Salta Conmigo: «Un viaje no sirve para resolverte la vida»

Es contradictorio que haya decisiones con consecuencias muy positivas que sean difíciles de tomar. Pero existen. Por ejemplo, emprender un viaje sin billete de vuelta. Difícil porque hay que salir de la zona de confort, vencer el miedo y dejar atrás el trabajo, los amigos, la familia o la rutina y romper las reglas de eso que muchos consideran una vida “normal”. Pero hay gente que cree que merece la pena. Y es que en palabras de Jaac, viajero que tomó esa decisión con el objetivo de recorrer Sudamérica allá por marzo de 2013: “Lo importante es que tengas más ganas de hacerlo que miedo”. Sara, la otra mitad del equipo de viaje, cree además que un viaje “no sirve para resolverte la vida en ningún sentido”. “Tiene que suceder porque a ti te apetece viajar y vivir esa experiencia”, apostilla.

Además de viajeros incansables, ambos escriben en el blog Salta Conmigo, donde cuentan sus hazañas. Su sello es un salto inmortalizado en cada lugar que visitan. Su regla: no planificar demasiado. Sus formas: la amabilidad y la mente abierta.

¿Por qué el blog se llama Salta Conmigo?

Jaac: El blog se llama Salta Conmigo desde el principio y fue porque en el viaje que hicimos en 2007, en la Plaza Roja de Moscú, cuando ya nos volvíamos, hicimos una foto graciosa y simpática. De hecho en el diario de viaje ponía: ‘Nos hemos hecho una foto simpática en la plaza roja de Moscú’. Y la foto simpática era el salto. Al principio saltamos los dos. Después de Moscú nos fuimos a Colonia. En Colonia yo volví a saltar, Sara volvió a saltar, se hizo daño en la rodilla y no volvió a saltar más.

¿Cuál fue la evolución del blog hasta decidir viajar un año entero?

Sara: El tema del viaje comenzó con una casa. Nosotros tenemos una casa muy pequeña en Madrid, en Gran Vía, y pensamos en comprar una casa un poco más grande. Fuimos a ver los precios porque queríamos estar en la misma zona y eran absurdos. Por entonces teníamos buenos trabajos los dos pero lo menos, eran 50 años de hipoteca.

Jaac: Cuando salimos del banco dijimos: ‘En lugar de gastar tanto en eso, ahorramos un poco más y nos vamos de viaje’.

¿Fue fácil tomar la decisión de hacerlo?

Sara: Dejar una vida que es muy cómoda porque tienes tu sueldo a final de mes y una rutina nunca es fácil. Pasas de una seguridad relativa a pasar a la inseguridad del día a día. Además el entorno nunca ayuda porque todo el mundo te dice que estás loco; la familia no suele estar de acuerdo; así que no fue fácil tomar la decisión. Aunque si hubiera sido súper complicado no lo hubiéramos hecho. Habiéndolo hecho es que se puede hacer.

En un viaje siempre hay cosas complicadas. ¿Al principio fue maravilloso y luego empezó a haber cosas que no tanto?

Sara: No. Yo de hecho creo que fue mejorando porque al principio estás con la mentalidad de un viaje de los que siempre hemos hecho, de dos o tres semanas. Quieres correr; quieres hacerlo todo; verlo todo y rápido.

Jaac: Cuando llegamos a Puerto Iguazú, estuvimos allí cuatro días sin hacer nada porque dijimos: ‘Tampoco hace falta correr. Se nos está yendo de las manos’. Y estuvimos cuatro días allí viendo pasar el tiempo.

¿Hay algún momento en que llega al cansancio?

Sara: Nosotros nos lo tomamos bastante con calma y sabíamos que si corríamos, no aguantaríamos ni dos meses. Nos dimos alguna comodidad. Pero por ejemplo, cuando estábamos en la carretera austral, que nos movíamos en autostop y llegaba un coche cada media hora; tenías que estar cuatro horas esperando y al final te recogía el camión de las bombonas del gas y te tenías que meter en la parte de atrás donde van las bombonas y había mucho polvo, ahí sí dices: ‘Con lo bien que estaría yo en mi sofá’.

¿La vuelta la teníais pensada?

Jaac: Nosotros cuando decíamos que era un viaje sin billete de vuelta era verdad. Salimos de España, con el billete Madrid-Buenos Aires y el billete Buenos Aires-Madrid lo compramos una semana antes de volver.

