Hay en Ubud algo especialmente llamativo y es, junto a su belleza, el ahínco con el que sus habitantes, hindúes en mayoría, hacen ofrendas a sus Dioses. Así, paseando por la ciudad, te encontrarás un templo a cada paso, decoración pública al efecto –grandes ramilletes de color amarillo en señal de fiesta religiosa- y la ofrenda como tal: una pequeña caja con comida, flores, dinero e ¡incluso tabaco!, acompañada siempre del penetrante olor a incienso. Además de esta colorida presentación de Ubud, allí podrás ver a los niños paseando para ir al colegio o charlar tranquilamente con el dueño de tu hotel porque el lugar, más allá del lado turístico, es bastante tranquilo y auténtico.
A pesar de que se ha convertido en la referencia turística de la zona central de Bali, Ubud aún mantiene ese carácter local que hace disfrutar al viajero del verdadero carácter de esta isla. Los centros de spa, masaje o yoga son cada día más y la ciudad es también el lugar donde se parte para conocer otros puntos de la zona, con la consecuente multiplicación de servicios de taxi, excursiones en grupo o actividades de todo tipo (trekkings, rafting o visitas a plantaciones de café).
Con todo ello, os recomiendo que dejéis dos o tres días para estar en Ubud y visitar alguna zona de alrededores. También quedaros en una guest house, pues a pesar de que tendrá muchas menos comodidades, seguramente os acerque a una familia que cuida con esmero su negocio y con la que tener una charla agradable, además de otros gestos de cariño. ¡Nunca olvidaré a la mujer del alojamiento, despidiéndonos el último día con los brazos levantados y una amplia sonrisa! Además, habitualmente tienen un patio donde te sirven abundantes desayunos y donde poder leer o respirar la tranquilidad de la ciudad de puertas para adentro. Nosotros hicimos noche en el Hotel Pondok Kecil Bungalow por 200.000 rupias (unos 14 euros) y a pesar de que nos duchábamos con agua fría –y que estábamos tan adentrados en el pueblo que los perros callejeros nos asustaban por momentos-, el resto de servicios nos parecieron muy aceptables.
Qué ver y qué hacer en Ubud
Entre las actividades más comunes para hacer en Ubud, al margen de darnos un capricho como un curso de yoga, un masaje o un espectáculo de danza balinesa, está el mercado de la ciudad, el palacio real (Puri Dalem), el Monkey Forest -un bosque lleno monos-, un paseo por los alrededores para ver los campos de arroz y respirar un poco más de paz y otros recorridos más largos por zonas cercanas o aún más lejos si se contrata un conductor con coche –para ir en moto, creo que sería mejor opción hacer noche en los destinos elegidos-.
El Monkey Forest está situado en la ciudad e impresiona porque es un vasto trozo de naturaleza en mitad de la población. Aunque tiene un templo cerrado pero que se puede divisar, la mayor atracción es sin duda la gran cantidad de monos que hay. Aunque para muchos lo más divertido sea hacerse una foto mientras su guía da comida al mono, estos animales están muy lejos de ser dulces. En mi opinión es incluso mejor observar su salvaje naturaleza, desde la barrera, ya puedes verlos en una encarnizada pelea por comida o incluso –momentazo al irnos- verlos copulando.
Para visitar los alrededores de Ubud y dar un agradable paseo entre campos de arroz, la mejor zona es la situada detrás del Museo de Arte Angung Rai (ARMA). En un paseo corto, dejaremos los edificios, el relativo caos del tráfico de la localidad y la oferta de “taksi, taksi”, por un agradable campo salpicado de viviendas y hoteles con el verde intenso tan característico de esta zona de Indonesia como mayor exponente. Merece la pena.
Comer y bares en Ubud
Otro punto fuerte de Ubud –y en general de todo Bali- es su gastronomía. Se dispone de muchos restaurantes de calidad en esta ciudad y además es bastante común los restaurantes con actuaciones en directo o bares para pasar un rato agradable por la noche. Yo os recomendaría especialmente para comer el restaurante Biah Biah, en la zona céntrica, o Semestra, algo más alejado pero con un servicio exquisito y a precio bastante económico. El primero es el típico restaurante de estética moderna y de oferta algo diferente a la habitual –aunque también podrás disfrutar si quieres de los platos tradicionales-.
