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Cada vez nos gustan más los viajes de montaña. Llegar a una zona montañosa, hacernos con ella, caminar fuerte durante el día y hacerlo de forma relajada en sus pueblos cuando hay menos tiempo. Por eso, recientemente, cogimos dos días de vacaciones y pusimos rumbo al Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Dado que en su conjunto era difícil de abarcar en tan poco tiempo (disponíamos de 4 días), nos centramos en la entrada este del parque, la de Spot; y ahora os daré cuenta por ello, de qué ver en esta parte del Pirineo Catalán, que os adelanto, merece la pena. 

La llegada al Parque Nacional de Aigüestortes

Elegimos este destino mirando aquellos parques nacionales que nos faltaban y porque después de conocer el Pirineo Aragonés hace años y enamorarnos rápidamente, sabíamos que era difícil que este lugar nos decepcionara. Aunque desde Madrid son cerca de seis horas y media, el tiempo nos cundió. Llegamos el jueves por la tarde, y ese día nos dedicamos a explorar un poco la zona y recorrer el pequeño pueblo donde nos alojamos, Escaló. Fue toda una sorpresa porque además de bonito, el pueblo tenía cierto encanto histórico. Lo más reseñable es la conocida como ‘Vila Closa d’Escalo`o `villa cerrada de Escaló`, que se trata del conjunto de casas, pórticos, puertas y muralla donde se encuentra el casco antiguo de esta pequeña población de origen medieval. Todo de piedra, alegrado con flores, y sumamente cuidado.

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En este primer contacto ya quisimos hacer una ruta corta que parte de Escaló hasta el Monasterio de Sant Pere del Burgal, en pleno monte, pero algo cansados y con el miedo de que llegara la oscuridad, preferimos hacer tan solo una parte y dedicarnos tan solo a contemplar el paisaje, una antesala de lo que veríamos al día siguiente.

La ruta más conocida de la entrada occidental: llegar al Refugio d`Amitges (parte 1)

Para explorar el parque desde la entrada occidental hay una ruta que prevalece sobre el resto por fama (y yo siempre digo, que la fama es por algo) y por cantidad de imágenes bonitas para la vista: aquella que va desde el parking de Prat de Pierró hasta el Refugio d`Amitges. Solo tiene un problema: es larga (unos 16 kilómetros en total) y para no experimentados o preparados, medianamente dura (en algunas zonas es algo pendiente). 

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Por eso, nosotros, que ni madrugamos demasiado ni estábamos al 100% (servidora estaba embarazada de casi cinco meses y aún tenía náuseas molestando), decidimos separarla en dos partes. El punto final del primer día fue el precioso Lago de Ratera. Esta partición es sencilla de hacer porque se disponen de taxis 4×4 que te llevan al punto que desees de la ruta, por lo que facilita comenzar al día siguiente en un punto intermedio.

La llegada al Estany de Sant Maurici

La primera parte de esta ruta si decides ir en un primer momento con vehículo propio es una maravilla. He leído muchos blogs que recomiendan comenzar desde el Estany de Sant Maurici, quizás porque encuentren mayor encanto a los paisajes de alta montaña, pero yo personalmente me alegro mucho de no haberles hecho caso.

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Comenzando desde el parking de Prat de Pierró, pronto comenzamos a descubrir la compañía que a partir de entonces encontraremos de forma espontánea durante el camino: el discurrir del agua del río Escrita, que bien en corrientes de agua improvisadas; bien en zonas de río o cascadas. También alternamos zonas boscosas de grandes árboles con otras más llanas plagadas de colores otoñales y vacas pastando. Si lo que buscas es caminar con bonitos paisajes al fondo, para mí este tramo merece mucho la pena.

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A unos cuatro kilómetros, encontramos el primer punto importante del sendero: el Estany de Sant Maurici. De ciertas dimensiones, al principio resulta algo frío, pero las mejores perspectivas se obtienen rodeándolo y caminando, ahora sí, montaña arriba. En ese momento, comenzamos a fijarnos un poco más en los conocidos picos de Els Encantats. Su elevada altura, de más de 2.700 metros, los yergue sobre la montaña de una forma espectacular. De hecho, no falta la leyenda detrás de estos míticos salientes, en la que se asegura que son la petrificación de dos cazadores que se burlaron de la tradición local de peregrinar a la Ermita de San Maurici. Poca broma.

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La cascada de Ratera, otra parada imprescindible

El camino, ahora algo más pedregoso y pendiente, nos adentra en una zona mucho más rocosa, desde donde sale a borbotones el agua en la conocida también Cascada de Ratera. Aquí hacemos un alto en el camino para comer. Y quizás la corta parada no nos sirva del todo para reponer fuerzas, que comienzan sobre todo en mi caso a flojear. Desde este punto hasta el lago de Ratera paro varias veces, ya que se trata de ascender por grandes pedruscos y decidimos poner fin a la ruta (¡debemos también volver!) en el mencionado lago, donde los colores otoñales y su preciosa estampa hacen que nos sintamos genial por el trayecto hecho. Al día siguiente aún tenemos oportunidad para seguir conociendo la zona.

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No obstante, la bajada también mereció la pena. La hicimos por la pista forestal y aunque a priori parece una opción menos atractiva, aún pudimos disfrutar de panorámicas que nos ofrecía este punto que nos encantaron. De hecho, algunas de las mejores fotos de Estany de Sant Maurici eran desde este tramo.

