Parte de Castellón pero a un paso de Valencia y Teruel, la tierra que hoy recorreremos es de gente apasionada. Ellos pusieron todo el empeño del mundo en hacer que su árbol insignia, un olmo de más de tres siglos, ganara el mayor premio nacional en su categoría en 2019 y opte ahora nivel europeo (¡no te olvides de votar hasta el 28 de febrero!). Presumen con orgullo de sus virtudes…y no les falta razón. Navajas es una pueblo de interior donde disfrutar de un entorno natural muy atractivo y dejarse llevar por su historia y sus historias, que hoy intentaremos desvelar.
Por eso, te animo a que te escapes a sus dominios y disfrutes de unos días de viaje al campo en una zona maravillosa. Te esperan la naturaleza, la calma y la vida sencilla de este tipo de lugares; que por experiencia doble os digo, renuevan las energías.
El olmo del pueblo
Comenzamos, como no podía ser de otra manera, en la plaza central del pueblo; allí donde un habitante de 383 años extiende sus raíces por el terreno y se mantiene aún erguido e imponente.
Este olmo no es solo un árbol con edad y experiencia suficiente, sino que ha sido punto de unión para todos los que le rodean, sean del tipo o condición que fueran; tanto tiempo que todo elogio se queda corto, seguramente. Tantos años siendo testigo de la vida de Navajas que hoy ejerce de centro de la vida del pueblo; con el cariño también que por ello le corresponde. El olmo del pueblo ha conseguido ser árbol de España y quién sabe si también será el árbol de Europa (¡ojalá!).
Los encantos naturales de Navajas
Un pueblo seguramente no será tan apetecible si en tiempos estivales -su época de esplendor hoy por hoy y en la que su población se multiplica-, no tiene un lugar para el baño. Allí dejaremos atrás el sofoco provocado por la suerte del buen clima del que disfrutamos en casi toda España y gozaremos según el caso de lugares bonitos. Y esa situación se da en Navajas.
En un extremo del pueblo se encuentra el Baño, una zona en la que el Río Palancia se encuentra con recovecos ideales para disfrutar de un enclave precioso. Los colores del agua se tornan apetecibles y todo es demasiado perfecto a excepción de la temperatura del agua. ¡Pero estas aventuras son para los valientes!
Las cascadas, centro de todas las miradas
La joya de la corona en el terreno natural es sin duda el apartado de las cascadas. Dos fenómenos de este tipo destacan sin dudarlo en Navajas, pero «el salto del la novia» concentra especialmente los halagos. Antes de reparar en ella, no debéis perderos del Tío Juan, conocida también como ‘el mirador del paraíso’, que por la cercanía que el viajero obtiene bajo ella, es todo un espectáculo. Además, tiene una caída prominente, cuya observación es una gozada.
El camino está bien para caminar y se hace muy agradable. Por estos lares habrá también varias fuentes antiguas, preciosas y muy bien cuidadas.
El salto de la novia en realidad no es el nombre de la cascada, si no que hace referencia a un paso de agua que hay bajo ella y una costumbre del pueblo de antaño. La cascada es El Brazal y sí, es deslumbrante por sus sesenta metros de altura y la caída del agua, no en gran cantidad pero constante y elegante.
Esta es otra zona de baño deslumbrante y que además tiene su historia. Un lugar que merece la pena visitar y disfrutar una tarde. En verano se cobra dos euros para su conservación; medida que me parece necesaria para cuidar este tipo de sitios.
El salto de la novia y su historia
El salto de la novia era la costumbre que había en Navajas, previa al matrimonio, en que el hombre, armado de su fuerza natural, pasaba a la novia en brazos de un lado a otro, apoyado en la piedra y superando el cauce del río. La historia se cuenta en un cartel que hay en el lugar, acompañado además de un grabado de Goya que dio cuenta de este hábito en su arte. La pieza se encuentra actualmente en la Hispanic Society of America, en Nueva York, con el nombre de ‘Campesino llevando a una mujer’.
