Si volviera a París, tengo claro que repetiría varias visitas que me gustaron mucho y que no me gustaría que se quedaran en anecdóticas. Volvería a pasear por las orillas del Sena –si hiciera buen tiempo, hacer incluso un picnic-, ver la Torre Eiffel por la noche -¡qué bonita iluminada!- y tomarme un mojito al barrio de Beauville. Pero en esta segunda ocasión en la que me encontrara con la ciudad de la luz entraría sin duda a alguno de sus museos, iría a más jardines o parques, visitaría algún cementerio, me daría un paseo por la ciudad en bicicleta y visitaría otros barrios, como Butte aux Cailles.
En definitiva, volvería a intentar mezclar de nuevo lo más turístico con lo más diferente de la ciudad y sobre todo, seguiría disfrutando de ese ambiente que la hace especial: intentando mezclarme con su gente, tirarme a la carretera con el semáforo en rojo, beber vino, comer ostras, tomar café y leeré el periódico y patear las calles como si fuera la última oportunidad de conocerla.
Para comenzar, en una segunda visita se puede explorar mejor la gran riqueza cultural de la ciudad. Incluso aunque en la primera visita entraras a un museo, París tiene mucho que ofrecer en este sentido. Habría que decidir entre el Louvre, Pompidou, d’Orsay o l’Orangerie, de los que yo me inclinaría seguramente por alguno de los dos últimos, que albergan una importante colección de pintores impresionistas, mis favoritos-. No obstante, para que tengáis algo de información para elegir: el primero es el más importante, y el segundo, de arte moderno.
En segundo lugar, aunque conocí el Jardín de las Tullerías, me quedó acercarme a un París más verde, a sus parques y jardines. Finalmente no fuimos a los jardines de Luxemburgo aunque estaban en el planning; allí están el Senado y hay un bonito palacio. Además, en cuanto a los parques, me gustaría visitar Bois de Boulogne, pues tengo un leve recuerdo de cuando era pequeña y dicen que merece mucho la pena. Otra opción es visitar el Jardin des Plantes, que hace las veces de jardín botánico.
Una actividad que enlaza bien con la anterior y que además puede dar una visión sosegada de una ciudad que parece pasar muy rápida ante la vista es: recorrerla en bicicleta. Con un primer conocimiento de la ciudad, coger este medio de transporte e ir de un lado a otro de la ciudad debe ser del todo placentero. Para alquilar bicis en París y disfrutar de esta actividad sigue este enlace: París en bicicleta.
Una espinita que me quedó (pues fuimos a Père-Lachaise pero estaba cerrado) fue conocer algún cementerio de París. La próxima vez iré seguro, pues en ellos se encuentran enterradas celebridades reconocidas mundialmente cuyas tumbas son verdaderas joyas y porque me parecen lugares muy interesantes. Las opciones son el de Père-Lachaise o el Cementerio de Montparnasse. El primero se encuentra en la parada de metro homónima, cerca de Bastille, y alberga las tumbas de personajes tan reconocidos Oscar Wilde o Jim Morrison, los más famosos pero también: Balzac, Augusto Comte, Marcel Camus y Amedeo Modigliani. La otra opción, Montparnasse, tiene un carácter más literario y entre las tumbas más conocidas están las de Sartre, Beauvoir, César Vallejo, Samuel Beckett y Julio Cortázar.
Por último, me gustaría visitar un barrio del que tengo referencias como “el barrio bohemio de París”. Se trata de Butte aux Cailles, que en origen estaba poblado por gente de origen humilde pero que en los últimos tiempos se ha llenado de artistas, jóvenes inquietos y bohemios de toda la vida. Dicen que lo mejor es pasearlo, con sus calles empedradas y establecimientos cuidados al detalle, al más puro estilo francés.
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