Londres. Una de las grandes capitales de Europa, referencia cultural y en constante renovación y ampliación. Con todo ello, conozco opiniones diversas sobre lo que la ciudad les inspira. Para muchos, es “la ciudad”, símbolo de juventud, vivir al límite y mucho rock and roll; una urbe para volver, pero en la mayor parte de las veces, estas personas se han acercado a Londres no solo en un viaje, sino para vivir. Pero en el otro polo, hay quiénes la encuentran fría, consideran que le falta algo y se van con una sensación agridulce, quizás de no haber encontrado el momento o el lugar para disfrutar plenamente de ella.
Para este segundo grupo y para quién tenga a bien leerme, va dedicado este artículo. Yo me había acercado a Londres hace unos doce años, siendo casi una niña, para ver a mi hermana. Fue uno de esos viajes en los que “viajé mal”, pues no elegí lo que quería hacer, sino que recorrí lo más típico de la ciudad y disfruté de tantas pintas de cerveza como pude… No es cuestión de culpabilizarse; tenía 18 años y otras preferencias.
La cuestión es que me quedé con una imagen superficial de Londres y no la tenía en muy buena estima, pero iba a luchar por cambiar de idea. Así que este abril, fui de nuevo. Y eligiendo algo mejor, con bastante suerte en el clima y con buena compañía, disfruté de uno de los mejores viajes que he hecho últimamente, dejando un poquito de mí en Londres y llevándome un buen recuerdo de la ciudad. Así que allá voy, decidida, a daros algunos consejos para encontrarle el punto a la ciudad. ¡Espero que os sirva!
El sol lo cambia todo
¡Cómo cambia una ciudad cuando el sol nos acompaña! Y más aún una ciudad casi siempre asociada a la lluvia, al gris. La verdad es que tuvimos una suerte fantástica de poder viajar a Londres y tener buen tiempo.
Gracias al buen tiempo, pudimos patear la ciudad sin más límite que el que nos impusieron nuestras piernas; buscar una buena terraza para ver el atardecer; comer una hamburguesa en el amplio espacio abierto del que se dispone el Camden Town; tener el privilegio de escuchar a grupos en directo (¡me encanta el arte callejero!); o disfrutar de una comida en una terraza y disfrutar del ambientazo del Soho.
Recuerdo todos y cada uno de esos momentos y sonrío inevitablemente.
Patear la ciudad para apreciarla mejor
Cómo decía la sabia abuela de Caperucita “¿para qué sirve la nariz? Es para olerte mejor…”. Pues yo añado: las piernas sirven para patear mejor las ciudades. Siempre creo que pasear por las ciudades las hace más humanas; las conectan a ti. Por eso, creo que hay que disponer del tiempo suficiente y trazar una ruta asequible que nos permita pasear por Londres.
En mi caso, lo hice sobre todo dos días. El primero, donde recorrimos lo más típico de la ciudad, en torno al Big Ben y sus principales plazas –Trafalgar y Piccadilly – y por la tarde, paseamos hasta la Torre de Londres. En este trayecto, nos adentramos en en Londres más común, abarrotada de oficinas y tiendas, que no tenía nada que nos llamara especialmente la atención –a excepción de casas de madera en mitad de la ciudad más comercial- pero que era Londres, al fin y al cabo. Al volver, en busca de una terraza para tomar algo, caminamos a paso ligero por una de las orillas del Támesis, disfrutando de otra perspectiva de la ciudad que sí me gustó especialmente.
El otro momento fue el último día, cuando ya no teníamos un plan especial y nos dirigimos a la zona del Londres más allá del Támesis, donde está situada la London Eye y disfrutamos de una de las estampas más bonitas de la ciudad.
Londres a golpe de versos o canciones
Si hay algo que rompe fronteras, ahí está la cultura. Y en ese campo, Londres siempre ha sido una referencia. Es imposible desprenderse del importante legado cultural que de una forma u otra pasó por la ciudad, a golpe de versos de Shakespeare o de canciones de los Beatles. Y buscar de algún modo esas referencias en la ciudad.
