El dinero es un tema importante en la vida del que hablamos muy poco. A mí me gusta verlo como un medio para lograr otras cosas y por tanto, procuro no darle un lugar demasiado alto en mi lista de prioridades. Pero lo necesito; también para viajar. Así que he seguido unos códigos durante años que me han servido para tener el dinero necesario para hacer lo que más me gusta. Y si puedo ahorrar, también en general, mejor que no mejor. Nunca se sabe qué puede pasar mañana; y ese ‘colchón’ nos puede dar un alivio. Y así mi cabeza siempre me dice: “Nunca dejaré de hacer un viaje por no tener dinero”. Para ello, hoy os planteo una serie de preguntas para pensar sobre el ahorro e intentar por vosotros mismos llegar hasta él.
¿Cuáles son mis prioridades y qué me aportan las cosas que compro?
Aquí la pregunta inicial es otra: ¿Tienes dinero para disfrutar de todo lo que te gustaría? Seguramente no. Generalmente, todos queremos comprarnos más ropa, más tecnología, tener un mejor móvil, tener un casoplón con los objetos y decoración más modernos, una casa en la playa… pero, ¿eso realmente nos hace más felices? ¿Necesitamos todo eso? ¿Necesitamos siempre lo mejor? Habrá respuestas para todo, pero seguramente llegues a la conclusión de que alguna vez has comprado por comprar (¡y ojalá fuera solo alguna vez!) y que tampoco habías pensado en qué gastarlo, sino que la necesidad fue imperiosa e imposible de no seguir en el momento en que surgió.
Por eso, yo me plantearía: ¿cuáles son mis prioridades? En mi caso, más allá de las básicas, está el disfrutar de la vida. Para hacer esta prioridad más práctica, os pongo un ejemplo: no necesito ropa nueva cada mes para ser más feliz, pero sí seguramente una cena con amigos o pareja de vez en cuando. Con eso no quiero decir que no gaste dinero en ropa, pero cuando lo hago me lo pienso bien. Y me gusta no abusar. Por eso, estableciendo unas prioridades, deberíamos saber qué dinero está gastado con fundamento y cual está gastado de más.
Así, digamos, en un mes normal sin pagos extraordinarios, en mi cabeza está gastar dinero para: cosas básicas (incluyendo casa, comida, garaje y móvil), deporte y ocio (salir a cenar, tomar algo, cines, conciertos, teatro, etc.). Y de lo que sobra, me gusta ahorrarlo. Así, como os dije al principio, tengo el dinero suficiente para comprar con gusto todo lo necesario para un viaje.
¿En qué gasto mi dinero?
Sin duda, para reducir gastos, un punto crucial será saber en qué está siendo empleado tu dinero y como siguiente paso, saber si se puede modificar alguno de los hábitos que impliquen esa inversión. Para ello, puedes apuntarlos todos en una hoja (incluso lo puedes hacer restrospectivamente gracias a los datos bancarios) y luego dividirlos en imprescindibles; y prescindibles. Incluso aunque no llegues a eliminar ninguno de ellos, ganarás algo que no siempre se tiene: conciencia sobre lo que se gasta.
Y solo con el conocimiento se llega al control. Si eres capaz de saber en qué gastas el dinero semana a semana y emplearlo solo en lo que realmente disfrutarás, estoy segura de que tarde o temprano tendrás finanzas más sanas que te permitan darte determinados extras como viajar.
¿Todo lo que hago implica dinero?
Hace poco, un amigo lanzó esta pregunta al aire en Facebook (es él muy de preguntas filosóficas): ¿El dinero puede comprarlo todo? A mí, cuando la leí, me salió una leve risa. ¡El dinero solo puede comprar las cosas materiales y no son estas las que más deseamos! Por eso, yo doy un paso más: si el dinero no compra las cosas que más disfrutamos de la vida, ¿por qué casi todas las cosas que hacemos implican dinero?
