Hay ciudades que aunque no son especialmente bonitas, tienen mucho encanto por cómo están cuidadas, su ambiente o personalidad. Bilbao me parece una de ellas. Es interesante, tiene unos bares y unos servicios top, un museo que es una obra de arte en sí mismo y un carácter especial, basado en unas raíces bien ancladas y una cultura fuerte. Hoy nos vamos por un fin de semana a Bilbao; para que al menos os quedéis con lo imprescindible.
Como en otras ciudades, os recomiendo pasear para conocerla bien y poder así, haceros a sus calles y descubrir por vosotros mismos su esencia. Para ello, no dejéis de visitar la zona del nuevo San Mamés, quizás el estadio más impresionante donde haya estado, y entrar alguno de sus bares; pasead por la zona del río y asombraros con el exterior del Guggenheim; entrad al museo, pues es una maravilla; continuad por la Gran Vía, admirando los edificios y sus balcones de muchas calles; y llegad por último al casco antiguo, dominado por las siete calles, capitaneado por la catedral y sus principales plazas; y acabad el recorrido en el puente e iglesia de San Antón, insignias de la ciudad.
Disfruta de la vida de Bilbao: ver al Athletic e irte de pintxos
Bilbao es una ciudad de esas donde más allá de ver monumentos, lo ideal es que te dijera llevar por la vida que allí se practica. Así lo hice yo en mi última escapada. Vimos al Athletic Club de Bilbao, algo más que un equipo de fútbol en la ciudad, y nos dejamos llevar por sus bares y su ambiente al irnos de pintxos.
Al campo se llega bien desde el centro y si vas a ver un partido, te recomiendo que vayas a la zona con tiempo. Incluso si no vas al campo, merece irte de pintxos antes del evento en la zona, ya que está llena de ambiente. En los bares las camareras llevan la camiseta del Athletic y la defensa común de su equipo une a los bilbaínos como si en todos los bares se estuvieran tomando algo todos juntos.
Yo elegí el bar MIO para tomar algo y probar varios de sus pintxos, pero hay cientos, todos muy bien cuidados y con una pintaza buenísima. Por la noche, también practicamos el arte del pinxteo en el centro y nos gustaron todos aquellos locales que probamos, como el Luciano Berri o el Saibigain. De nuevo, las opciones son tantas y tiene todas tan buena pinta que podrás entrar sin conocer y acertar.
El Guggenheim, imprescindible
Visitar el Guggenheim es uno de los deberes obligatorios que debes hacer en Bilbao, también si tienes un fin de semana. Aunque la entrada es de 17 euros, merece la pena, ya que las instalaciones y el arte que ofrece, es de lo mejorcito que podrás ver en toda Europa. Yo entré hace años y tengo muy buen recuerdo.
Pero también te recomiendo perder tu tiempo en su exterior, ya que la súper obra de Frank Gehry es también una de esas maravillas que si observamos debemos sentir el privilegio de observar. Yo lo rodeé, buscando una buena foto, admirando los materiales y las formas y disfrutando de un ambiente maravilloso en el verde y cuidado paseo, así como las geniales vistas que hay en la zona.
También os recomiendo cruzar el puente que hay al lado, admirar un precioso graffiti de dos mujeres que hay otro lado y admirar la obra arquitectónica desde la distancia. ¡Es una maravilla!
Paseando por la casco antiguo
Quizás la parte con más encanto del Bilbao es el casco viejo, calles estrechas y empedradas que cobijan bares y restaurantes con mucho estilo y personalidad. No faltan las banderas nacionalistas o del Athletic que te recuerdan el arraigo cultural que hay en esta ciudad y en esta tierra.
En la plaza de la catedral, nos encontramos un grupo de gente haciendo un baile tradicional que nos atrapa y que disfrutamos en silencio. Intuyo también que hay una movida cultural bastante fuerte porque en los bares donde vamos hay bastantes carteles que anuncian conciertos, obras de teatro y otros eventos.
Recorremos los puntos importantes del casco antiguo, visitando las Plaza Nueva y la de Unamuno, llenas de ambiente porque la temperatura acompaña. En un momento dado llegamos a subir más de la cuenta, perdiéndonos por calles desconocidas y mucho más humildes pero que nos encantan. No conseguimos grandes vistas, pero llegamos a un ascensor -hay más de 36 en una ciudad con zonas de severa inclinación- que nos parece un gran invento y nos da una idea de cómo se vertebra la ciudad. Y al final, volvemos de nuevo al casco antiguo para acabar la noche.
La iglesia y puente de San Antón, esencia de la ciudad
Para lugares que representen a Bilbao, ahí están la iglesia y puente de San Antón que están situados al extremo del centro más antiguo. Aunque por edad, ellos ganan. El puente, si bien no la versión actual ya que ha tenido que ser reconstruido por varias causas, es anterior a la ciudad. Estaba allí cuando se firmó la carta de creación de la ciudad de Bilbao. Era un lugar vital para el comercio, uniendo los territorios de la zona con Castilla.
Por su parte, en la iglesia hubo una lonja, después una fortaleza y el monumento sufrió también varias reconstrucciones. Con todo ello, ahora luce entera y preciosa. Y la zona, a un lado y otro del río, es una maravilla.
El último día recorrimos el barrio que queda más alejado del centro y nos pareció una zona muy chula. Llena de graffiti, bares de nuevo con fuerte personalidad y espacios como el horno minero del barrio, reconvertido en plaza para descanso de los vecinos, completó una visita a la ciudad más conocida. Bilbao nos gustó por el lado más turístico, pero también por el lado del Bilbao del día a día.
El mirador de Artxanda, vista única de la ciudad
Si tenéis la suerte de que el tiempo os acompañe, os recomiendo un mirador que os permitirá ver a Bilbao desde la distancia y tener una genial panorámica. Nosotros tuvimos suerte y el sol, el cielo despejado y el verde del norte, nos regalaron una de las imágenes más chulas del fin de semana. El cartel de Bilbao, con el color oficial de la ciudad por bandera, es un lugar ideal para llevarte el último recuerdo de la ciudad.
Aunque el mejor recuerdo es volver y disfrutar de nuevo por sus calles, sus bares y su saber vivir. Hasta pronto, Bilbao.
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