Los primeros días de nuestro viaje por la Bretaña francesa no tuvieron lugar en esta región francesa, sino en Aquitania. Saliendo desde Madrid era necesario hacer paradas en el camino y además teníamos un objetivo añadido: hacer kitesurf por esta zona, ya que habíamos leído buenas referencias en este sentido. Hicimos noche en San Juan de Luz, en la playa de la Erromardie, en el parking; todavía en el departamento de los Pirineos Atlánticos.
Vemos un mapa de Francia para situarnos y ayudar a los futuros viajeros a conocer la zona que recorrerán. Se trata de las regiones del país, después de lo cual, vendrán los departamentos (cómo los Pirineos Atlánticos o Las Landas dentro de Aquitania).
Así nos encontramos con la que iba a ser una constante en el viaje: en la mayor parte de los aparcamientos de las playas está prohibido hacer noche. No obstante, en muchos parkings se ven autocaravanas y furgonetas, y ninguna vigilancia. Hacerlo o no hacerlo ya depende de cada uno.
A la mañana siguiente partimos hacia el departamentos de las Landas, para visitar la zona de Hossegor y Seignosse, urbanizaciones playeras con amplias calles y casas que producen verdadera envidia. Finalmente paramos en la segunda de las poblaciones, concretamente en la playa Les Estagnots. Con una gran duna en la entrada, este amplio arenal es muy similar a muchos otros en las Las Landas: con terreno irregular, se forman pequeños charcos en la arena y las mareas suelen ser fuertes, por lo que muchos días ni siquiera está permitido el baño. Otra característica es suele haber mucho viento, por lo que nos agradó ver que había una zona dedicada al kitesurf.
No obstante, mi acompañante necesita más viento y decidimos continuar nuestro camino hasta Biscarrose Plage, de la que teníamos también buenas referencias en terreno deportivo.
En este trayecto conocimos la identidad y encanto de la costa landesa: kilómetros y kilómetros de bosque y costa, en su gran parte protegida y por tanto, un paraíso natural. Excelente para unos días en contacto con la naturaleza y de tranquilidad.
Nos llamó la atención este bosque y me informé más acerca de su origen. Las Landas eran un terreno estéril, contaba con grandes dunas de agua húmeda en movimiento y se inundaba frecuentemente antes del siglo XVIII. En 1817 y 1825 se decidió fijar dunas para mantener la costa firme y estable. Después se plantaron árboles y tiempo después se siguió con este proceso, hasta dar lugar al bosque más grande de Francia y uno de los más grandes de Europa.
Cuenta con 900.000 hectáreas y claro, si la naturaleza es su mayor atributo, los deportes al aire libre son su máximo atractivo. Se ven señalizados muchísimos senderos para andar en bici, en los paseos de las playas hay buenas zonas para correr y se practica el surf, el kite surf, el pádel surf y otras variantes en sus playas. Hay una zona específica, señalizada y vigilada para ello.
La siguiente parada fue Biscarrose Plage, localidad costera con mucho ambiente e ideal para pasear por ella, tomarse algo y ver el atardecer en la playa. Así lo hicimos, decidiendo quedarnos a la mañana siguiente también, pues finalmente mi compañero hizo kitesurf en las mejores condiciones.
Hicimos noche en un parking que hay al final del pueblo, en una pequeña zona de bosque. Los vehículos que miden más de 1,90 pagan por estacionar, pues son normalmente autocaravanas y les quieren cobran por dormir allí. Nosotros pasamos como coche, pues la furgoneta no llega a esa medida, y no pagamos. Tuvimos suerte. El aparcamiento tiene un acceso a la playa y enlaza con varios caminos para dar un paseo o andar en bicicleta.
A la mañana siguiente practicamos deporte en la playa –yo salí a correr por el pueblo y la playa, una gozada- pero nos sorprendió la lluvia y emprendimos ya el camino hacia la Bretaña, más calentitos en el coche. De camino a Rochefort en Terre, nuestra primera parada bretona, paramos en la Dune du Pilat, la duna más grande de Europa y un lugar donde bosque, arena al estilo desierto y mar se unen para ofrecer un paisaje único.
Aunque solo estuvimos unos minutos, nos quedamos tocados por aquel paisaje, donde parecía no haber horizonte y apenas vislumbrabas el mar. Si os interesa quedaros en esta zona está llena de campings. A mí me llamó la atención el Camping Pyla, con acceso a la playa.
Pasamos cuatro horas largas en carretera y se hizo algo largo el camino. En Rochefort nos quedamos en Au Gré des Vents (18 euros sin electricidad), para estar limpitos y preparados para conocer uno de esos pueblos que te quedan grabados para siempre.