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La ruta más conocida de la entrada occidental: llegar al Refugio d`Amitges (parte 2)

Para el segundo día, como adelantamos, quisimos continuar la ruta principal y para ello, cogimos uno de los 4×4 que parten de Spot y te llevan a los puntos clave del recorrido. Así, comenzamos en este día en el Estany de Ratera. De aquí al Refugio d`Amitges, subimos por la pista forestal, que no por llana fue especialmente sencilla. La pendiente era algo dura y por mi situación física, tuve la necesidad de parar en más de una ocasión. Pero poco a poco llegamos al objetivo y mereció mucho la pena porque desde este tramo se obtienen preciosas vistas del entorno. También existe la posibilidad de ver marmotas en esta altura. La clave es ir en silencio y afinar la vista. Pero no tuvimos suerte.

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Estany de les Obagues de Ratera de camino

En el refugio hicimos una primera parada para reponer y decidimos continuar un poco más hacia les Obagues de Ratera. Al fin y al cabo y a pesar de la dureza del comienzo de la ruta, estábamos estrenando la mañana. El camino que va hacia este gran estanque de agua es muy chulo y pronto ya se atisba el agua. 

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Lo que me resultó algo más duro fue la bajada por esta zona, ya que en lugar de ser llana, volvía a presentar grandes piedras en el camino. Pero también viene bien cambiar de ruta y contemplar nuevos horizontes. De hecho, al final, nos perdimos un poco, pero supimos llegar de vuelta al Estany de Ratera superando algunas zonas de campo sin rodar. En este momento, podríamos haber tomado de nuevo un camino hasta el mirador del Estany de Sant Maurici, pero las fuerzas aflojaban y no estaba entre nuestros “imprescindibles”. Volvimos a bajar por la pista forestal ya hasta el lago principal, donde teníamos la vuelta en 4×4. Este día anduvimos menos, pero anduvimos; y nuestra vista y alma estaban alimentados de aire puro y preciosos paisajes, que era a lo que veníamos.

Domingo de vuelta y parada en algunos pueblos de la zona (Esterri, Salardú y Arties)

Para el domingo, ya no teníamos planteada ninguna ruta, ya que no queríamos salir tarde para Madrid. Lo que hicimos fue visitar algunos pueblos de la zona y nos gustó mucho nuestra decisión, ya que nos parecieron muy chulos. La primera parada fue Esterri d’Àneu, una recomendación del chico que llevaba nuestro hotel, quién nos informó que había feria de ganado (y mercadillo) esos días. Aunque el evento no era nada del otro mundo, cuando nos adentramos en el pueblo, nos encantó. Es pequeño, pero coqueto y encantador en la zona del río. De hecho, tiene diferentes sendas que parten desde el mismo pueblo; y que no catamos por falta de tiempo.

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Después quisimos también hacer un salto en el camino en la estación de esquí de Baqueira, en el tiempo en que fuimos inactiva y acondicionada para diferentes rutas. Solo paseamos un poco y disfrutamos del entorno, ya que tampoco parecía sencillo acceder quizás a vistas de ensueño en poco tiempo, que para nosotros escaseaba.

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En lugar de explorar más la zona, quisimos avanzar y paramos en Salardú, otra pequeña población con bonito entorno y calles cuidadas. Si no tienes mucho tiempo, quizás es prescindible pero nosotros disfrutamos del ratito que vagamos por sus calles.

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Enamorados de Arties

Por último, hicimos parada en el pueblo que nos resultó más bonito de aquellos en los que paramos por la zona: Arties. De arquitectura alpina, con flores y decoración para dejarlo precioso y ambiente del que da cuenta incluso cuando pasas por la carretera; este pueblo es tan bonito como atractivo. Sus calles y viviendas empedradas te encantarán y profundizando un poco en su núcleo urbano, te darás cuenta que el entorno es realmente encantador. Sin duda un pueblo al que me gustaría volver y poder disfrutarlo con total calma.

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Datos prácticos

Dónde dormir: nosotros elegimos el Hotel Castellarnau y nos encantó. Está muy bien ubicado (en Escaló, pero cerca del parque nacional), el servicio es muy atento y te da recomendaciones, el restaurante y desayuno son buenos, las habitaciones son cómodas y modernas (la única pega quizás que no son muy amplias) y tiene unas instalaciones muy cuidadas, en plena naturaleza y completas (tiene gimnasio, spa y piscina exterior). Para rematar, la calidad-precio está muy equilibrada y sin duda, repetiríamos.

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Dónde comer: quizás no exploramos las opciones en exceso o no mostramos mucho interés por esta faceta del viaje, así que no elegimos especialmente bien. Quizás os recomendaría solo el hotel donde los alojamos, el Hotel Castellarnau, donde hay un menú cerrado (con varias opciones, pero sin posibilidad de elegir por carta), con comida casera y tradicional y buen precio (14 euros). Otros días cenamos en Sort (esta población no me gustó mucho, si bien tiene cierto ambiente) y en Arties, pero en lugares realmente normales.

por Irene

Periodista desde 2008. Inquieta y curiosa de toda la vida. Abierta a todos los planes; ¡no hay destino que no merezca la pena!

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