Tenía ganas de un post así con Menorca: puramente opinativo. Porque me gustó demasiado la isla y no quería dejar de contarlo. Y quizás también por ponerle algún pero, que casi siempre existen. Pero con todo ello, en general, fue un destino en el que las cosas buenas ganaron por goleada a las malas. ¡Un destino genial! Si quieres conocer una opinión externa sobre Menorca antes de visitarla, aquí te dejo algunos apuntes de lo mejor y lo peor de la isla. Pero si quieres un consejo: visítala porque creo que estará lejos de parecerte indiferente.
Las cosas que bien: playas, libertad, actividades, el conjunto…
Para comenzar diré que Menorca me pareció un destino turístico bastante equilibrado. Nuestro viaje en el agosto reciente fue playero casi al 100% pero a la vez creo que hubiera disfrutado mucho si hubiera sido una época en la que no acompañara el tiempo como lo hace en verano. Recorriendo sus puntos naturales más populares, haciendo un recorrido por sus faros, alguna visita turística que se nos quedó en el tintero (la Menorca Talayótica, una de las mejores muestras conservadas de la Prehistoria), yendo en bici a su lado más agreste y echando más tiempo en sus ciudades, también interesantes.
Es así porque más que los lugares de Menorca, que también, me gustó su espíritu. La isla, Reserva de la Biosfera, está bastante protegida y en general, es un destino que evoca libertad. La sentí al máximo en algunas zonas de playa del norte, explorando zonas bastante salvajes a pesar del turismo -como el Faro de Cavalleria- o saliéndonos en un camino y haciendo un picnic en un prado cualquiera. Me encantó esas sensaciones que te provoca.
¡Qué playas!
Pero un repaso por lo mejor de la isla sin sus playas, nuestro mayor objetivo en el viaje, no sería tampoco igual. ¡Qué arenales! ¡Qué agua! ¡Qué temperatura! ¡Qué esnórquel! ¡Qué fondo marino! ¡Qué transparencia! ¡Qué magia, señores, qué magia! Me gustó la costa de Menorca hasta límites insospechados, como pocos otros lugares del mundo. Sí, del mundo. Aunque las del sur están bastante masificadas y por ello a veces se tienen problemas para visitarlas, hay que decir que son una maravilla.
Me gustó también saberlo a través de un viaje en barco sin licencia que nos permitió además surcar el Mediterráneo y ser capitanes por un día. Así llegamos a zonas donde el fondo marino parecía una piscina. Fue una pasada. Si el barco os resulta algo caro, os recomiendo calas sin arena pero con fondos para quedarte maravillado, como Sa Farola.
Me encantaron las playas del norte
Las que más me gustaron, por la comodidad y tener menos gente, fueron las del Norte en general. Me gustó mucho la cala Des Bot, del conjunto denominado calas de Algaiarens, una de las que más en soledad disfrutamos; Cavalleria, preciosa y con un paisaje especial; y Pregonda, también bastante visitada pero con un encanto infinito. En general, todas las que visité en el norte. Y seguro que hay otras tantas que merecen la pena. ¡Volvería sin dudar solo para recorrerlas!
Por último, me encantó la cantidad de cosas que puedes hacer en la isla. Te recomiendo especialmente un paseo en bici desde Ciutadella a Punta Nati y los alrededores costeros de la que fuera en un pasado capital de Menorca (ahora lo es Mahón); hacer esnórquel en Pregonda; alquilar el barco sin licencia; catar los quesos y vinos de la tierra en las Bodegas Binifadet; y disfrutar de una bonita puesta de sol en el Pont d’en Gil. Desde luego no te aburrirás en la isla si no quieres.
Las cosas que mal: masificación y oferta hotelera
Ya lo dije: Menorca es en general una pedazo de isla, con millones de alicientes y razones para unas vacaciones maravillosas. Pero toda cara tiene su cruz. El hecho de que sea un destino increíble hace como es lógico que todo el mundo quiera ir. Hay mucha aglomeración turística sobre casi todo el sur, pero también bastante sobre las zonas más populares del norte. ¿Soportable? En mi opinión sí (he viajado en 2020, año de Covid, por lo que seguramente podía haber sido peor, se estaba al 80%), pero el tema está ahí.
Siempre se pueden adoptar algunas medidas siempre que sea posible: evitar julio y agosto; no ir a los lugares más archiconocidos; ir muy temprano… todas ellas a mí me resultan bastante difíciles. Tan solo llevé a cabo evitar más el sur; alquilar un barco para zafar de las colas en los parkings; y en general, intentar ir a lugares menos masificados (más allá de las playas, que soy de la idea de que si tienen fama es por algo). Y en general, aunque hubiera quitado a un puñado de gente (hablo de forma figurativa, no se ofendan), no se me hizo agobiante.
Y luego está el tema de si te compensa o no. Hace poco me planteé el tema y es que soy de las que piensa que los sitios masificados lo son por algo y que prefieren verlos y luego irse porque igual no soy especialmente cómodos; a no ir. Ese sentimiento lo tuve en Macarelleta, quizás la cala más cotizada de la isla, donde apenas cabía una toalla más. No obstante, yo volvería a ir porque es realmente bonita y porque el camino que te lleva es espectacular y en algunos rincones lo puedes disfrutar en soledad. ¡Todo tiene también su escapatoria!
Nuestra experiencia hotelera
En segundo y último lugar (todo ventajas, ya lo advertí), no me gustó demasiado la oferta hotelera. Yo casi nunca le doy demasiada importancia al alojamiento, pero el año pasado aprendí de una experiencia regular y quería uno bueno. Me costaba encontrar algo que pareciera especial por unos 150 euros. Tengo que reconocer que no busqué mucho, pero otras veces me cuesta poco identificar algo bueno por ese precio. Entiendo que al no haber especialmente mucha oferta, los precios suben. No lo sé. Los vi caros. Finalmente, nos alojamos en uno de unos 120 euros al día (alojamientos Binimar) y era muy normalito. Podría haberme dejado un poco más, pensarán, y lo había hecho. Pero a poco tiempo de viajar, el hotel donde íbamos cerró y nos ofrecieron esta alternativa, que tampoco es que fuera súper barata. Todo me dice que el hotel inicial hubiera sido similar. En fin, es un pero pequeño para una isla encantadora a la que siempre tendré ganas de volver.