Llego a San Miguel de Allende tras una mañana de montar a caballo por un precioso barranco, pero extenuada por el cansancio. No obstante, hay una fuerza más poderosa que me lleva a olvidar que mi cuerpo se queja y es conocer una ciudad nueva. Una ciudad que me sonaba desde pequeña, quizás porque fue una de las más activas por la independencia nacional mexicana; quizás también porque es de sobra conocida por su belleza. Pero no dejó de ser una sorpresa recorrerla; descubrir de cerca su infinito poder de seducción como ejemplo de arquitectura colonial. Así que aunque se plantea la posibilidad de descansar, la rehúyo. Me pierdo por su plaza principal y por sus calles, empapándome de ella y pronto me rindo: estoy ante ese tipo de ciudades que enganchan a los pocos minutos de verla, en las que pronto te sientes como en casa.
A ello ayuda su plaza principal, conocida popularmente como de ‘La Parroquia’, por su principal monumento. No es posible evitar quedarse perplejo con esta iglesia, que llama la atención por una fachada de finales del siglo XIX inspirada en la Catedral de Colonia. Durante varias veces en los dos días que estoy en la ciudad la miro y asimilo su belleza. Pero el mayor poder de atracción de este lugar es sin duda su ambiente: puestos de artesanía o comida callejera; muchachos pintando en sus cuadernos de la Universidad e intentando recrear la estampa; mariachis acompañando la escena a golpe de notas musicales; y otros tantos viajeros, como nosotros, probando o repitiendo las delicias de este destino.
Esta ciudad, Patrimonio de la Humanidad, conoció el boom del turismo tras aparecer en 2013 en la revista Conde Nast Traveller como la mejor ciudad del mundo. Tras ello, está en constante evolución y recibe mucho turismo, pero aún conserva para mi gusto un aire auténtico que la hace completamente irresistible.
Día 1: Descubriendo la ciudad y su aire bohemio
Sin duda, la actividad más placentera que se puede hacer en esta ciudad es caminar por sus calles empedradas, entre coloridas paredes y cierto regusto decadente propio de las ciudades coloniales.
En este cometido, además de todo el centro histórico, hay un nombre propio: La calle Aldama, que tiene el honor de ser ‘la más fotografiada de la ciudad’. Si eres un amante de los “lugares con encanto”, podrás estar un rato largo analizando su belleza para al final resolver que merece toda la fama que tiene. Hacerte fotos, intentar captar esa imagen y guardarla en la retina mucho tiempo después… ¡qué delicia!
Por otro lado, conocer y conectar con la vena cultural de San Miguel será también tan interesante como placentero. Una de las paradas para ello será el Centro Cultural Ignacio Ramírez “El Nigromante”, que además de ser un centro de formación de diversas ramas artísticas –en nuestra visita veremos a alumnos de danza poniendo en práctica su aprendizaje-, alberga exposiciones y alguna obra de arte en su interior digna de una visita, como un mural de David Alfaro Siqueiros que es una declaración de intenciones sobre el concepto de perspectiva.
En esa línea, también nos adentramos en la Biblioteca Pública, que además de contar con cientos de libros, es también un lugar donde la cultura más allá de ser leída, vista o escuchada, se vive. Un gran patio interior con una cafetería u obras de arte vivas –varias personas pintan un mural en nuestra presencia- respaldan que en esta ciudad además de belleza, se respira una vida muy cultural. Por momentos, quiero quedarme a vivir allí. Me imagino visitando este lugar cada semana, leyendo páginas de un libro con olor a viejo con un leve hilo musical de fondo…
Día 2: Visitas en los alrededores de San Miguel de Allende
Si además de visitar la preciosa ciudad que es San Miguel de Allende, queremos conocer un poco más su enclave natural y su paisaje, será conveniente que nos traslademos al ‘Charco del Ingenio’, una especie de jardín botánico de un valor inmenso que tiene el segundo catálogo natural de cactáceas y suculentas del país. Estas 70 hectáreas son cuidadas por la comunidad, sin ayuda pública, y es ideal para pasear o asomarse a ver las vistas de la urbe a lo lejos. Podemos acabar la visita probando agua de miel, una bebida local por muchos años que es conocida como “la bebida de los dioses”.