Lo que más se conoce, sin embargo, es la leyenda, que cuenta que dos jóvenes, que no creían en el rito, se embarcaron en esta prueba y su destino fue fatal, ya que perdieron la vida. «Se dice» que sus sollozos se escuchaban tiempo después en la zona…
Los huertos de Navajas, otro de sus grandes atractivos
Navajas fue el pueblo elegido por parte de la burguesía valenciana de finales del siglo XIX para instalar allí sus segundas residencias. Así llegaron los huertos, casas de familias pudientes que hoy se pueden identificar fácilmente y son una maravilla. Sus grandes dimensiones, patios, fuentes, jardines y templetes son reflejo de una bonanza que se acabó convirtiéndose también en seña del pueblo.
Si os llama la atención este mundo, os aconsejo que os alojéis en Villa Pilar, una de esos espacios con solera. Amplio, auténtico y de trato cercano, es un alojamiento sin lujos, pero con carácter. Su exterior, con un cedro libanés a la cabeza y verdor suficiente para pasar un rato súper agradable, es otra razón para decantaros por esta opción. ¡Merece la pena!
Cuando fuimos tuvimos la suerte de vivir una recreación del siglo XIX y vestirnos de época para imaginar de la mejor manera el pasado de este pueblo. Fue una maravilla ver como para todo tipo de acción, bien sea social como cultural, las personas de Navajas se volcaron de nuevo con lo suyo. ¡Cuánto ímpetu! Fue sin duda, un día maravilloso.
Un paseo por la vecina Jérica
Jérica es a vista de pájaro un pueblo lleno de encanto. Y ese atractivo se mantiene callejeando, que es lo más recomendable para hacer en ella. Así nos encontraremos a los protagonistas más visibles. Por un lado la piedra y las flores, presentes en muchas de las calles. Por otro, la muralla, que se extiende en varios tramos. En último lugar, hay muchos torreones delante de los cuales quedarse también embobado.
En cuanto a sus lugares, la torre del homenaje, de origen musulmán, se encuentra algo alejada. Más accesible es la del reloj, que corona el pueblo y llama la atención desde casi cualquier punto. Bajando por la ermita de San Roque, llegaremos a la calle homónima y sin duda la que más me gustó del lugar.
Para acabar la visita, más allá de conocer la Iglesia de la Sangre y la del Arciprestal de Santa Águeda, conocimos el museo municipal, súper bien cuidado, donde había tumbas únicas del Imperio Romano y un retablo de mucha calidad.
*Hasta aquí llega nuestro recorrido por esta zona de Castellón, de la que volví maravillada. Creo que os sorprenderá si la conocéis. Por otro lado, agradecer la invitación al grupo de lectura de Navajas por poner todo el cariño del mundo en mostrarnos su pueblo. Nos sentimos ya un poco parte del mismo. A José Antonio y Adela por su cariño constante y su entrega; a Rafa por su amabilidad y hospitalidad; a Carmen, Vicente y demás vecinos por vivir las cosas tan intensamente y transmitir una pasión tan fuerte.
Santiago 
Estimada Irene, he leído varios de tus artículos y, sinceramente, me han agradado, pero en el correspondiente al Monasterio de Piedra considero que cometes un grave error al denominar el edificio del monasterio cono » circense», denominación que repites reiteradamente, deberías haberlo definido como » cisterciense», relativo al cister, una congregación de monjes de la Edad Media, pues » circense » se refiere al circo. Agradecido por tus artículos y esperando no te sientas molesta por la aclaración, recibe un cordial saludo.
Hola, José Esteban,
para nada me resulta molesto, ¡al contrario! tienes toda la razón y me servirá para enmendar el error en el texto. Sabía que la palabra venía de la orden Císter, pero cambié el adjetivo :S mil gracias y ya está corregido. Espero que estés teniendo un buen verano.
Abrazo!
Irene