Las islas son siempre una opción ideal cuando alguien se plantea un viaje de verano por España. Y de las pocas que me quedaban por conocer, Mallorca, estaba por esa razón en el punto de mira. Fue así que en el verano de 2023 ideamos una escapada de una semana a este jugoso territorio, donde el sol (excesivo para mi gusto al coincidir con una ola de calor), la playa y la naturaleza nos acompañaron en unos días que nos tomamos con bastante calma por varias razones. Aunque no fue una decisión voluntaria, nos ayudó a tomar el pulso a este territorio de la mejor forma.

Viajábamos con Luca (bebé de cerca de 18 meses por entonces) y con ganas de que este fuera el viaje tranquilo de la época estival. A veces necesitamos recargar pilas y viajar siempre me ayuda a este cometido. Os contamos nuestra experiencia en estas líneas: desde la Sierra de La Tramuntana hasta la zona de playa que visitamos, Alcudia. Durante unos seis días. Con calma, pero intentando ver el máximo de cosas posibles. Con buena compañía y un escenario ideal.

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La Tramuntana, para obligatoria en la isla

De lo que visitamos y para nuestro gusto, la zona de la Sierra de La Tramuntana es una parada obligatoria en Mallorca. Tiene ese embrujo de las zonas de montaña en un territorio no muy amplio, formando carreteras serpenteantes y zonas verticales cerca del mar que le han valido el reconocimiento de la Unesco por su paisaje único. Nuestra primera parada fue Sóller y luego un pueblo aún más perdido en la montaña: Fornalutx.

Las dos caras de Sóller, ambas muy atractivas

Los primeros días nos alojamos en Sóller y aprovechamos para disfrutar de este pueblo con detenimiento. Tiene dos zonas que aunque diferentes tienen mucho encanto ambas: el puerto de Sóller y el pueblo antiguo. El primero de ellos se extiende en torno a la playa, que más allá de los barcos que amarran en ella, es bastante cómoda para el baño aunque es de piedras. Pero también es una zona ideal para comer, tomar algo y dejar pasar el día con unas vistas especiales y pintorescas.

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En cuanto a la localidad histórica de Sóller, puedo decir que fue de las paradas que más me gustaron en el viaje. Está dispuesta en torno a la Iglesia de San Bartolomé, un edificio que aúna diferentes estilos (transita del barroco al modernismo) y deja la boca abierta a los viajeros. A partir de este punto, pasear por sus calles empedradas, llenas de tiendas y restaurantes cuidados y tranquilos, es el mejor de los planes. Todo pintado en piedra y colores terrosos, puedo decir que lo añadí en la colección de los pueblos más bonitos de los que he estado en España.

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El paseo fue nuestra actividad principal, asomándonos a los extremos de la localidad. Cuando las casas comienzan a esparcirse en mayor medida, asoma el verde de los huertos y la incipiente montaña. Una vista aún más relajada de un pueblo que a pesar de que tenía muchos huéspedes, conserva bien su ritmo tranquilo.

Por detrás de la Plaza de la Constitución, la principal, está la estación del histórico tren de madera de Sóller, que la une con Palma y que es otro de los principales atractivos del lugar. Nosotras no subimos pero también se puede utilizar para llegar a Puerto de Sóller. De hecho, fuimos andando y no nos resultó especialmente fácil situarnos. ¡Nos perdimos! Viajando con un bebé y a más de 30 grados no era lo más adecuado, pero llamamos a un taxi y arreglamos pronto la situación. Una nueva Lucaventura para el recuerdo.

Fornalutx: segunda parada en la Sierra de La Tramuntana

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La siguiente parada del viaje fue Fornalutx, donde también nos alojamos un día. Más pequeño y de más difícil acceso, es un lugar exquisito, donde no hay detalle que no esté cuidado. Cada rincón era verdaderamente de postal. No hay mucho que hacer más allá de pasear por sus calles y admirar la naturaleza que lo rodea, así que nuestra actividad más repetida, debido también al calor, fue disfrutar de la piscina del hotel donde nos alojábamos.