Con ello me refiero a que si quieres estar en forma, no tienes por qué pagar un gimnasio (¡hay muchas formas de hacer deporte en casa o se puede salir a correr!); si quieres disfrutar de la compañía de un amigo, puedes pasear con él/ella y tomarte algo en un parque o invitarle a casa; y leerte algún libro de una biblioteca en lugar de comprarlos siempre. No digo que sea siempre la solución (¡por supuesto que yo también disfruto de una cenita rica en un restaurante bueno o de una clase de yoga en condiciones!), pero que a veces damos por sentados gastos que podemos ahorrarnos.
Este mismo consejo sirve para los viajes. Suelo pensar que cuando viajo gasto lo que debo en el billete de avión y en los hoteles, pero que una vez que estoy en los destinos, apenas gasto dinero porque mi prioridad o actividad favorita es pasear y observar la vida de los lugares que visito. No quiero hacer actividades en exceso (alguna por supuesto que sí y la llevo para siempre como recuerdo) ni tengo muchas más necesidades que intentar descifrar cómo es el día a día del destino.
¿Qué es lo que más voy a disfrutar en el viaje?
En este punto quiero remarcar que lo que más disfrutamos de un viaje son habitualmente los momentos en los que descubrimos ese destino. Por tanto, no tenemos por qué gastar mucho dinero en el hotel, donde voy a pasar menos horas, o intento por ejemplo comer en sitios más normalitos para hacer una ingesta ligera y luego ya en la cena gastar un poco más y disfrutar con mayor intensidad de este momento después de todo el día conociendo el lugar.
Tengo que reconocer que en estos últimos años he ido cambiando un poco de parecer y me gasto más dinero en los hoteles porque al ir en pareja creo que el alojamiento es también un punto importante y que esos ratitos me gusta disfrutarlos con la mejor de las comodidades. Pero no me costaría volver a dormir en sitios peores si tengo la necesidad, ya que el hotel, como he dicho al principio, no es lo que más voy a disfrutar del viaje.
¿Voy a usar lo que voy a comprar?
Esta es una pregunta que podemos hacernos durante un viaje pero que servirá como ejemplo para el día a día: ¿Voy a usar lo que voy a comprar? Casi siempre nos empeñamos en tener un detalle con nosotros mismos o nuestros seres queridos, pero ¿lo compramos a conciencia? No digo que no haya gente que no lo haga y tenga una preciosa casa decorada con pinturas de diferentes puntos del mundo o que como yo pueda desayunar cada día con la taza de un país, pero tristemente casi siempre acabamos comprando cosas que acaban cogiendo polvo en un cajón. Hace poco hice limpieza en casa y me dio verdadera pena por la cantidad de souvenirs que son comprados por comprar.
Por eso, la idea es sencilla: comprar algo que realmente sepamos que el destinatario va a disfrutar. Lo cual conlleva también no comprar un souvenir porque el destinatario lo colecciona sino es realmente de su gusto. Vamos, un poco lo de siempre: no comprar por comprar.
¿Viajar es caro?
Viajar no es caro. Implica dinero (como muchísimas otras cosas en la vida), pero no tiene por qué ser un gasto alto. A estas alturas de la película, viajar tiene un montón de opciones para poder ajustar precios y disfrutar tanto de billetes de avión como de alojamientos a buenos precios. Viajando estamos de vacaciones y también podemos tender a darnos algunos lujos (si ahorramos bien durante el año, ¡nos lo merecemos!). En general, con las finanzas saneadas siempre habrá momentos para después de ser conscientes y comedidos con el dinero, nos demos algún día libre para no pensar en lo que gastamos. Y por eso los viajes también me gustan tanto. Porque en ellos de alguna forma me permito más.
Dicho esto, habrá gente que tenga más problemas para ahorrar (gente en paro y con gastos familiares extensos) y a ellos les digo que viajar no es solo coger un avión y descubrir lugares lejanos, sino también coger el coche y disfrutar de los preciosos rincones que tiene nuestro país. A veces incluso dentro de nuestra propia región. Seguro que así encontramos una opción para dentro de menores posibilidades, disfrutar también de un bonito paisaje, un atardecer en la playa o un rincón lleno de vida donde disfrutar de las sensaciones que producen los lugares así. Porque las frases hechas a veces están cargadas de sentido y como dice una de ellas: lo mejor de la vida no se compra con dinero.