Para los amantes de la música del quizás grupo más popular de todo los tiempos, está la calle Abbey Road. En Camden Town, las paredes recuerdan a una de las empleadas más célebres de su mercadillo – Amy Winehouse-. Y al lado de Hyde Park, se puede pasear por donde lo hizo años atrás James Matthew Barrie y donde conoció a los niños que inspiraron su conocida novela ‘Peter Pan’. Hoy este personaje literario tiene allí una estatua que poder visitar, en los mismos Jardines de Kensington.
Hay muchas referencias de este tipo en la ciudad, que podemos alimentar por nuestra cuenta o tours creados al efecto, creando así un vínculo fuerte de referencias y experiencias dobles: las de leer un libro o escuchar una canción y la de visitar los escenarios y elementos que los hicieron posibles. Si por algún casual os han llamado la atención las referencias que he citado, os recomiendo leer la novela ‘Jardines de Kensington’ de Rodrigo Fresán y ver el documental ganador de un Oscar ‘Amy (La chica detrás del nombre)’.
Los mercadillos, la esencia de la ciudad
Tengo una especial fijación por los espacios abiertos. Creo que una terraza siempre es mejor que el interior del bar o que no hay nada mejor que un concierto al aire libre. Las paredes privatizan el espacio; la eliminación de los límites hace que todos podamos disfrutar en compañía de nuestros iguales. Por eso, creo que son mejores las ciudades que nos permiten vivir “la calle” y que tienen cierta cultura callejera. Y en eso Londres saca nota.
Sobre todo, gracias a los múltiples mercadillos que hay en la ciudad, referencias totales tanto en la vida allí como en el turismo. Camden Town y Portobello son los más conocidos, pero otros como Spitalfields o el mercadillo callejero del East-End los domingos, están pegando con fuerza. Seguro que además me faltan otros, pero viajé allí tan solo tres días y medio, así que lo dejo para otra ocasión.
Los mercadillos no son tan solo lugares para comprar ropa o complementos, sino que todos ellos cuentan con puestos para comer y disfrutar de ellos paseando y parando a tomar o comer algo.
No podré olvidar todos los momentos de los que disfruté en ellos; y pensar que volvería a ellos cada semana si viviera allí…
Disfrutar de Londres como más nos gusta: cerveza en mano
Este es un consejo aplicable a todas las ciudades, pero al que Londres, por sus múltiples opciones, seguro que se presta a ello. Se trata de disfrutar de la ciudad como más nos guste. En mi caso, es con una cerveza en mano, relajada, disfrutando del momento. Pero para otro puede ser en un parque alejado de la ciudad, en un lugar con vistas o tomándose un café.
Para “mi momento” en Londres elegí dos terrazas. La primera, tras buscar en Google, la Aqua Spirit, en pleno Soho. Las vistas no eran nada del otro mundo y la cerveza, algo cara, pero disfrutamos mucho de compartir un rato con los ingleses que parecía que estaban allí de after-work.
Pero sin duda, el momento de verdad fue en otra terraza, el Founder Arms, al lado del Támesis, con precios más asequibles y muy buen ambiente. Allí pude encontrar una de esas razones para acercarme a una ciudad: un local, un lugar o una calle donde iría si viviera allí. En Londres hubo bastantes, por lo que la ciudad me llegó. Y me quedaré con ello para siempre.
Hola Irene,
Londres, me gusta mucho y muchos más por los «tesoros» que esconde la gran cuidad, tanto físicos y de cuento a sus alrededores.
Y además encuentro comida de todo el mundo. Hasta tengo mis puntos para comer de ciertos países.
Abrazos desde Iquitos 🙂
Gracias por el comentario Bo!!
supongo que luego cada uno tenga también sus puntos fuertes dentro de la ciudad, pero a mí me enganchó definitivamente ese aire bohemio y de disfrutar de la calle 😉
Un abrazote!!!
Ire