Quizás Nueva York sea la ciudad que más y menos merece este post. Muchos pensaréis “sobran los motivos”, pero también conozco otros que como yo, tenían algún que otro prejuicio antes de conocer la ciudad de las ciudades. Frases del estilo: “Me gustaría conocerla pero iría antes a muchas otras”, “para irme tan lejos prefiero buscar un destino de naturaleza”, “ya la he visto mil veces en las películas”, “no voy a ir a dejar dinero allí que bastante tienen ya” o “no me gustan los rascacielos”.
Si Nueva York tiene un punto fuerte es el de gustar a muchos tipos de personas, el de impresionarte sin darte apenas lugar a la crítica, a un ritmo trepidante y encandilador. Os voy a dar razones para viajar a Nueva York, o lo que he acertado en titular: Razones por las que te acabarás rindiendo a Nueva York 🙂
Aunque no lo sepas, ya te gustaba Nueva York
Digamos que Nueva York te la han puesto hasta en la sopa, y aunque no lo sepas, esa familiaridad te predispone a encontrarte bien allí. Cuando estás en la sexta avenida te sientes como en casa, aunque flipas. Caminando por Central Park te sientes protagonista de una película, aunque sea solo caminando. Cuando paseas por el Soho, te preguntas cómo serán las casas y comienzas a pensar en lo bien que vivirías allí, y lo emocionante que sería tu vida; e incluso en que podrías hacer una serie de televisión sobre todas esas cosas que sueñas que te pasen.
Por los rascacielos
Ya me pasó con la Torre Eiffel. ¿Es posible que no te guste un monumento tan impresionante? Yo creo que no. Puede no gustarte antes de verlo, pero cuando estás delante es imposible no quedarte enmudecido. Algo parecido sucede con el skyline de Nueva York, que se puede ver desde diferentes perspectivas pero que marca también en gran parte la vida y estética de la ciudad. Antes de ver una ciudad llena de ellos, no me gustaban los rascacielos. Los veía edificios homogéneos y monótonos sin personalidad; pero ver un paisaje lleno de ellos, aún no sé bien por qué me cambió la perspectiva. Es como si en este caso estén al servicio de la ciudad y la ciudad a su servicio; Nueva York es rascacielos y cualquier ciudad con rascacielos siguió el modelo neoyorkino. Allí cambié de opinión. Ahora no me gustan los rascacielos en aquellos paisajes donde no quedan bien. No es así en Nueva York, la ciudad de los rascacielos.
Porque hay gente de todo el mundo
Soy de la opinión que no hay nada mejor que una ciudad abierta; que se sabe abrir a la gente que no nació allí. Según datos recogidos por el bloguero Xixerone, más del 47 por ciento de los residentes de Nueva York habla en casa otro idioma que no es inglés y el 36 por ciento de la población de New York City ha nacido fuera de los Estados Unidos. En determinadas tiendas puedes preguntar por alguien que hable español, dada la gran cantidad de hispanos. Al tener todos su historia, es mucho más fácil que se enganchen a hablar contigo. Todo casi siempre es mucho más fácil.
Porque es una ciudad para vivirla
Flow, atmósfera, ambiente, rollito o encanto. Llámenlo como quieran, pero es ese halo de vida que hay en una ciudad, quizás complicado de conocer en una semana pero que se puede atisbar en un ratito, paseando, hablando con su gente, tomándose algo en un bar o comprando en un mercado. En ello influye también el ritmo de una ciudad; el carácter de su gente; su estética o sus actividades. El estilo de Nueva York en este sentido es trepidante, lleno de tiendas, bares y restaurantes para comprar, comer o simplemente charlar en una esquina; pero es un ambiente de calle y lleno de estímulos, imposible de resistir.
Es además ese tipo de ciudad que te encandila para vivir. Que al ver el estilo de vida de allí querrías para ti (poco tiempo, no toda la vida, eso sí). También resultaría un poco caro. Difícil de conseguir.
Si lo hay en algún lado, seguramente lo haya en Nueva York
Hay dos tipos de personas: a las que les gustan las ciudades y a las que no. Y dentro del primer grupo, casi todos son presas de lo que ofrecen las grandes urbes: constante renovación. Pensado así: es complicado conocer Nueva York como la palma de una mano; es complicado estar al tanto de cuantos comercios nuevos puede haber en Nueva York cada día; es sin embargo muy fácil encontrarte con algo único en Nueva York; con tiendas impresionantes donde ves cosas que siempre quisiste comprar; o fácil también sorprenderte cada día con una ciudad casi inabarcable.
Ello se deja notar sobre todo en establecimientos, restaurantes o bares únicos que nos ofrecen experiencias que nos da la sensación de que no podemos vivir en otro lugar. Por ejemplo, para mí el lugar que me hizo sentir eso fue el Tacombi at Fonda Nolita, en el barrio homónimo (en la Calle Elisabeth), un restaurante mexicano con una autocaravana dentro situado en uno de los lugares que me parecieron más especiales de Nueva York.