la ciudad se encuentra el teatro de la época romana, cuando la urbe se llamaba “Filadelfia”. Fue uno de los teatros más grandes de Oriente y se conserva en muy buen estado, si bien no es una obra especialmente espectacular.
Allí pudimos pasear tranquilamente por el centro, ver cómo los jordanos hacían compras en el mercado de las verduras o entraban a la mezquita para rezar en la mezquita Hussein, a unos pasos. Hay también mucho movimiento comercial, por lo que es el momento adecuado para poder hacer algunas compras, aunque a mí no me gustan especialmente y me dedico simplemente a hacerme una idea de cómo es la vida en la urbe.
En otra de las calles del centro está el edificio más antiguo de la urbe, The Duke, donde pudimos comprobar cómo era una casa por dentro. Grande y cuidando cada detalle, la visita merece la pena porque la decoración es bonita y tiene ese encanto irresistible de las cosas viajas. Por último, visitamos una calle que sale de la – Prince Moh’d Street y que tiñe de color la urbe, con sus pinturas y paraguas en suspensión; ideal porque alegra la vista y el ánimo.
Tras un corto trayecto en bus, llegamos a nuestro hotel en el Mar Muerto y bajamos, rápido, para comprobar en nuestras propias carnes, que uno flota en sus aguas. Fue genial comprobarlo, jugando como una niña a ver si era capaz de posar para una foto y sintiendo el calor y la atmósfera única de este lugar.
Además de esta peculiar característica, el hecho de estar rodeado de tierra, hace que el agua se evapore y deje un poso de sales y minerales utilizados tanto para productos comerciales como para fines medicinales. Así, este lugar natural acaba convirtiéndose en un balneario al aire libre de primer orden.
Día 2: Día de desfiladeros, Wadi Mujib y Siq, y de compartir momentos con gente local
En la zona, se sitúa otro de los lugares que tuvieron la culpa de que Jordania me pareciera un país de paisajes imposibles; paisajes preciosos e inolvidables. Se trata del Wadi Mujib, un desfiladero por donde discurren las aguas de diversos ríos que van a dar al Mar Muerto y allí, pude hacer barranquismo por primera vez y descubrir la belleza de la reserva natural situada a menor altitud del planeta. La pared de roca se ha erosionado de forma serpenteante y cuando uno va avanzando con la corriente en contra y superando los cantos rodados que se encuentran en el camino, cada detalle del país es realmente abrumador.
Como siempre, miré hacia arriba varias veces intentando fijar en mi memoria tanta belleza y bueno, puedo decir que lo logré porque aún hoy tengo un recuerdo muy vívido. La actividad por otra parte ayuda a esta sensación, ya que es muy divertida y trepidante, acabando en una cascada donde te refrescas y sientes como si hubieras ganado un campeonato de algo… o al menos así me sentía yo.
*Te recomiendo que visites el país con un seguro de viajes que te proteja en alguna situación adversa que puedas tener -sobre todo accidente o enfermedad- y así viajar con total seguridad. Si te interesa, puedes hacerte con un ¡20% de descuento gracias a ser seguidor de este blog!
Para gente amateur como yo, recomiendo contratar un guía, pues él ayudará a superar cada obstáculo del camino. No es un nivel muy alto, pero hay que tener cierta destreza física.
Tras esta actividad, nos acercamos a un pueblo jordano, Zikra, donde pudimos compartir un rato con la comunidad local, haciendo las actividades propias del lugar –ayudarles a cocinar, hacer complementos con lana o plástico o maquillarnos con kohl- y sobre todo, disfrutando del contacto con gente local. Fue muy agradable perderme un rato con personas que no hablaba un idioma común, intentando desarrollar el lenguaje de los gestos, la repetición tan básica como el nombre de quién tienes enfrente o una simple sonrisa. Este rato fue posible gracias al programa The Zikra Initiative, que potencia el desarrollo de las comunidades locales a través del intercambio y de lo que ellos pueden aportar a los viajeros.
Por la noche, ese día, llegó el turno para el otro desfiladero: el Siq, que precede a la ciudad antigua de Petra y que recorrimos para hacer el tour ‘Petra by night’, que nos permitió ver el monumento de la fachada del Tesoro bajo la iluminación de velas y relajadamente, sentados, con música tradicional de fondo y té en mano. El recorrido y finalmente, atisbar aquel pedazo de monumento a la luz de las velas fue un momento especial. Todo hacía aumentar las ganas de observar Petra a la luz del día, que ocuparía el grueso de nuestra siguiente jornada. Es un lugar mágico por sí solo.
