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A veces me preguntan cuál fue el viaje que más me marcó y no sé qué responder. En mi caso, aunque hay varios viajes que fueron el inicio -nunca uno, sin embargo-, no tengo claro cuándo sucedió ese clic, ese cambio, que hizo que prácticamente la totalidad de mis días de vacaciones vayan para una afición que ahora es una prioridad casi absoluta. Por eso hoy quiero echar la vista atrás y repasar los 7 momentos viajeros que creo que más me han removido. Aquellos que cuando los recuerdo, me sacan una sonrisa y me hacen transportarme a unos instantes que no cambiaría por nada. Instantes que me hacen un poco más como soy ahora.

Sufrir una reacción alérgica en Perú y que me ayudaran

No todos los momentos que te marcan tienen que ser felices. Pueden ser menos buenos, o simplemente experiencias. Esta la he contado una y mil veces y quizás por ello haya sido una de las que más me haya marcado, sobre todo como aprendizaje. Resulta que en una de mis paradas de viaje a Perú, con tan solo 23 años y en solitario, comí marisco medio crudo y me dio una reacción alérgica. Cuando después de intentar recuperarme, fui consciente de que necesitaba un médico, el señor que regentaba la posada donde me alojaba, movió cielo y tierra para conseguirme uno. Mientras tanto, yo estaba en la entrada del alojamiento, en el sofá, sentada al lado de una turista europea que ni me miró. Aún recuerdo aquella sensación como si fuera hoy y sobre todo, el trato que me dispensó aquel buen hombre de Arequipa. Una pena que por entonces no apuntara todos los datos de mi experiencia. ¡Me encantaría agradecérselo!

Momento que me marcó porque: Me enseñó que hay mucha gente buena en el mundo, que te ayuda sin recibir nada a cambio. Y que también hay mucha gente que viaja para comportarse exactamente como lo hace en su país de origen… y que yo no pienso ser así. 

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Volar a Tailandia con Thai Airways

El pasado septiembre viajé a Asia por sexta vez, por lo que es un continente que me ha embrujado definitivamente. Y la primera vez marca. Por eso, nunca olvidaré los primeros instantes del viaje a Tailandia -un destino que aún estando muy de moda, siempre recomendaré-, cuando subimos al avión y todo era ya demasiado bonito; demasiado feliz. Recuerdo todo teñido de morado, azafatas encantadoras que fueron preludio de cómo nos trataron en ‘el país de la sonrisa’ y el olor a una comida que a día de hoy aún me maravilla. ¡Qué buenos recuerdos! Y elijo este momento porque en Tailandia no hubo nada específicamente especial, pero a la vez, todo era especial

Momento que me marcó porque: Fue la primera vez en Asia y me encantó lo que vi. Tanto que pronto repetí… y volví a hacerlo. Y lo volveré a hacer.

Ver una tortuga por primera vez en las Islas Gili, Indonesia

Otro hecho que me ha marcado mucho en los últimos años es una actividad que de tan sencilla y maravillosa como resulta, se han convertido en imprescindible. Se trata de hacer snorkel en mi caso y conocer un poco más algo que hace años era totalmente desconocido para mí: el mundo marino. Otro mundo, tan grande como el que vivimos en la superficie y cuyo descubrimiento es una experiencia sencillamente genial. Cuando me pongo las gafas de snorkel me evado completamente, disfruto del silencio del agua del mar y su efecto hipnótico y veo animales de colores y formas que antes nunca hubiera ni imaginado poder conocer así, en su hábitat y tan de cerca.

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Por eso, otro de esos momentos viajeros que se quedan en mi memoria y mi corazón para siempre es la primera vez que vi una tortuga en el mar. Fue en Trawangan, en Indonesia, en una zona donde se podían ver. Tras un rato practicando, siendo además la primera vez que lo hacíamos solos -y yo todavía no me apañaba muy bien- apareció ella, tan elegante y curiosa. La seguimos un rato -¡sin tocarla; no hagáis eso por favor!- y nos maravillamos sabiendo que queríamos repetir. Y así fue años más tarde.

Momento que me marcó porque: Era algo que no era consciente de poder vivir y una vez hecho, es inexplicablemente genial.

Ir al teatro en San Petersburgo, Rusia

Creo que los viajes que deseamos suelen venir de referencias culturales y por eso, otro tipo de viaje que marca es aquel que hacemos buscando vivir una vida parecida a las que hemos leído, visto en el cine o escuchado en las canciones. Por eso otra de las experiencias viajeras que guardo como oro en paño es la visita al teatro en Rusia. Me encantó porque Ana Karenina es uno de mis libros de referencia e imaginé cientos de veces como sería la vida de aquellas épocas. Fue en el teatro Mariinsky y si bien vimos un coro que solo alentó mis ganas de dormir, el estar allí fue sin duda otra experiencia de las que te marcan. Además ir al teatro o al cine en un país -en muchos casos; no todos- es vivir un poco más como la gente de allí. Y me sentí un poco más como si viviera en la ciudad. Me encantó.

Momento que me marcó porque: Rusia fue siempre un país que me inquietó y porque Ana Karenina es mi libro favorito.

A lo Ana Karenina!!

