En un viaje siempre entran en juego múltiples factores. Corría el mes de octubre de 2016 y el gusano viajero me visitó increpándome, así que en cuanto pude, urdí un plan con una amiga. Teníamos entre 3 y 5 días; y muchas “ciudades descarte” a las que una u otra habíamos ido ya. Así que después de tachar destinos y conjugar necesidades dejamos Malta y Dublín como finalistas. Llevadas por el deseo de alargar un verano que apenas disfrutamos, elegimos la primera opción.

Pero al comenzar a planear, preguntar a amigos y buscar información, nadie me aseguraba que Malta me fuera a encantar; más bien al contrario. En general, me decían que el destino no merecía especialmente la pena. ¿Qué pasó al final? Eso os contaré en este post que no es más que una opinión sobre el país como destino turístico; con lo bueno y con lo malo. Concretamente, tres cosas buenas y dos malas; saldo positivo… ¡se puede celebrar!

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Tres cosas bien: el mar, su colorido e historia

El mar, siempre presente

Malta es un país puramente mediterráneo, donde la luz ilumina sus principales atractivos y se convierte en sí misma, en una razón para viajar. A ello se une el mar, siempre presente en los diferentes ángulos que se forman en sus carreteras algo tortuosas y que se puede disfrutar desde las playas, pasando por las piscinas naturales de Sliema, por los puertos de las ciudades antiguas que hay frente a La Valleta o en los preciosos acantilados que se forman en la isla de Gozo.

pescadoresvictoriosa-2puerto-maraxlokkSu colorido, base de su belleza

Malta es uno de esos destinos que se te queda en la retina, entre otras razones, especialmente por su colorido. Su tono general es terroso, tirando a amarillento; contraste precioso con fachadas de colores que alegran el decorado general. En La Valleta no hay tanto color, por lo que te recomiendo encarecidamente que no dejes pasar la oportunidad, incluso recortando tiempo en la capital, de visitar las antiguas Senglea, Vittoriosa y Cospicua. ¡Son maravillosas! También en Gozo o Mdina se puede apreciar esa paleta de tonalidades.

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Es por ello uno de los lugares más fotogénicos que yo haya visitado –quizás en este punto la luz también echa un cable-; uno de esos sitios donde te gusta hacer fotos todo el rato y nunca parece suficiente. Bello a rabiar; “de postal” como se suele decir.

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Su rica historia, su mayor interés

Quizás uno de los mayores errores del viajero al elegir Malta como destino es centrarse en su versión playera. Si tuviera que decir su fuerte sería sin duda que además de ser un destino marítimo, tiene mucha historia y de ello hay rastro en los lugares que luego visitamos. Por Malta pasaron diferentes pueblos, dejando su sello, desde fenicios a ingleses, pasando por romanos o turcos. De ahí que lo ideal es ir en una época que no haga demasiado calor para poder apreciar bien el país… no solo sus playas.

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Porque será maravilloso perderse por los fuertes que fueron usados con fines defensivos o recorrer una y otra vez las estrechas calles de la antigua ciudad árabe de Mdina, más allá de recorrer la costa.

Otra peculiaridad que marca el carácter del país y sus islas es la implantación allí de la Orden de Malta, creada en Jerusalén por comerciantes amalfitanos en el marco de las cruzadas y que generó mucho arraigo. Por eso, el país es marcadamente religioso, tiene un montón de iglesias e imágenes devotas en sus calles. De nuevo, os recomendaré callejear Senglea, Vittoriosa y Cospicua para apreciar el nivel de religiosidad que se respira en Malta; con una virgen o un niño Jesús a cada paso. Además, los centros religiosos son tan bonitos por dentro como por fuera, por lo que también creo que es recomendable en cuantos más mejor. Yo lo hice a dos y me encantaron.

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Dos cosas mal: playas y masificación

La masificación, a evitar

Malta es un destino que por sus peculiaridades se ha puesto de moda, sobre todo por el tema de las playas. Por eso, la gente acude en masa en verano, donde hay altas temperaturas y por la débil infraestructura del país (hay que tener en cuenta que el transporte habitual es el autobús y el parque es antiguo; además de un terreno irregular), los viajeros pueden tardar mucho en hacer los recorridos además de sufrir la incomodidad. La temporada alta es un gran problema y no es tampoco el marco adecuado para patear, una de las actividades imprescindibles para disfrutar verdaderamente el país.

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Mi consejo es fácil: evita el verano para esquivar la masificación. Yo lo hice, viajando en octubre y descubrí un país con una temperatura súper, con gente afable, bonito paisaje, lugares súper interesantes y alguna playa genial… y no excesivamente masificada (¡no me quiero imaginar cómo sería en agosto!). Qué más se puede pedir…

Las playas, un poco decepcionantes

Como ya he mencionado, Malta es un buen destino, pero para algunos paga la etiqueta que le han puesto –o se ha puesto- de destino de sol y playa. Sus arenales son rocosos y hay zonas, como Sliema, donde ni siquiera hay arena y se forman una especie de piscinas naturales que son curiosas, pero desde luego no muy cómodas para el baño. Algunos arenales están en lugares recónditos donde se tarda bastante en llegar y luego puede que tampoco sean para tanto. Por eso, creo que no hay que ir con esa expectativa muy alta y sí intentar descubrir a Malta como país y luego darse un baño para celebrarlo.

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Por supuesto no todas las playas son así y existe sobre todo una gran excepción: el Blue Lagoon, en Comino, donde se puede llegar en barco desde el norte de Malta. Esta es una playa excepcional, con el agua clara y un precioso fondo marino donde me hubiera quedado un día entero haciendo snorkel.

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Pero de nuevo este preciado lugar es perseguido por el problema anterior: siempre está demasiado lleno. Incluso en octubre lo compartimos con cientos de turistas que buscaban, como también es normal, su último baño del 2016.

Con sus muchas luces y alguna sombra, Malta me encantó, al contrario de lo que pensaba en un inicio. ¡Te invito a ir, sin duda!

Si queréis conocer todo lo que visitamos en sus tres islas, te invito también a leer nuestro paso por Malta, Gozo y Comino durante 4 días.

por Irene

Periodista desde 2008. Inquieta y curiosa de toda la vida. Abierta a todos los planes; ¡no hay destino que no merezca la pena!

Un comentario en «Mi opinión sobre Malta: tres cosas bien; dos mal»

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