Día 3: Petra, la imponente Petra
Petra es un lugar capaz de justificar que ponga una palabra dos veces en un mismo título; un lugar hipnótico, imponente, mayúsculo, sublime. La creación humana más perfecta, bien conservada e impactante de las que he visto.
Extendiéndose la zona más interesante en torno a doce kilómetros, hay que tener en cuenta que se necesita tiempo y que también es algo duro. Aunque hay un servicio de caballos que te llevarán a las puertas del tesoro, gratuito pero en el que seguramente te pedirán propina, y que también hay un montón de ofrecimientos para que burros y dromedarios hagan más fácil el camino, creo que la mejor opción es intentar aguantar por nuestros propios medios. Desde hace tiempo, desconfío de este tipo de servicios en los que se utilizan animales, pues nunca me parece que les traten bien y no me parece que sea ese su fin. A veces, nos gustan estas actividades con animales, pero no reparamos realmente al bien que podemos estar o no haciéndoles.
A lo largo del recorrido se podrán ver los diversos monumentos, entre los que destacan sobre todo la fachada del Tesoro, creada como tumba para un importante rey del pueblo nabateo, y el monasterio, muy parecido al anterior, que se alcanza tras un arduo camino de unos 800 escalones pero que merece la pena porque ofrece unas vistas inmejorables de la zona.
La creencia en la reencarnación de sus creadores, unida a la mimetización con todas aquellas culturas que pasaban por Petra –lugar de paso, posición que le valía para dotarse de una importancia comercial- hicieron que se construyeran muchas tumbas, que hoy son la mayoría de los restos que se pueden contemplar. Ejemplos de ello son la Tumba del Obelisco, de claras referencias egipcias; o las tumbas del Palacio y la Tumba de la Urna, que forman parte de las Tumbas Reales Nabateas.
Fruto también del guiño de la ciudad de Petra a las culturas con las que tenían contacto, surgió también el Teatro, construido por los nabaetos en el siglo I d.C. Restos arqueológicos todos ellos muy bien conservados, junto con antiguas casas o calles columnadas que podemos contemplar a medida que vamos conociendo esta urbe.
Al final del día, exhausta pero realmente encantada con la visita, volví andando poco a poco, y dedicando el tiempo de vuelta a asimilar tanta belleza. Aún después teníamos fuerzas para cocinar, así que nos implicamos con ahínco en el programa de Petra Kitchen, donde poder participar en la preparación de los típicos platos jordanos. La cocina no es lo mío, pero me apañé bastante bien y sobre todo, me llevé unas cuantas recetas para poder repetirlo en casa. ¡Algún día!
Día 4: Surcando el desierto de Wadi Rum
El último día lo reservamos para conocer el desierto de Wadi Rum, otro de los grandes nombres en el turismo de Jordania. De tonos ocres y rojizos, manteniendo el encanto del resto del país, su mayor atractivo son las grandes formaciones rocosas que te vas encontrando en el camino y sus vistas, siempre atrayentes cuando se trata de un desierto.
Aunque hay diversas rutas que varían en función del tiempo y el presupuesto, nosotros hicimos un trayecto de dos horas en 4×4 parando en alguno de los lugares clave y de los puntos que mejor panorámicas ofrecían.
También se pueden observar diversos jeroglíficos de los pueblos que pasaron por este lugar, como los nabateos, y es conocido porque Lawrence de Arabia lo utilizó como base de operaciones para la Rebelión Árabe de 1917. Acompañando a estos atractivos, está el lado más humano del lugar. Los beduinos que nos reciben en los puestos o en los restaurantes cerca del desierto son la mejor carta de presentación del lugar, invitando a té o a café y desplegando otra de las características más disfrutables del lugar y de Jordania en general: la hospitalidad.
Por eso quizás me quedaron ganas de hacer noche allí, pero no había tiempo. El viaje tocaba a su fin y con la despedida, una honda nostalgia que comenzaba a aflorar.
Gastronomía jordana
De un tiempo a esta parte, una de las cosas que más me inquietan antes de viajar a un país saber cómo será su gastronomía, ya que en países como Turquía o Tailandia se convirtieron en los platos fuertes del viaje sin planearlo. En Jordania se come también muy bien, con varios primeros platos compuestos por hummus, tabbouleh (perejil y cuscús) o una crema de berenjena que estaba buenísima y segundos generalmente compuestos por pollo o cordero guisados con una base de arroz.
