No me gusta repetir viajes. Pero hay lugares a los que me gustaría volver cada cierto tiempo porque nunca dejan de tener cosas que descubrir. París no se acaba nunca, que decía el escritor. Este verano volví a la capital de Francia por segunda vez y sigo teniendo deudas. Pero lo importante es que esta vez la disfruté mucho más que la primera. Me encantó. Volvimos a dar un paseo rápido por el centro, pero añadimos también lugares diferentes que fueron una grata sorpresa y que alimentaron el mito: París es una ciudad fascinante. Esta vez, sí me lo pareció.

Además, esta vez fue diferente y especial porque viajamos con Luca. Era además el primer viaje en condiciones, teniendo ya un año y cuatro meses de vida. Y tenía muchas ganas. Si al niño le gusta el carrito, viajar en una ciudad es bastante ameno y relativamente sencillo. Pero siempre viene bien la ayuda. Así que viajar en familia (¡éramos cuatro!) me ayudó a poder disfrutar muchísimo. Puedo decir que en cierto modo fue como volver a la mejor parte de la vida.

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Una de las claves: alojarnos en Batignolles

De las varias visitas que he hecho a París, me quedo claramente con el consejo de alojarme en barrios relativamente céntricos pero no el mismo casco antiguo. En esta ocasión, elegimos (sin mucha voluntad, todo hay que decirlo) el barrio de Batignolles. Y me encantó. Porque si algo tiene París es una vida urbana única, muy propia de esta ciudad: sus tiendas de moda francesa, sus cafeterías (una delicia), sus elegantes techos… y en Batignolles disfrutamos bastante de este estilo de vida.

Además, alguna tarde, llegamos pronto al barrio y disfrutamos de él, dado que viajábamos con un bebé. Concretamente, dedicamos una tarde a conocer el Parque Luther King, que nos demostró lo disfrutable de la vida parisina. Además del entorno urbano, cuidado al detalle, el parque tiene mucha zona verde y unos chorros de agua donde escapar del calor que también se produce en esta ciudad en verano.

Volver sobre los lugares más populares… y actualizar recuerdos

No podíamos viajar a París sin volver a pasear por Notre Dame, el barrio latino, el exterior del Louvre, las orillas del Sena o la Torre Eiffel. Disfrutamos del ambientazo de estas zonas, la música callejera y actualicé todos aquellos recuerdos que tenía de hace cinco años.

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A ellos sumé la visita a la Fuente de Saint-Michel, en el barrio latino, y reparamos especialmente en las orillas del sena a la altura del Puente de Alejandro III, donde se obtienen unas vistas de París preciosas. 

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Volver a Montmartre de un modo más específico: un free tour

Montmartre es uno de los barrios que más me gusta de París, como no puede ser de otro modo. Los lugares alternativos de las ciudades siempre llaman especialmente la atención. Y por ello era un buen tema para poder disfrutar de un free tour, ya que es una actividad que me suele gustar mucho hacer en los destinos. ¡Cómo lo echaba de menos!

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Es verdad que no aportó mucho a lo que conocíamos del barrio de Montmartre, pero yo tenía muchas ganas de volver a hacer un tour. Y la verdad es que lo disfruté por ello un montón. Nos contaron un poco la historia del barrio y sus luchas, la importancia de los molinos (los utilizados para la agricultura y para la bohemia) y sobre todo, la vida de sus habitantes más populares. Conocimos también algún rincón lleno de vida y puntos clave como la calle del Abrevadero, donde comenzó a hacerse famosa la popular Edith Piaf. Y acabamos en el Sagrado Corazón y sus maravillosas vistas de la ciudad.

El encanto del barrio de Bercy

Lo bueno de pasar 10 en Francia fue que antes de ir a Alsacia y al volver, pudimos disfrutar de París. Así que nos alojamos en dos zonas diferentes y pudimos disfrutar de ambas. 

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A la vuelta, nos alojamos en la zona de Picpus. En los primeros compases en la zona, aprovechamos un rato que tuvimos para acercarnos a la plaza de Aligre, un lugar que ya conocimos en nuestros viajes previos a la urbe y que os recomendamos si os gustaría visitar sitios alternativos en París. Además de que el mercado abre de martes a viernes, en esta zona hay un montón de bares donde poder echar un vino y disfrutar del estilo más puramente parisino más bohemio.

Cerca se sitúa del barrio de Bercy, una zona de la ciudad bastante humilde pero que se ha modernizado hasta llegar a recibir la atención de viajeros y locales. Lo más destacable es el Bercy Village y la calle Cour Saint Émilion, donde bajo un cielo cubierto de paraguas amarillos, florecen un montón de tiendas, restaurantes y bares donde disfrutar de un gran ambiente. Además, cerca hay unos cines para poder completar la tarde.

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Pero el encanto del barrio no acaba aquí. Saliendo del boulevard, comienza el parque de Bercy, otro espacio relajante y cuidado que disfrutar en un segundo (o tercer, o cuarto…) viaje a París. Además de un área enorme, se hace un homenaje al pasado vitivinícola de la zona, integrando incluso unas viñas en la actualidad. Además, en un lateral del parque, se puede ver la Cinemateca de París, diseñado por Frank Gehry

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Y el colofón de nuestro viaje fue, subiendo por uno de los montes del parque, acceder a la plataforma de Simone de Beauvoir, un paseo que cruza el Sena. Más moderno que otros, tiene el honor de ser el puente número 37 de la ciudad de París.

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Visita al Bosque de Vincennes

En esta zona de la ciudad se puede disfrutar también de una de las zonas verdes más amplias de la ciudad de París y que está bien pegada al centro: el Bosque de Vincennes. Un mar de verde en el que pasear con calma, disfrutar de sus zonas de agua y de los animalitos que aparecen por el camino. Un perfecto lugar también para echar la siesta al bebé y para despedirnos de la urbe de forma calmada. 

Datos prácticos de nuestro viaje a París

Hotel: como os adelantaba, nos alojamos en dos sitios en París. El primer alojamiento (Amazing apartment 1BR6P – Batignolles), en Batignolles, era una buhardilla muy mona pero sin aire acondicionado que para la época que fuimos, nos resultó por ello muy caluroso. 

Si vais en otra época, os lo recomiendo mucho porque como os decía, la zona es ideal y en general el alojamiento es una monada. Está limpio y tiene cocina. Tampoco es muy amplio, pero si te gustan los sitios con encanto, es tu hotel. El precio fue 300 euros la noche, que dado que éramos cuatro adultos y un bebé, no me parecía especialmente caro. 

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A la vuelta nos alojamos en el Hôtel LUX PICPUS, más humilde aunque también en una zona interesante (aunque algo peor para mi gusto). En este caso era un hotel, con todo lo necesario pero ningún lujo; con un personal muy agradable. La noche nos salió a 248 euros.

Cómo moverse por París: la verdad es que tuvimos la suerte de poder andar muchísimo en París, ya que el bebé aguantó mucho en el carrito. Además de esto, usamos el metro para algún trayecto, donde sacamos billetes de 10 para usarlo. Fue fácil y sencillo. Y esperemos que no sea la última vez que visitemos la ciudad. ¡Nos encantó esta vez!

por Irene

Periodista desde 2008. Inquieta y curiosa de toda la vida. Abierta a todos los planes; ¡no hay destino que no merezca la pena!

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