Hay también en los alrededores muestras de la vena artística de la ciudad, en el Mercado de Artesanías. Allí, pintores de la ciudad muestran su obra y la venden, siendo también un espacio donde poder ir a tomar algo relajadamente y disfrutar de una vida cultural intensa. ¡Ideal!
Por último, otra de las visitas estrellas en San Miguel de Allende es el Santuario de Atotonilco. Situado a 14 kilómetros de la ciudad, sin duda, merece mucho la pena visitarlo, sobre todo por sus impresionantes murales. Una obra de arte de diversas salas y gran reputación que se ha ganado el reconocimiento de ‘Capilla Sixtina de América’.
En ellas, se pueden ver las representaciones cristianas más comunes, salpicadas de influencias indígenas y sobre todo, un trabajo muy espectacular. A mí cada estancia me dejaba más sorprendida, llegando a la más recargada pero también más impresionante. El santuario fue creado por el ‘Padre Alfaro’, conocido por su profunda y consecuente religiosidad y clave en la Guerra de la Independencia que hizo de México el país que es hoy. Por todas estas razones, no dudes: tienes que conocerlo.
Un paseo en caballo por el Cañón del Coyote
San Miguel de Allende también tiene un entorno natural único donde poder hacer actividades de aventura. Una de las que más tenía ganas de hacer era montar a caballo haciendo una ruta que coronase el Cañón del Coyote, un impresionante socavón que te ofrece unas vistas impresionantes. El recorrido es muy chulo y los caballos mansos, pero el último trago es de vértigo. Apto para los más valientes. Y por una vez, yo también formé parte de este grupo. Es impresionante ver cómo los animales bajan una pendiente con mucha inclinación sin inmutarse, como totalmente acostumbrados a estos equilibrios que a mí me hacen soltar varios gritos. Así pasaron tres horas, contemplando el paisaje y haciéndome a mi nuevo amigo, de nombre ‘Desconocido’, llegando incluso a trotar. Una primera vez que seguro que no olvidaré.
Datos prácticos
- Para el alojamiento os recomiendo el hotel donde estuvimos: La Morada. Además de estar genial situado, cerca de la principal plaza de la ciudad, las habitaciones son espaciosas, se trata de un edificio antiguo que en sí mismo es una chulada y que tiene unas instalaciones de primer nivel. Eso sí, el hotel tiene cuatro estrellas y no es de lo más barato que te vayas a encontrar. Pero si lo haces, tendrás una estancia genial.
- Para comer o tener una cena especial en San Miguel de Allende, recomiendo el restaurante La Posadita, que tiene una terraza de esas que siempre intento disfrutar en los diferentes destinos. Queda hacia la parte trasera de la catedral, donde la ciudad mantiene el gusto colonial y las vistas son poderosas. Además del lugar, que es realmente encantador y goza de geniales vistas, la comida y el local están muy bien.
- Si viajas a México, no deberías dejar de visitar una verdadera cantina. Un bar tradicional donde durante la regla podía reducirse a: lo que pasa en la cantina se queda en la cantina. En San Miguel de Allende, os recomiendo El Manantial, que aunque por dentro está muy modernizada, su exterior es del todo auténtico.
- Otra recomendación si tienes tiempo para pederte la tarde y gozar de una buena comida y mejor sobremesa es el restaurante/hotel Nirvana, en el pueblo de Atotonilco, donde podréis conocer la conocida como Capilla Sixtina de América. En este establecimiento se goza de un paraje único, las habitaciones son pequeñas cabañas de ensueño y la cocina es de categoría. A nosotros nos hicieron un menú especial, dejándonos probar diferentes platos de sus especialidades. Merece la pena. Las instalaciones son desde luego para quedarse toda la tarde y disfrutar de un buen día de sol.
- Si estás de viaje por la zona, no puedo dejar de recomendarte que visites Guanjuato, otra preciosa ciudad del estado. ¡Te va a encantar!
Además, cierro el post con un vídeo del lugar, que se quedará para siempre ante mis ojos como una de las mejores ciudades del mundo.
Hola preciosa
Cuántos recuerdos! Gracias por recordarme con tanto detalles mi paso por San Miguel de Allende
Un besote
Marga
cuantos recuerdos De esas ciudades que sabes que te acompañará siempre ¡
¡¡¡Marga!!!
sí, qué me vas a contar 😉 al menos nos quedarán texto e imágenes para el recuerdo. Espero verte pronto!! besos miles!!
saludotes,
Ire