La vida es más sencilla cuando el medio de transporte predilecto es la bicicleta. Esa es la enseñanza quizás más acertada que me llevé de La Digue, una isla de Seychelles donde la vida transcurre en plena calma y donde los traslados me recordaron mucho a mi infancia. Playas preciosas (entre ellas la más fotografiada del mundo), aguas calientes y un turismo exclusivo y coqueto completan la carta de presentación de un lugar de ensueño. Os contamos qué ver en la La Digue en tres días, aunque podríais quedaros allí mucho más y seguiríais disfrutando seguro.
El plato fuerte: Anse Source d’Argent
Uno de los hechos más destacados de Seychelles es su carácter granítico. Los grandes pedruscos que habitualmente sobresalen en sus playas son parte de un escenario idílico que hacen la delicia de viajeros y fotógrafos profesionales y amateurs del mundo. Por eso, la playa estrella de La Digue, Anse Source d’Argent, presume de ser “la más fotografiada del mundo” según el Libro Guinness de los Récords.
Dado que el mayor núcleo turístico de La Digue está en torno al puerto que accede a la isla y de este a la reconocida como mejor playa de la isla no hay mucha distancia, lo más seguro que es que estés alojado a un tiempo ideal para ir rápidamente a ella. Si no, en bicicleta (alquilan una fácilmente por unos 7 euros al día), llegarás en un tiempo razonable, seguro.
En nuestro caso, no dudamos y en el primer día que llegamos a La Digue, pusimos rumbo a esta playa sin dudar. Se trata de un arenal bastante largo, con diferentes recovecos y habitualmente bastante llena de gente. Por eso, su visita es también una cuestión de paciencia. En nuestro caso, sucedió por otras razones. Pero el caso es que volvimos varias veces durante el día y al final de la jornada la pudimos ver casi en soledad. Darnos a los baños sin prisa y las fotos sin descanso. ¡Qué maravilla de lugar y paisaje! Eso sí, para el snorkel no la vimos especialmente buena, como así fue con la parte sureste de la isla.
Para mí, sin duda una de las mejores playas del viaje. Y eso que no la vimos con buen tiempo y no quisimos volver porque hay que pagar por entrar (unos diez euros por persona y día), pero nos enamoramos. Así fue.
Rumbo al sureste de La Digue: trekking y buenas playas
Pero La Digue no es solo Anse Source d’Argent; claro que no. En esta pequeña isla hay otra zona donde las playas adquieren tonalidades para soñar. Se trata del sureste del territorio y se accede también fácilmente en bicicleta. En mi caso pinché de camino y tuve que volver; y aún así no se hizo demasiado pesado. Es una genial experiencia atravesar la zona en un medio tan libre. En algunos tramos y sobre todo debido a la sensación de calor y humedad, se hace algo difícil. Pero nada importante cuando se está de buena energía y semejante paraíso.
Antes de nada, decir también que estas playas tienen una exposición al mar diferente y generalmente las aguas son bastante bravas. No obstante, en algunas de ellas no llega a ser especialmente fuerte y el baño es relativamente agradable, además de que en general, hay menos gente. Son buenas playas y la visita en general merece la pena. Para ir de una a otra hay que hacer pequeñas caminatas que nos sumergen en la exuberante naturaleza de la zona y nos muestran los arenales como rincones vírgenes bellísimos.
La aventura comienza en la playa Grand Anse, amplia y con las grandes piedras que tan bien identifican a las playas de esta parte del mundo. Aquí está el último restaurante de la zona, así que si tienes necesidad de agua o comida, no lo olvides. Al final de la playa, comienza un sendero que te llevará a la Petit Anse, otro arenal para alegrar los ojos y quizás para bañarse en la orilla porque las olas rugían pero bien cuando nosotros fuimos.
Allí el camino para llegar a la última playa de esta ruta está algo escondido. Ante la duda, un joven con un puesto de cocos se ofreció a ayudarnos con la interesada contrapartida de consumir en su tiendecita a la vuelta. En el momento en que estábamos, nos pareció un buen trato.
Y tras superar varias pendientes rodeadas de verde, avistamos la playa definitiva: Anse Cocos. Parecida a las anteriores, el sitio más deseado es una pequeña piscina natural que se forma al final del arenal. Allí el mar está en calma y además de ser un rincón idílico, se puede practicar buen esnórquel. Me encantó. Es uno de esos lugares que agradeces que te hayan recomendado. Se formó además una especie de compadreo con otros viajeros para avisarnos de dónde estaban los tiburones limón, especie que aparece por este lugar con bastante asiduidad, por lo visto. Los vimos, finos y elegantes, además de a otros lindos pececillos. Y así cerramos un día intenso, de nuevo, antes de volver al hotel, echarnos una siesta y dejar caer el día en el hotel.
Decir que la playa de nuestro primer hotel, Anse Reunion, era bastante normalita y además estaba bastante llena de algas, pero como no cuesta nada trasladarse en esta isla, si os toca alojaros allí, no está nada mal. Es más importante elegir bien el hotel, ya que en Seychelles hay una gran diferencia al pagar un poco más.
Anse Severe: la zona de la vida local
Como teníamos tres días en La Digue, el último de ellos aún podíamos explorar otra zona. Fue una pena porque el tiempo, que casi siempre es inestable en Seychelles, se puso feo y no paró de llover en prácticamente todo el día. Huelga decir que las playas y, en general, todos los lugares son mucho más bonitos con sol. Por eso, quizás, Anse Severe no nos pareció la playa tan chula de la que nos habían hablado. Si es cierto que es gratis (no como Anse Source d’Argent) y que su mar está en calma, pero al menos en el paseo que nos dimos con la lluvia cayendo sobre nosotros, no me pareció para tanto.
Tanto la playa como la zona tiene pinta de ser de ser el foco para los habitantes de la isla y por eso también hay varios puestos de comida y bebida en torno a la playa. Como el día que fuimos llovió, no vimos mucho ambiente, pero apuntaba maneras. A pesar de todo, mereció la pena pasear por allí y mezclarnos con los locales para comer.
Otra cosa que si no habéis visto antes en el viaje y os llamará la atención son las tortugas gigantes que hay en la carretera al lado de la playa de Anse Severe. Hay dos ejemplares (que yo viera al menos, en completa libertad). También están en la playa Anse Source d’Argent, donde sí están controladas.
Datos prácticos en La Digue:
Hotel: nosotros nos alojamos en el Hyde-Tide Apartments, frente a la playa de Anse Reunion y con un trato muy personal. Fue el más caro del viaje (250 euros la noche), pero mereció la pena e incluía por ejemplo un desayuno espectacular. Muy recomendable. Supimos lo que era un buen hotel al cambiar al Hotel L’Ocean, que es bastante más sencillo y barato.
Cómo moverse: como ya os adelanté viajar en bicicleta es lo más sencillo en la isla. Para ir al hotel, podéis alquilar un taxi, pero si no está lejos, me plantearía hacerlo incluso andando.
Dónde comer: aunque fuimos a varios restaurantes, fueron todos bastante normales. También hay muchos take away en la isla, que generalmente están muy bien. Pero especialmente os recomendamos el Rey & Josh Cafe Takeaway, un sitio de comida muy rica y donde hay mesas para degustarlo. ¡Buen precio, además!
*Si te interesa conocer más sobre nuestro viaje a Seychelles te recomiendo que eches un vistazo al post sobre los 10 días que estuvimos en este archipiélago africano. La parada anterior, Praslin, tiene también su texto específico para contaros en detalle lo que hicimos en esa isla.
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