* Agradecemos a SelectaHoteles la invitación al Hotel Rural Cela, en Belomonte de Miranda (Asturias), durante un fin de semana, alojamiento desde el que partimos para conocer las diferentes rutas y puntos de interés de Somiedo.
Hay pocas cosas más relajantes que un viaje de fin de semana a un destino cuyo mayor atributo sea la naturaleza. Donde quizás no haya muchos monumentos que visitar, ni museos interesantes a los que entrar o un ferviente ambiente, sino bonitos paisajes, aire puro y sendas por las que caminar e incluso muchas veces encontrarte al mismo número de personas que de animales. Esta fue la sensación que me invadió durante el último viaje de fin de semana a la zona de Somiedo, uno de los concejos más salvajes y escondidos de la geografía asturiana.
Hacíamos noche en el concejo de Belmonte de Miranda, contiguo y cuya principal localidad, homónima, está situada a unos 31 kilómetros de Pola de Somiedo, otra de las referencias urbanas de la zona. Esta última fue la primera visita que hicimos, el viernes a la hora de caer el día, ya que llegamos hacia las 6 de la tarde. La carretera ya es toda una declaración de intenciones: algo estrecha y altamente irregular, uno viaja entre deslfiladeros y formas caprichosas de grandes montañas que encajonan de forma intimidante el camino.
Tras aparcar en el pequeño casco antiguo, nos acercamos a la zona río, donde hay un pequeño parque y unos bancos y que ofrece una buena vista de la villa al estar al abrigo de las grandes montañas. Pronto se hizo de noche y volvimos a descansar, ya que al día siguiente nos levantaríamos pronto para hacer una senda que nos llevase al Lago del Valle. En Pola está el centro de interpretación del Parque Natural de Somiedo, por si os interesa (nosotros no lo visitamos).
Visita al Valle del Lago
Una de las visitas más interesantes de la zona es una senda por el Valle del Lago, que sale del pueblo que recibe el mismo nombre y cuyo punto cumbre es el Lago del Valle (el nombre no tiene pérdida), el más grande de toda Asturias -aunque no es tan grande como pudiera parecer por recibir tal reconocimiento-. Para acceder, se debe tomar una carretera bastante pendiente desde Pola de Somiedo y se recorren otros ocho kilómetros.
Hay un aparcamiento donde poder comenzar la ruta y donde de hecho está señalizada. Desde ese punto son 6 kilómetros, doce en total, hasta el lago. Aún hay algunas casas del pueblo unos cuantos metros más allá y donde comienza a verse el verdadero espectáculo de la naturaleza: un valle encantador, con la nieve coronando sus altas montañas, el verde de los prados reluciente y la única edificación de cabañas centenarias que sirven a los pastores como refugio. Tuvimos mucha suerte, ya que el tiempo nos acompañó y pudimos ver el lugar de la mejor forma, con sol.
Comenzamos la ruta a las diez, por lo que tuvimos también la suerte de hacer casi toda la senda solos, con el único sonido de fondo de los riachuelos y la nieve al ser pisada. La única compañía que tuvimos en la ida fue un grupo de vacas que recorrían su camino diario para pastar. A la vuelta fue apareciendo más gente y también un grupo de asturcones, caballos asturianos con un cierto parecido a los ponis aunque con mayor fortaleza física. Con lo que no contamos fue con la nieve, que hizo un poco más pesado el camino y algo más peligroso sobre todo al bajar. Por eso, si viajáis en invierno es recomendable que lo hagáis bien equipados y con botas de montaña, ya que servidora, iba con playeros y se pegó un buen golpe en un resbalón.
Aunque la senda está catalogada como fácil, al final hay una parte de fuerte pendiente, un “repechín” como dirían los asturianos, por lo que también hay que ir algo preparado físicamente. Tras superar la primera línea de montañas, se supera otra fuerte cuesta y se llega al lago, que el día en que subimos estaba completamente helado. La ruta es maravillosa, pero voy a dejar que hablen las fotos por sí solas.
Lagos de Saliencia
Después de hacer la ruta en el Valle del Lago y reponer fuerzas, decidimos visitar los Lagos de Saliencia, o al menos uno, que se puede visitar tan solo andando un kilómetro desde el punto donde puedes dejar el coche. Para llegar, hay que viajar en dirección al pueblo de Saliencia, pasarlo y tomar un desvío para los lagos. Pero cual fue nuestra sorpresa que al subir la carretera, había un punto en que la nieve cubría casi totalmente la calzada, haciendo que fuera imposible subir con el vehículo.
Intentamos no obstante hacerlo andando, calculando que aún nos quedarían unos 7 kilómetros y cerca de 3 horas andando, pero poco después un grupo de señores nos advirtió que la nieve cubría bastante en una zona más elevada y que había hielo, por lo que desistimos. Contemplamos el bello paisaje, las montañas, nos hicimos algunas fotos y regresamos, no sin advertir que aquí también las cabras invadían en ciertos tramos el camino.
La Braña del Pornacal
Como aún teníamos tiempo para ver algún punto de interés más, fuimos en dirección a Belmonte y tomamos una nueva carretera hacia Villar de Vildas, donde se empezaba otra senda para visitar la Braña del Pornacal y otras donde lo más destacado son las cabañas que albergan (braña es la parcela destinada al pasto del ganado). Pero llegamos tarde y la senda serían otras tres horas, lo que hubiera hecho que llegáramos de noche. Así que simplemente dimos un paseo por el pueblo, el más pueblo de todos los que visitamos, con perros sueltos, muchos hórreos y mucho cuchu (nombre en asturiano para hablar del estiércol que luego es abono para la tierra).
Este sería el final de una bonita jornada de naturaleza. Después me invadía una gran sensación de paz y tranquilidad. ¡Eso sí que es vida!
Es uno de los rincones más bonitos de España y para los que nos gusta la naturaleza ofrece un sinfín de actividades. Tengo muchísimas ganas de volver.
Para mí debería ser casi una vergüenza que siendo asturiana no me vaya más fines de semana a conocer estos lugares. Cuando volví me di cuenta de que más allá de maravillarme lo que vi, lo necesitaba muchísimo! Espero no tardar demasiado en volver 😉