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Conocer Petra gracias a este blog

Cuando comencé el blog, allá por 2010, lo hice como un experimento. Por entonces comenzaba a viajar pero no tenía el virus de ahora y no creía que fuera a ser el proyecto en el que se ha convertido. Definitivamente me ha dado muchas alegrías. Y la más grande, junto con visitar México, fue ser invitada a conocer Jordania y sobre todo, su joya turística: Petra. Petra es uno de los lugares más maravillosos, curiosos e interesantes que he conocido en mi vida viajera. El Tesoro, su monumento principal y creada para ser tumba real, es sencillamente una creación impresionante. Esculpido en plena roca y de tonos rojizos, tanto su entorno como la perfección de la creación hace que no dude en afirmar que es la mayor maravilla humana que hayan visto mis ojos. El día que empleamos para recorrer la antigua ciudad de Petra fue inolvidable y os animo a que sigáis mis pasos.

Momento que me marcó porque: No estaba entre mis planes conocer un lugar así y me dejó asombrada.

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Volver a ir de camping y explorar este tipo de viajes

La infancia es una época feliz y en nuestra vida, volveremos a buscar esas sensaciones muchas veces. En cierto modo, nunca hemos querido crecer pero nos han forzado, por lo que buscamos razones que nos hagan creernos más jóvenes, más ilusos. Cuando Peter Pan viene a visitarnos nos emocionamos sin apenas poder disimularlo. Y también esto ocurre en los viajes. Hace unos años, gracias a disfrutar de una furgoneta equipada que se había comprado mi novio, pude volver a disfrutar de viajes cuya mayor virtud es la libertad de elegir cada día qué hacer. Viajes también que me llevaron de nuevo a campings, lugares donde pasé muchos veranos cuando era una niña, disfrutando de la naturaleza, mis padres y amigos improvisados que hacía cada año. Viajes que me llevaron a esa sensación de vivir con la casa a cuestas y disfrutando de un lugar en medio de la nada. Viajes que me devolvieron algo que me faltaba. Hice varios viajes así, pero me marcó especialmente el primero, que fueron unos 13 días pasando por la Costa Azul, la Provenza, Italia y luego Los Alpes franceses.

Momento que me marcó porque: Me llevó a viajar como lo había hecho de pequeña y recordar muy buenas sensaciones.

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Celebrar la vida en una cantina mexicana

El viaje de Perú que mencioné antes fue un viaje muy especial. Conocía por primera vez Latinoamérica por libre y era un continente del que siempre tuve también cientos de referencias a todos los niveles. Pero a pesar de encantarme el viaje, pasó el tiempo y me dediqué a conocer más Europa o Asia. Por eso, aunque echaba de menos ‘cruzar el charco’, no lo hice hasta bastante tiempo después. El destino fue México y redescubrí una tierra maravillosa, repleta de historia y cosas interesantes, gente encantadora y sobre todo una forma de celebrar la vida como en pocos otros lugares del mundo. Por eso, me marcó especialmente conocer las cantinas mexicanas y vivir una fiesta desde dentro. Fue el Festival Internacional José Alfredo Jiménez en Dolores Hidalgo, en homenaje al cantante de rancheras y una ocasión perfecta para brindar con los mexicanos por su cultura y forma de vida.

Momento que me marcó porque: Me llevó de nuevo a un continente que me atrae mucho y me hizo pensar mucho sobre el valor de la cultura.

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Espero que este post te haya inspirado y que te haya recordado aquellos momentos en los que tú también viviste grandes experiencias. Viajar es dejarse llevar y lanzarse para vivir cosas que no parecen tan importantes en el momento que se viven, pero que nunca se olvidan. Por supuesto, hay que ser precavido, pero no dejar de explorar. Además, siempre habrá herramientas para ir tranquilo, como seguros de viaje o empresas que te ayuden a reclamar situaciones inesperadas como el retraso o cancelación de tu vuelo. Raro es que exista una situación en la que el viajero no esté protegido y no le apoye la ley. 

El problema muchas veces es que nos falta información. Recuerdo a una mujer que me contó que le habían perdido la maleta y que no sabía bien que hacer y yo le ayudé a reclamar. La información es poder. Planifica, viaja seguro, pero lánzate. Viajar es vivir.

por Irene

Periodista desde 2008. Inquieta y curiosa de toda la vida. Abierta a todos los planes; ¡no hay destino que no merezca la pena!

8 comentario en “7 momentos viajeros que me marcaron”
  1. Qué bueno, es cierto eso de que no todo lo que te marca tiene que ser bueno. Pero al tomar distancia tendemos a idealizar y por suerte siempre recordar lo mejor, je je je lo de Petra me da una envidia brutal, no sabes las ganas que tengo de ir… Comparto contigo lo de las tortugas en Indonesia, yo ya las había visto en Costa Rica desovar (uno de mis momentos top sin duda) pero lo de verlas nadando es brutal… ¿Lo míos? Así en un fogonazo volar al amanecer en globo en la Capadocia, ver amanecer en el desierto de Merzouga, ver ballenas jorobadas en el barco a Coiba (Panamá), llegar al Campo Base del Annapurna en Nepal, al lago Baikal después de 72 horas en tren en el Transiberiano, y ver la Aurora Boreal mi primera noche en Noruega Ártica 🙂 ay, amiga, viajemos de nuevo ya

  2. Qué bien tus momentos, Patri,

    me encanta porque se nota que sentimos emoción con todos los lugares que visitamos y los necesitamos para vivir felices.

    Un abrazo,

    Ire

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