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Pero también hicimos desde allí la excursión que nos llevó a otros puntos de la sierra. Elegimos visitar Cala Tuent, dado que Cala Sa Calobra es muy turística y dicen que no se disfruta especialmente de la experiencia (además de tener más tráfico para acceder) y no nos arrepentimos. Es una playa espectacular, donde había gente pero nada excesivo, y donde sentimos que no podíamos estar en mejor lugar dado el altísimo calor al que llegamos esos días. Incluso comimos allí y echamos un rato por la tarde. ¡No imaginábamos mejor plan que ese!

playa tuent vistas

De camino paramos en el embalse de Cúber, donde sus aguas cristalinas nos dejaron maravillados y Luca disfrutó muchísimo de la compañía de unas cabras que había en los alrededores. De hecho, la ruta en coche, más allá de sus paradas, es en sí misma un atractivo, ya que las carreteras forman curvas imposibles en paisajes solo disponibles para los más arriesgados. Por eso, reciben incluso un nombre, el de ‘nudo de corbata’, haciendo alusión a las formas que se generan en el terreno.

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Puerto de Alcudia: nuestra parada en la playa mallorquina

Al no contar con muchos días, elegimos solo un destino de playa en el que aposentar y disfrutar sin mirar el reloj. El elegido fue el Puerto de Alcudia, un lugar bastante turístico pero bastante agradable para no tener que pensar mucho en la logística. ¡Todo estaba muy a mano!

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Así que prácticamente pasamos los tres días en la playa de Alcudia y en la piscina del hotel. La playa de Alcudia es de aguas cristalinas y arena fina y blanca, así que no pedíamos mucho más. Es cierto que a ratos venían algunos olores un poco fuertes, pero entendemos que se debe a la gran presión turística de la zona. Solo disfrutamos también de un paseo en barco en las inmediaciones, donde echamos un vistazo a otras playas que habíamos apuntado para visitar (como la playa del Muro). Si me preguntan si el paseo merece realmente la pena, no sabría qué decir. Estas rutas siempre me gustan pero no avistamos un sitio que digamos fuera memorable y el barco hace un montón de paradas para recoger a gente. Con todo ello, Luca lo disfrutó mucho y por ello, nosotros también.

No obstante y aún a pesar de que pensamos en visitar alguna playa de alrededor de forma específica, vimos que había un montón de gente y decidimos seguir en nuestro arenal de referencia. Echando los últimos ratos en familia. Disfrutando cada paso (no literalmente porque aún no andaba) de Luca. Cenando con calma y en sitios que nos encantaron. Despidiendo la isla de forma calmada. Como nos recibió… y como así esperamos volver algún día.

Datos prácticos en Mallorca

Alojamiento

Alojamiento en el puerto de Soller: los primeros dos días nos alojamos en el hotel de Sol Port Soller, muy cerca del puerto de la localidad. Se trata de un alojamiento sencillo, pero limpio, amplio y con buenos servicios. Perfecto en cuanto a calidad – precio y si no buscamos muchos lujos. No tiene piscina, pero realmente está muy cerca de la playa. Pagamos por una cama grande 150 euros la noche.

Alojamiento en Fornalutx: nos alojamos en el Can Pera Accommodation – TI. Es un apartamento con detalles muy cuidados, buena atención y una piscina ubicada en un lugar de ensueño. Como comentamos, el pueblo es precioso y el hotel es una de sus casas de piedra. Fue la salvación para unos días de mucho calor. Este lo recomiendo encarecidamente porque además de tener todo lo necesario, no se comparte con mucha gente y los dueños son encantadores.

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Alojamiento en Alcudia: nos alojamos en un alojamiento que está en Airbnb y que son apartamentos con zonas comunes similares a un complejo turístico. Además de una piscina muy amplia, tienen servicios de animación y bares. Aunque es un ambiente que no me gusta especialmente, para el peque es súper entretenido, así que nos gustó esa opción.

Coche

Repitiendo nuestra experiencia en Menorca, reservamos nuestro coche con Record go, que nos ayudó en todo y facilitó una buena y fácil experiencia. En este caso contratamos el coche con silla de bebé y aunque nos costó un poco ponerla, también nos resultó sencillo. Como siempre, recomiendo contratar un seguro a todo riesgo por los posibles problemas.

por Irene

Periodista desde 2008. Inquieta y curiosa de toda la vida. Abierta a todos los planes; ¡no hay destino que no merezca la pena!

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