En general, en esta ciudad se come muy bien y hay mucha marcha, por lo que no os costará encontrar un local agradable y donde se pueda disfrutar de un rato divertido.
Para la noche, si os apetece disfrutar de un rato de música en directo, ambiente joven, fumar una shisha en calma o incluso ver un partido de fútbol, el XL Shisha Lounge Ubud es tan completo que ofrece todo eso. Además de la estética, muy armónica y adaptada al lugar, si estás de suerte, podrás comprobar como yo, la gran elasticidad de algunos indonesios bailando. Después en Yogyakarta, volvería a ver a otro de esos elegidos bailando a ritmo de la música y con pasos eléctricos y gran flexibilidad. Muy top 😉
Recorridos en los alrededores de Ubud
Como ya os he comentado, Ubud sirve también de puente para visitar otras zonas interesantes de la parte central de Bali. Las dos formas que tienes de visitarlas es en moto por cuenta propia (pero que a juzgar por como nos movimos en el sur no debe ser demasiado fácil) y contratando un servicio de taxi que te lleve a determinados lugares –solos o en grupo-. Nosotros elegimos la última opción, modificando los sitios a visitar para poder elegir y hacerlo solos por 500.000 rupias (33 euros).
En nuestro recorrido incluimos las terrazas de arroz de terrazas de Tegallalang, a pocos kilómetros de Ubud, el templo Pura Tirta Empul (donde los indonesios se bañan en fuentes de agua en busca de los efectos milagrosos en los que creen), la zona de Penelokan, para observar las vistas del Gunung Batur y uno de los templos más importantes de la isla, el complejo de Pura Besakih. Por ejemplo, no me gustó hacerlo con conductor porque como siempre planifico a última hora, quise cambiar el recorrido durante la marcha y visitar Gunung Kawi, una zona natural y con diez santuarios enclavados en la roca en el pueblo de Tampaksiring (donde está también el templo Pura Tirta Empul), pero le pareció que se salía de lo acordado y no aceptó. Claro que si nos hubiéramos entendido un poco no me hubiera importado pagar más incluso por ello, pero fue difícil, digamos.
Todas ellas son visitas muy interesantes y aunque yo hubiera preferido hacerlas por nuestra cuenta, mereció la pena. En Pura Tirta Empul pudimos ver a los fieles reunidos y disfrutar con ellos de su fuerte sentimiento religioso. Pero sobre todo, Pura Besakih, donde a pesar de que hay que burlar una estafa recurrente que se produce en su entrada, es un complejo de templos que impone tanto por su belleza como por el lugar en el que está emplazado. Tras una gran entrada con una «puerta dividida», se accede a diferentes espacios conectados entre sí, concretamente unos 23 templos, que constituyen el centro religioso más importante de toda la isla.
La estafa consiste en que un grupo de personas te dice que es obligatorio contratar un guía y pagar para poder visitar el templo. Es mentira puesto que tu entrada está pagada y aunque en un principio, te dicen que no les hagas caso y digas que no entiendes qué te dicen, no es siempre tan sencillo. Ellos suelen ponerse en la zona central y cuando quieres pasar, incluso llegar a impedirte el paso; con los brazos como barrera. Nosotros dimos marcha atrás y entramos por un lateral. Así de simple. Nos negamos a pagar y disfrutamos de la visita de igual manera.
Os muestro el templo Pura Tirta Empul:
Recomiendo subir hasta el último templo para disfrutar de las vistas. Todo el lugar, pasado el primer mal rato, es alucinante y también pudimos disfrutar de la estampa de los fieles de ceremonia. Un momento mágico.
Si queréis conocer más detalles de nuestro viaje a Indonesia, os remito al primer post resumen de nuestras casi tres semanas por Bali, Java e Islas Gili. En él os contaremos los detalles de otros puntos de viaje, también muy interesantes, tanto culturalmente como a nivel playero o natural.
¡Me encantó Ubud! Es un remanso de paz y tranquilidad para alcanzar el estado ZEN. Nada que ver con la ruidosa Kuta (invadida por australianos sulferos!) Qué buenos recuerdos me has traído. Un abrazo de la cosmpolilla.
Me alegro de que coincidamos 😉
Aún así es cierto (no sé en que año fuiste) que cada vez parece menos zen y está bastante abarrotada. Claro que a nivel Kuta no llega y aún así a mí me gustó por otras muchas razones.
Un besote,
Irene
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