Tanzania es un país conocido por encima de todo por albergar una de las montañas más conocidas del mundo, el Kilimanjaro. Pero es mucho más que eso (cultura, paisajes, playas de impresión, naturaleza…). Hoy os lo mostraremos en un total de diez razones por las que conocer el país.

Este artículo será un resumen de lo mejor de Tanzania, los puntos más importantes que visitar, sus mayores atractivos y su esencia. ¿Quieres conocerlos?

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  • Conocer África en su versión más auténtica: población negra, lengua suajili, sabana y animales salvajes, inmensas llanuras, altas montañas y volcanes, trópico, cuna de la Humanidad, cultura ancestral, pasado esclavista, historia colonial, herencia británica, ventilador y mosquitera. Jambo, jambo! (¡hola!).
  • Disfrutar de Tanzania: país pacífico en pleno desarrollo, safaris y naturaleza (parques nacionales protegidos: Kilimanjaro, Serengeti, Ngorongoro, Manyara, Tarangire…), grandes lagos (Victoria, Tanganika…), costa y playas del Índico, islas de Zanzíbar, islamismo tropical, vida muy económica, hospitalidad indígena. Jambo Karibu! (¡hola, bienvenido!).
  • Volver al pasado: mi reino por un bolígrafo, coge la motocarro, carreteras de tierra, donde caben dos caben cuatro, agua al radiador, caminar es muy sano, mano de obra barata, la casa sin terminar, al asalto del turista, la vida está en la calle, tómatelo con calma. Hakuna matata (todo bien, no hay problema).
  • Practicar técnicas olvidadas: el regateo continuo (no hay precio fijo: te piden máximos, ofreces mínimos y acabáis tratando un precio razonable) y el cambio de divisas (serás millonario ¡en chelines del país!). Pierdes dinero, ganas papel. Asante sana (muchas gracias).

  • Potenciar virtudes tales como la paciencia y la tolerancia ante las continuas embestidas de los incansables papasi o “garrapatas”, esos que te salen al paso en la calle a todas horas para ofrecerte de todo, sobre la marcha, que no hay nada que no puedan conseguir. Y que a veces te sacan de un apuro y pueden resultar verdaderos amigos. Jambo rafiki! (¡hola, amigos!).
  • Gozar de las mejores playas del mundo: arena blanca y fina, arrecifes de coral, poblados de pescadores y barcos artesanales, recolectoras de algas con el agua hasta la cintura, niños en libertad total, vendedores de todo, baño y buceo, animales sueltos, lodges y bungalows entre los cocoteros, azul y sol, aguas casi termales, lejos del mundanal ruido. Jambo habari! (¡hola!, ¿cómo estás?).
  • Pisar el punto más alto y más blanco del continente negro. Desde sus casi seis mil metros, el Kilimanjaro te pone el mundo a tus pies. Solo por esa sensación, única, merece la pena intentar subirlo, algo que se consigue caminando, así de simple, no hace falta ser montañero ni practicar ningún tipo de escalada. Además, por encima de los cuarenta hectómetros, puedes experimentar el mal de altura, una especie de borrachera sin alcohol, gratis total, producida por la escasez de oxígeno y de presión atmosférica. Pole pole! (¡despacio!).
  • Adelgazar sin dieta, sin operaciones, sin comerte el coco. Una semanita pisando piedras, monte y cuestas, comiendo de hornillo y bebiendo agua, durmiendo en el suelo bajo montañas que asustan, imponentes y hermosas, con lluvia, viento y frío; mírate luego al espejo: no te reconocerás en esa esbelta figura que te sonríe desde el otro lado, orgullosa de exhibir ese tipo imposible con el que siempre soñaste. Ahora, a mantenerlo. Abari gani! (¡buenos días!).
  • Pasar del calor tropical al frío polar en «menos que canta un gallo», sin cambiar de paralelo ni de meridiano, en kilométrica y vertical caminata, desde la frondosa, verde y sonora selva virgen hasta los desérticos, blancos y silenciosos glaciares de hielo. Y viceversa. Usiku mwema (¡buenas noches!).
  • Viajar al futuro: algo interesante que contar a los nietos. Kwa heri (¡adiós!).

por Santiago

Santi Somoza, de estirpe asturiana en la desembocadura del Eo, allí donde ástures y galaicos se dan la mano, aferrado siempre a su clan galego-forneiro, hipermétrope enjuto, jubiloso jubilado, maestro de nada y aprendiz de todo, pacífico y socarrón, descreído, escéptico, indignado, viajero letraherido y maratoniano corredor de fondo, ave nocturna y perpetrador de tangos, amigo de sus amigos, amante del buen vino y la poesía y, por encima de todo, de sus tres queridísimas mujeres.

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