En el desierto pudimos disfrutar del segundo plato cocinado bajo la arena, en la tradicional práctica del desierto conocida como El Zarb, asistiendo al momento de levantar una manta que posan sobre el horno y por supuesto, probando de primera mano el resultado. ¡Estaba riquísimo!
Organización/presupuesto
Como ya indiqué en el primer post que hice sobre el lugar, mi viaje fue resultado de la invitación por parte del organismo de Turismo del país, Visit Jordan. No obstante, puedo indicaros que el presupuesto de ese tour –de forma organizada y con guía- y sin contar con las entradas a los lugares naturales, asciende a 1.000 euros.
Para contratar el viaje de forma organizada, se puede contar con los servicios de las agencias de viajes que ofrecen este viaje y disfrutar de un servicio a medida. También te recomiendo que mires un seguro de viajes que te cubra diferentes situaciones tanto de enfermedad como de accidente.
También se puede hacer por libre. De hecho, en Amman, preguntamos en la oficina de turismo para saber la forma de llegar al Mar Muerto y además de dirigirnos a alguna agencia de turismo de la zona, nos indicó que en la estación de autobuses podíamos tomar un trayecto hasta allí.
Datos útiles:
- Hay vuelos directos Madrid-Jordania gracias a la compañía Royal Jordanian, con la que tuve la oportunidad de viajar al país. Me gustó su puntualidad, sus servicios y el trato de su personal.
- Jordania es un país seguro. Muchas veces por desconocimiento, pues está cerca de zonas actualmente en conflicto, creemos que esto afecta al país y dejamos de viajar por eso. Pero no hay razón para creer en eso; si no todo lo contrario. Es un país tranquilo, con relaciones diplomáticas pacificadas y sin alteraciones del orden que destacar.
- Como en otros países musulmanes, muchos de sus ciudadanos no beben alcohol, por lo que en restaurantes locales no suelen vender bebidas alcohólicas. Si pueden tener en algunos casos, cerveza sin alcohol, que probé y os puedo decir que está bastante buena. En hoteles sí podrás contar con este tipo de bebidas; no obstante, son caras, así que ten en cuenta esto.
- Los servicios turísticos de los que yo disfruté fueron de alta calidad. El servicio fue amable y tenían casi todos las necesidades cubiertas.
- Los enchufes son diferentes que en Europa. Si bien en hoteles cuatro y cinco estrellas, tienen adaptadores, lo mejor es preguntar para poder tener electricidad para tus necesidades.
- A tenor de las actividades que se van a realizar, recomiendo ropa cómoda; muy cómoda para lugares como Petra, donde nosotros estuvimos caminando durante ocho horas.
Ay!!! Otro país que tengo que ver….. La lista no termina nunca jajaja
Una pregunta, ¿con 4 días enteros vale o te quedaste con ganas de ver más?
Besos,
Flavia
jeje Sí, la verdad, es que yo no sé por qué no puse allí la mirada antes… Petra es algo fuera de lo común. Todo en general…
Pues quizás se me pasó hacer referencia, pero yo si pudiera iría mínimo un día más. Por ejemplo Petra lo vimos genial, pero en el desierto yo hubiera dormido.
El resto estuvo bien como estuvo 😉 Aunque otro día para el Mar Rojo, pues la zona de Áqaba tiene geniales fondos marinos, tampoco estaría mal. Y ya no te digo nada si quieres ir a Jerusalem, que está cerca… 😉
Abrazo!
Ire
Qué ruta más que requetechula, qué viajazo… ¡Cada vez le tengo más ganas a Jordania! Qué pinta tiene la gastronomía (con lo que me gusta a mí el hummus y demás…) lo de la cerveza es normal, en todos los países musulmanes pasa, ya nos hartamos aquí en Madrid je je je
Un placer leerte, compañera.
¡Abrazote!
Gracias Patri!
desde luego que fue un viajazo y aún pensando en él nace en mí una enorme sonrisa 😉
¡Te encantará entonces comer hummus todos los días jejeje!
La verdad es que el tema cerveza a mí me mata un poco, pero bueno, algún día tuve mis escarceos.
Un abrazote,
Ire
Hola! Tienes el contacto de The Zikra Initiative? Por la web me está siendo muy complicado encontrar algo..
Gracias por adelantado!
Hola! Sabes cómo contactar con la The Zikra Initiative?