Hay una actividad por excelencia para el verano madrileño que no puedes dejar de practicar si te toca andar por estos lugares en la época más calurosa del año: ir a la piscina. Siempre nos quedará la piscina. Pero todos sabemos que las piscinas de la capital se llenan demasiado y no ofrecen nada más allá que un pequeño trozo de césped y un chapuzón de entrar y salir. Por eso es mejor acudir a lugares de la sierra que ofrecen “piscinas naturales”, aunque en la mayor parte de los casos son piscinas artificiales pero alimentadas con aguas de los embalses o ríos cercanos. No obstante, no faltan las vistas propias de un lugar de montaña y en muchos casos, también mayor espacio (lo que viene fenomenal).
Hoy os quiero hablar de las piscinas naturales del área recreativa de Riosequillo, en Buitrago de Lozoya, a las que tuve la oportunidad de ir el fin de semana pasado. Lo mejor es que el espacio ocupa 4.500 metros cuadrados y además de la piscina, tiene canchas de fútbol, columpios para los pequeños o máquinas para las personas mayores, así como un amplio aparcamiento y una zona de césped y de campo bastante amplia. Y claro, también la piscina, que mide 250 metros y es muy larga, haciendo que no haya casi problemas de espacio. Si piensas en pasar el día, hay zonas amplias para montar el chiringuito con sillas y meses y hacer un picnic en toda regla.
Normalmente hay atasco para llegar, pero merece la pena, sobre todo porque luego no hay problemas para aparcar y encontrar sitio. Además, no son caras, costando el módico precio de 3,50 euros. El resto ya está escrito: tomar el sol, darse un chapuzón (el agua no está especialmente fría), comer, jugar unas cartas, dar un paseo y tomarse algo en el bar. Vamos, disfrutar del verano.
Además, hay un elemento del paisaje de las piscinas naturales de Buitrago de Lozoya que las hace aún más especiales: detrás de ellas, está el embalse de Riosequillo, formando en algunos lugares del área recreativa, la típica vista de algunas piscinas de hotel que detrás solo tienen la vista del mar. El embalse, donde está restringido el acceso, es un complemento más en la bonita postal que forman la piscina y las montañas. Quizás sean mis ganas de poder ver el mar lo que ha hecho que lo vea así, pero algo es algo.
Cómo llegar: este lugar está en la salida número 74 de la carretera A-1 y a la entrada debemos tomar la salida que indica área recreativa de Riosequillo (a la izquierda) y no Buitrago de Lozoya, que se toma a la derecha y lleva al pueblo, también una visita muy interesante.
Cómo llegar en transporte público: el autobús 191, que sale de Plaza de Castilla, lleva a Buitrago.
Si estás buscando otro lugar de la sierra donde disfrutar de un día parecido, te animamos a pensar también en las piscinas naturales de Cercedilla.