¿Qué fue lo mejor del viaje?

Jaac: La gente en general y los brasileños en particular.

Sara: Hicimos muchas experiencias Couchsurfing con los brasileños y son gente realmente especial. Te sientes como parte de su familia después de una hora con ellos.

Jaac: En todo Sudamérica son muy especiales. Haciendo Couchsurfing en Posadas, en Argentina, llegamos a la casa cuando la dueña se había ido porque el autobús se retrasó y según llegamos delante de la puerta de la casa, vino una vecina y nos dijo: ‘Silvia ha dejado esto para vosotros’. Nos dejó un sobre y cuando lo abrimos estaban las llaves y una nota diciéndonos que se había tenido que ir y que lo sentía.

¿Cómo es la seguridad en Brasil?

Sara: En primer lugar, hay que distinguir las ciudades del resto del país. En los pueblos no suele haber ningún problema. Dentro de las ciudades, conocemos gente que ha estado antes y la seguridad ha mejorado muchísimo, pero sí hay zonas que no son recomendables y lo mejor es hablar con la gente de allí y que te diga cuáles son las zonas por las que no tienes que pasar. A nosotros no nos pasó nada en Brasil. Lo único en Salvado de Bahía, que estábamos entrando en una calle y nos dijeron: ‘Por ahí no podéis entrar’. De hecho, hay zonas prohibidas, donde ellos dicen que la Policía deja a los criminales estar porque les dan cuartelillo solo en esos lugares.

¿Es realmente transformador un viaje de un año?

Sara: Yo creo que hay un mito sobre esto. Es una experiencia muy enriquecedora, te cambia la perspectiva sobre muchas cosas porque sabes que has podido vivir un año con lo que llevas en tu mochila, no tienes una rutina y sabes que puedes vivir sin una rutina, pero tú eres tú y nosotros no tuvimos ninguna iluminación.

Jaac: Yo sigo siendo ateo (risas).

¿La vuelta es frustrante o es feliz?

Jaac: Conocemos a gente que se vuelve antes del viaje porque se cansan o se saturan porque ya no lo están disfrutando, pero nosotros no volvimos porque nos cansáramos. Podríamos haber seguido viajando y nuestro mayor problema fue que durante meses, por no decir todavía, nos seguimos preguntándonos: ‘¿Por qué volvimos?’.

Sara: Yo creo que un viaje, por largo que sea, no sirve para resolverte la vida en ningún sentido. Tiene que suceder porque a ti te apetece viajar y vivir esa experiencia.

Jaac: Cuando estás viajando, estás viajando. No pensando en qué vas a hacer. Si haces el viaje para tomar una decisión, lo único que haces es posponerla.

Pero cómo os habéis sentido a la vuelta: ¿Felices o frustrados?

Jaac: Yo frustrado. Me lo estaba pasando muy bien, creíamos que podíamos seguir viajando y seguimos preguntándonos por qué. Hemos vuelto y seguimos preguntándonos qué vamos a ser de mayores.

Sara: Yo frustrada porque cuando no estás viajando, tienes que pensar en qué vas a hacer. Todo el mundo espera que decidas qué vas a hacer con tu vida.

¿Habéis aprendido algo de ese gran viaje?

Sara: Lo que decíamos; que hay muchas cosas de las que puedes prescindir si quieres, que la gente ayuda y es más buena de lo que piensas, etc.

Jaac: La gente es más buena de lo que todo el mundo cree y el mundo es mucho menos peligroso de lo que los telediarios te dicen.

¿Recomendáis la experiencia?

Sara: Sí a quién lo quiera hacer. La mayoría de la gente tiene dudas y tiene miedo. Sales de tu zona de confort y da miedo. Entonces creo que nadie está 100% seguro.

Jaac: Lo importante es que tengas más ganas de hacerlo que miedo. Es como lo que dicen para tener un hijo; que tienes que tener muchas ganas; que el hijo no te va a arreglar nada. Pues esto es igual. Para irte un año de viaje, tienes que tener ganas. Esto es lo mismo. Para arreglar una crisis de identidad no te puedes ir un año de viaje.

¿Una palabra que defina el viaje?

Jaac: Fantástico.

Sara: Enriquecedor.