Elegir siempre es renunciar. Por eso, un viaje, que siempre implica tomar decisiones, es también a veces una renuncia. Desde la más sencilla, que puede ser tocarse el ombligo en el sofá de tu casa, hasta dejar de despilfarrar dinero porque si no, no da para todo. Me hace gracia cuándo la gente se pregunta por qué no viaja -o exclama, siempre que tú lo haces, ¡qué bien vives!-, cuando no tiene un motivo aparente para no hacerlo. Quizás no quiera renunciar a ciertas cosas, y no lo sepa. O quizás no tenga la perspectiva adecuada. O simplemente le falta decisión.
Así que hoy vamos a hablar de la otra cara de los viajes; de lo que se deja, abandona o rechaza. De los sacrificios. De la parte no tan bonita, pero igual de necesaria, para llevar a cabo aquello que más nos gusta: viajar. Pero viajar de verdad: con cuántos menos límites de tiempo o lugar, mejor.
Gastar mucho dinero
Hasta el momento, viajar cuesta dinero. Hay que contar con el transporte, el alojamiento, comer y actividades que siempre van a requerir un gasto relativamente importante. Por eso, si no tienes un salario lo suficientemente holgado, deberás ahorrar para viajar. Y claro, eso no siempre es fácil. Quizás implique no comprarte ropa todos los meses, salir a cenar a sitios caros o tener la tecnología punta.
En cuanto a la forma, yo siempre he creído que la única vía es no gastar o intentar hacer aquello que te gusta por el mínimo coste.
Como motivación, voy a dejaros un trozo de una canción de Calle 13, que descubrí hace poco y me pareció muy inspirador.
«Tú no puedes comprar al viento
Tú no puedes comprar al sol
Tú no puedes comprar la lluvia
Tú no puedes comprar el calor
Tú no puedes comprar las nubes
Tú no puedes comprar los colores
Tú no puedes comprar mi alegría
Tú no puedes comprar mis dolores»
Confort
Hace poco debatía con unas amigas si realmente existe la gente a la que no le gusta viajar y todas creímos que sí, que aunque cueste creerlo, hay gente que no se siente cómoda en un lugar extraño, teniendo que convivir 24 horas con gente con quien convive tan solo unos ratos al día o conociendo un lugar que le es extraño.
Viajar es salir de tu zona de confort y para que lo disfrutes realmente, tienes que tener algún interés en adentrarte en lo desconocido.
La intolerancia
Viajar también supone estar dispuesto e incluso, diría yo, ser consciente de que vamos a ver cosas que nos chocarán, incluso que no compartiremos y que al fin y al cabo, tendremos que tolerar. Recientemente, viajé a Marrakech y en una de las visitas, a un pueblo antiguo, el guía nos contaba que había dibujos en las paredes de las cuatro mujeres que tenían los hombres de la casa. Aunque me chocara esta realidad, no me parecía acertado tener que juzgar lo que me estaba contando. Supongo que no tiene sentido cuando nuestras culturas y tradiciones son tan distintas.
Vergüenza
Una de las cosas que más tengo que agradecer al gusto por viajar es el haber sentido las ganas de comenzar a hablar inglés. Viaje a viaje, con el poco nivel que tenía del instituto fui soltándome y comenzando a tomármelo como un reto. Fue en gran parte gracias a perder la vergüenza. Y es que en un viaje, la vergüenza es mala compañera. Uno se verá forzado a preguntar a locales si está perdido, en las estaciones de tren, en los vuelos, a hablar en las excursiones o actividades, etc.
Y tú, ¿a qué renuncias al viajar?
la que tu llamas renuncia solo son subjetiva. «de lo que se deja, abandona o rechaza. De los sacrificios. De la parte no tan bonita, pero igual de necesaria, para llevar a cabo aquello que más nos gusta: viajar. Pero viajar de verdad: con cuántos menos límites de tiempo o lugar, mejor.» Esta es la esencia del viajero. Tengo amigos que se han ido a egipto y no han salido del resort. Entonce no ha estado a egipto! Para mi viajas solo cuando cambia tu costumbre y tus actitudes y te adaptas al sitio adonde va. En Tokyo no echaba de menos mi pizza o mis spaghetti con bolognese, por una semana he sido un japones, comia como ellos y he intentado descubrir lo mas posibles de la costumbres de tokyo. Si en viajes echas de menos a tu sofà no eres un viajero. Eres un viajero cuando sobre tu sofà echas de menos viajar. Per el mundo es vario, cada uno tiene su opinion sobre las cosas, por esto hay resort 🙂
Gracias por el comentario!
claro, cuando hablo, hablo del viajero de verdad, del que se involucra y que va al país a conocerlo y no a descansar como si se hubiera quedado en el suyo.
Yo respeto muchísimo todas las opciones, pero si no se viaja más, en ocasiones, es solo porque uno no quiere.
¡Un saludo!