San Petersburgo es una ciudad vasta, pero preciosa. A ratos, fascinante; a ratos, fría. Es la ciudad menos rusa del país más grande del mundo; europea y sofisticada, pero también tradicional y auténtica. Eso sí: su encanto turístico es incontestable. Además de por su convulsa y peculiar Historia, por cada huella de su pasado y presente. Es una sucesión de monumentos de una gran belleza, locales con solera, barrios donde siempre hay un edificio con el que quedarse asombrado, muchas iglesias con la que deleitarse por dentro y por fuera (muchas son denominadas catedrales tan solo por su envergadura) o un canal con el que quedarse embobado.
Aunque mucha gente comparte en sus viajes esta ciudad con Moscú, nosotras queríamos viajar sin prisa y dedicarle en torno a una semana. Fuimos y volvimos un sábado, por lo que realmente estuvimos allí seis días completos. Aunque visitamos todos los monumentos importantes, recomendaría a la gente que estuviera incluso dos días más, para ver alguna zona que a nosotras se nos quedó en el tintero y para tomárselo con calma, ya que nosotras siempre necesitábamos más tiempo. Fue así también porque intentamos visitar muchos lugares caminando y las distancias en esta ciudad son grandes. Vamos, el tiempo pasa muy rápido.
Como visitas imprescindibles de la ciudad, incluiría el museo Hermitage (también Palacio de Invierno y por lo tanto un lugar fascinante para conocer, además de su colección de arte), varias de las iglesias de la urbe (la Catedral de la Sangre Derramada y San Isaac son las más importantes, aunque recomiendo también las imponentes San Nicolás y el Templo de la Asunción), uno de los palacios situados en las afueras de la ciudad (a elegir entre Pedrodvorets, impresionante por fuera e interesante por dentro; y el Palacio de Catalina, más famoso por sus interiores) y la Fortaleza de San Pedro y San Pablo o al menos, una visita a la zona de la isla Vasilevski o de Petrogrado para ver el otro lado del Neva y las maravillosas vistas de la ciudad.
Si se dispone de más días, debería dedicarse tiempo a conocer también otras iglesias como la Iglesia de la Trinidad y la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, barrios más alejados como el Sur de San Petersburgo, el Museo Ruso, actividades como una ópera o ballet en algún teatro de la ciudad o un crucero por el río Nevá o incluso salir por la noche y conocer la cara nocturna de la ciudad.
Para que os hagáis una idea, voy a resumir nuestro recorrido día a día. Para información más detallada y datos prácticos, iremos contando después pormenorizadamente cada uno de los días.
Día 1
Nuestro hostel estaba en la calle Liteiny, cerca de la Plaza Vosstaniya, localización inmejorable. Por la mañana cruzamos Nevski, la avenida principal de la ciudad, donde te encuentras la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, de entrada gratuita pero donde hay que guardar respeto, pues hay misas durante todo el día. Caminamos hacia San Isaac, en la misma calle, al final. La entrada merece la pena, pues es imponente. Cuesta 250 rublos. Se puede subir y obtener unas increíbles vistas de la ciudad por otros 150 rublos. Nos gustó también mucho.
La podéis ver a continuación:
Esa mañana vimos por primera vez el Hermitage, en la enorme plaza de Dvortsovaya. Continuamos hacia el Campo de Marte y el Jardín de verano, una amplia zona verde, y al salir vemos por primera vez la Iglesia de la Sangre Derramada. La entrada, que cuesta otros 250 rublos nos parece que también merece la pena. Por la tarde, paseamos hacia el barrio de Mariinski, donde conocemos la Catedral de San Nicolás (la gente está saliendo de misa y preferimos no entrar, sino empaparnos del ambiente) y después, la Catedral de la Trinidad. Volvemos paseando y después de cenar, volvemos a casa.
Día 2
Vamos caminando a la isla Vasilevski para contemplar la ciudad desde el otro lado del Neva. Tras parar en el mirador de la zona, llegamos al Templo de la Asunción, una iglesia impresionante, que podéis ver en la foto inferior. Entramos gratis e intentamos no molestar a la gente que reza. Seguimos paseando y nos vamos a comer. Por la tarde, caminamos hacia la Catedral Vladimirsky y paseamos por la zona. Esa noche aún tenemos energía para tomar una cerveza y lo hacemos en el acogedor Dickens Pub, cerca del hotel.
Día 3
Visitamos el Museo Hermitage por la mañana, pues tanto por la colección de arte como por el palacio, merece ser recorrido con detenimiento. Nos cuesta 400 rublos, más 250 la audioguía en castellano. Por la tarde, damos un paseo por el centro y hacemos un crucero por el Neva a las 8, que comienza en el puente Dvortsovi. Merece mucho la pena. Cenamos cerca del Hermitage y acabamos pronto el día.
Día 4
Este día visitamos el Palacio Pedrodvorets, situado a las afueras de la ciudad. Se puede ir en transporte público, pero es tarde y preferimos hacerlo en hidroplano (500 rublos por persona). En poco tiempo estamos en este imponente palacio, cuya entrada cuesta 400 rublos sumados a 250 de la entrada a los jardines.
Después de la visita, también interesante, nos acercamos al pueblo, donde se alza la Catedral de San Pedro y San Pablo, preciosa y muy parecida a la más popular de las catedrales de la ciudad rusa. Esa tarde tenemos comprada una entrada para ver un espectáculo en el Teatro Mariinski, un coro que versiona operas de Verdi. El lugar es impresionante y al contrario de lo que pudiera parecer, tiene precios asequibles y entradas para distintos tipos de actuaciones. La nuestra nos costó en torno a 20 euros.
Día 5
Visitamos la zona de Petrogrado por la mañana. Entramos a la Fortaleza de San Pedro y San Pablo por 300 rublos, donde se puede visitar la catedral homónima y el Bastión Trubetskoi. La primera destaca tanto por su original interior como porque allí se encuentran las tumbas y restos de los zares del país, y el segundo, por haber sido una importante cárcel y sus ricas explicaciones de los prisioneros que allí estuvieron (entre ellos, Gorki, Trotski, Kropotkin y Dostoievski).
Por la tarde, planeamos disfrutar del jueves saliendo por la ciudad. Hemos visto algún bar que nos ha llamado la atención, así que allí vamos. Acabamos la noche en una zona muy animada, conversando y echando unos bailes con rusos… y también españoles.
Día 6
Las resacas son iguales en todos los países, así que nos levantamos tarde y decidimos despedirnos de la ciudad sin prisa. Nos acercamos a la calle donde salimos la noche anterior, Dumskaya, y por sorpresa descubrimos una zona más animada y con más locales con encanto de los que habíamos visto en todo el viaje. No obstante, nos acercamos a la Iglesia de la Sangre Derramada para despedirnos y tras cenar, vamos a descansar al hotel porque nos vamos de madrugada.
Fin.