Depende del lugar donde viajo, enfoco los días de una u otra forma. Seychelles era un destino eminentemente playero y nuestro plan de vida era dejar que el tiempo se desvaneciera buscando el mejor arenal, con largos baños en busca de animalitos bajo mar y paseos dejando que la vista disfrutara a un nivel muy alto. Así fue el pasar de las horas en Praslin (de 2 días), una isla donde la naturaleza y la playa hacen casi todo por ti. Hoy os contamos qué ver en esta isla, cómo moveros por ella y los planes disponibles.
Si vuestro objetivo es similar, o si en general buscáis comodidad, el primer consejo para viajar a Praslin es que reservéis un hotel bien situado. Para ello, debe estar en la parte oriental de la isla, pues en esta zona las playas son sin duda mucho mejores.
Nuestra zona de alojamiento: Anse Volbert Village
Nuestra elección fue hacerlo en la zona de Anse Volbert Village, que es una extensísima playa donde se ha formado una de las referencias turísticas de la isla. No obstante, se mantiene bastante auténtica y se puede ver a mucha gente local hacer su rutina diaria con total tranquilidad. Más concretamente nos quedamos en la zona conocida como Cote D`Or, en el hotel Berjaya Praslin Beach Resort, que es un alojamiento sin muchas pretensiones pero con una situación estratégica. Este es uno de los apartados más caros en Seychelles, pero tampoco se va especialmente de madre. A nosotros nos costó 142 euros la noche.
Anse Volbert Village tiene un montón de restaurantes y también hay opciones de take-away, lo que abaratará los gastos de comida en caso de que tengáis la necesidad. Por lo demás, es una zona tranquila. A veces los locales venden pescado o simplemente se sientan, ponen música y hablan. Cuando le pregunté a un taxista por qué les gustaba tanto la música, hizo referencia a la ausencia del estrés. “Vivimos en el paraíso. La gente está tranquila; fuma y baila. Aquí se sale casi a diario”. Quizás los fiestones existan, pero ese capítulo nosotros no lo vivimos. Pero su calma nos fue trasladada y sin duda nos encantó.
La playa es también una de las mejores que vimos en la isla, lo que ayudó también a quedarnos encantados. Es de agua cristalina, arena fina y clarita, paisaje de impresión al fondo, no se llena demasiado… el único pero que le ponemos es que el agua estaba un poco turbia.
La visita imprescindible de la isla: Anse Lazio
Si las playas te han traído hasta Seychelles, hay un nombre que debes grabar a fuego cuando visites Praslin: Anse Lazio. Es probablemente el arenal más completo que visitamos en estas islas perdidas en mitad del Índico. Tiene una extensión media, una arena clarita y suave, las rocas graníticas tan reconocibles de este archipiélago a los extremos y sobre todo, un agua limpia y transparente que adquiere unas tonalidades de fantasía. Otra de las cosas que nos gustó respecto a otras playas es que el mar está bastante calmado y así, los baños se hacen mucho más agradables (en otras playas, se hacía difícil). Es uno de esos lugares donde la palabra paraíso está bien traída; donde el tópico se hace verdad.
En esta playa, el tiempo vuela. Para comenzar se necesitan quizás varios baños para frotarte los ojos y ser consciente de que lo que tienes delante es VERDAD. De hecho, yo añadiría varios paseos para conocer sus diferentes perspectivas; sobre todo, uno de los extremos, donde se puede acceder a otras pequeñas playas. Por último, es un buen sitio también para hacer snórkel (al entrar a la derecha) y reconocer un montonazo de pececillos de colores que es una pasada descubrir. ¡También vimos una tortuga! No era la primera vez pero siempre hace ilusión encontrarse a ese bellísimo animal bajo el agua, tan cerca de ti.
El turismo en Seychelles es bastante exclusivo y eso hace que se pueda disfrutar casi en soledad esta pedazo de playa si vas pronto. ¡Os lo recomiendo! Para llegar, solo has de tomar uno de los autobuses que recorre la isla y parar en el extremo noreste. Después hay un tramo que se hace andando, de fuerte pendiente, pero nada especialmente difícil. ¡Y merece la pena!
