Hace poco compartíamos en nuestras redes sociales un vídeo de gente que había hecho el viaje de su vida sin desearlo, para buscar un futuro mejor. A raíz de aquel vídeo, afirmamos que viajar es también siempre dejar atrás. Porque uno se va dando cuenta cuando pasa el tiempo que los destinos y lugares que visitó cada vez están lejos y que aunque sea joven, al viajar, en ocasiones, parece un poco mayor. Y por tanto, los viajes también son echar de menos, nostalgia y añoranza. Pos eso hoy os voy a contar mi primera gran experiencia viajera, que tuvo por destino a Perú. Porque hace poco la recordé; la eché de menos; y necesitaba contarla.
Sucedió mucho antes de que este blog fuera ni siquiera una idea. Fue la segunda que crucé el charco para conocer el continente latinomericano (si la primera cuenta, pues fue siendo una niña, mucho más inconsciente y eso, más niña). Ese continente que había llegado tantas veces a mí por la música o el cine; por la política, los sueños rotos; que ansiaba conocer por encima de mis posibilidades cuando apenas era una niña.
Fue un viaje de esos en los que tienes que tomar grandes decisiones. Decisiones que te vienen grandes, pero para las que tienes la edad perfecta y la valentía de tomar. Resolví ir sola, pues nadie tenía las ganas, el tiempo o el dinero para acompañarme, pero sobre todo las ganas. Lo más importante para viajar, concluí tiempo después. Con mis 23 añitos, allí fui, sola la mayor parte del tiempo.
Aún recuerdo muy bien la llegada a Cuzco (pues volé directamente desde Lima a esta ciudad), la sensación de inseguridad que poco a poco fue desapareciendo; los miedos, pero también la ilusión. El sentimiento después de dos días en esta ciudad, de las que las calles eran mías. El ofrecimiento diario de hachís (lady, me llamaban, nunca se me olvidará); conocer a la madre e hija con las que subí el Huayna Picchu; a Ana, que aún hoy es mi amiga virtual, con quien coincidí a la vuelta del viaje y con quién conecté en un solo un día.
Nunca he vuelto a hacer tantos amigos como en ese viaje. Viajar solo no es tan solo una vía de escape; es una oportunidad. Para muchos otros, una forma de vida.
Aún recuerdo Puno y su olor, las idas y venidas de su gente. El bar donde ponían ‘Héroes del silencio’ y donde una pintaba rezaba: «Lo siento, soy de Madrid». El latente revanchismo histórico, que acababa siempre en entendimiento. La fiesta con un amigo peruano que soñaba con viajar a Argentina. La inmensidad del Lago Titicaca o la habitación donde dormí en Taquile, con una ventana rota por donde entraba el frío… pero también los sueños. Arequipa y su gente; la amabilidad del hombre que regentaba la mejor posada del viaje, cuyo nombre hoy no recuerdo; la atención prestada en una reacción alérgica y un pequeño terremoto inesperados. El Colca, un paisaje infinito, más amigos interesantes. La afirmación absoluta de que el mundo es un pañuelo, al encontrarme con otro asturiano en Perú.
Ica, la fiesta limeña, la despedida… La sensación de que este país es y será siempre un lugar especial para mí.
Muy buen artículo! Nos encanta viajar por Sudamerica y conocer más de su cultura. Ecuador tiene los lugares más maravillosos. Yo usé los servicios de un operador en Ecuador para conocer Ecuador y las Islas Galápagos, se llama Gulliver Expeditions. Tenía un viaje perfecto !
Saludos desde Alemania
Ursi
Muy buena nota nos encanta recorrer sudamerica y contarlo tambien en nuestro blog, saludos cordiales