Otras visitas: la isla de Curieuse y las playas del oeste
Más allá de Anse Lazio, nosotros no nos movimos mucho más por las playas del este, pues aunque tenían buena pinta, nos nos parecían mucho mejores que las de nuestro hotel. No obstante, la parte occidental nos creaba algo de intriga y un día tomamos rumbo hacia allí con el autobús que recorre la isla. Paramos en Grand Anse, la referencia de la zona pues es un arenal extensísimo con bastantes opciones de alojamiento. Pero no encontramos el paraíso que habíamos conocido el día anterior (también hay que reseñar que el tiempo no acompañaba). Pero había un montón de algas, el agua estaba más turbia que de costumbre y a ratos estábamos tan solos que parecía que los hoteles estaban abandonados.
La realidad es que en un lugar donde todo es tan paradisíaco, creímos que lo mejor era volver donde sabíamos que había cosas chulas. Y tomamos pronto el bus de vuelta. Otra cosa que podríamos haber hecho es una ruta (es obligatorio hacerla guiada) por la Reserva natural del Vallée de Mai, donde hay palmeras que llegan a medir más de 30 metros y cocos que pesan más de 25 kilos. Nosotros tan solo pasamos por la zona y observamos alguno en la distancia, pero no nos atrajo demasiado el plan.
Lo que sí no quisimos dejar de hacer fue una pequeña excursión a la isla de Curieuse, que finalmente sacamos por 25 euros (más 100 rupias cada uno de entrada al parque) y que nos gustó mucho y también es un pequeño paraíso dentro de la visita a Praslin. El día seguía algo feo, pero según llegamos y pudimos ver una reserva de tortugas gigantes, nos comenzó a gustar tanto todo que el tiempo pasó a un segundo plano. Se trata de varias decenas de tortugas que han sido repobladas en la isla, pues hace ya mucho tiempo las que había se vieron afectadas hasta su desaparición por la acción humana.
La naturaleza es sin duda otro de los fuertes de Seychelles y en Praslin se puede apreciar a cada paso. Entre el profundo bosque que hay en su interior, donde se puede acceder al Vallée de Mai, pero también en todas sus ramificaciones hasta la playa o esta isla de Curieuse. Y otro reflejo de esta atmósfera tan especial es que muchos de sus animales son más grandes (o más mucho más pequeños) que en zonas menos remotas. Es un fenómeno biológico que se produce en islas muy alejadas donde los animales no tienen animales depredadores o competidores con los que luchar. De ahí estas tortugas, los grandes murciélagos de estas islas o los grandes caracoles que te puedes encontrar en el camino.
Otro ejemplo son algunos cangrejos de gran tamaño que te encuentras en Curieuse en el manglar que cruzas para hacer una pequeña ruta por la isla. El paseo es agradable y nos sentimos más activos gracias a esta actividad. Al final de todo, llegamos a una bonita playa, pero empezó a llover, por lo que quizás no apreciamos del todo su atractivo.
Datos prácticos en Praslin
Hasta aquí nuestra experiencia en Praslin, donde comenzamos a tomar el pulso a unas islas de las que nos llevamos un recuerdo genial. Os detallamos algún otro detalle de interés por si os sirve:
-En el autobús no puedes subir el equipaje, por lo que para estos trayectos debes tomar un taxi. El precio ronda los 20 euros. Para lo demás, el autobús vale tan solo 7 rupias y llega a casi todos los lados. El único problema es que pasan más o menos cada media hora (a veces, más), con lo que se deberá tener paciencia en algunas esperas.
-En algunas zonas de Praslin hay tiendas. Para coger algo de picar y cerveza vienen bien. También hay lugares donde poder contratar Internet, ya que los accesos de los hoteles son a veces muy limitados.
–Para comer, en general, no hay lugares malos pero tampoco especialmente buenos. Todos los de Cote D`or eran parecidos. Excepto La Goulue, que nos gustó mucho (especialidad en platos criollos).
Si os interesa conocer nuestro recorrido completo por las islas Seychelles, os recomiendo nuestro post sobre todas las paradas que hicimos en nuestro viaje de 10 días por el país. ¡Espero que lo disfrutéis!