La aventura de viajar en furgoneta es emocionante. Es un tipo de turismo más real, más libre en cuanto a planificación y más barato, pero también hay que tener en cuenta sus contrapartidas: conlleva más esfuerzo, es menos cómodo que un hotel y hay que estar pendiente del vehículo. Por eso para disfrutar de este tipo de viajes, mejor saber de antemano unas cuantas cosas. Por si acaso.

Organización

Más claro imposible. No puede llegar el día antes y que no tengas las cosas pensadas, por mucho que lo hayas hecho así en otros viajes. Aquí tienes que estar pendiente sobre todo de cómo vais a dormir, cómo os vais a duchar y donde vais a meter las cosas –comida, ropa, colchones-. Y todo eso no puede hacerse en un día.

De no ser así puede que llegue el viaje y pasen los días, y comience a dolerte la espalda, las cosas vayan moviéndose en la parte trasera y haciendo ruido todo el rato –que llegará a molestarte- o que la ropa se ensuicie por no meterla en algún cajón de plástico que la aísle.

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El pudor se queda en casa

Debes tener claro que no estarás en un hotel y que si tienes ducha en la furgoneta, en ocasiones deberás lavarte al aire libre. Y en los campings, compartiendo duchas con más gente. Hacer las necesidades por la noche, levantarte en mitad de un lugar público con el pijama o lavarte los dientes en un baño público son otros ejemplos.

No se puede dormir en cualquier sitio

No les voy a engañar, yo he dormido en muchos lugares donde quizás no se pudiera pernoctar, pues a nivel legal, los espacios están regulados. Uno se expone a que la policía llegue en mitad de la noche (me pasó una vez, pero hicieron la vista gorda) o a que le puedan poner una multa.

En España, esta competencia está derivada a las comunidades autónomas, que en muchos casos trasladan al municipio las normas sobre este tema. Si la noche te pilla en la autopista, puedes dormir en una estación de servicio, pero no siempre es así. Además, en España, hay poca cultura de este tipo de viajes porque en otros lugares, como Francia, hay espacios dedicados a este tipo de vehículos, con baños, agua y puntos de luz, además de muchos “compañeros” en la misma situación. Eso sí, tienen un precio, alrededor de 7 euros la noche.

furgo

 ¡Hay que cocinar!

Parece que en las vacaciones nos olvidamos también de preparar la comida, pero al final tampoco gusta entrar a un restaurante porque sí. Aunque parezca terrible al principio tener que hacer la comida, por el tipo de turismo que estamos practicando, es un gusto cocinar, comer, reponer fuerzas. No obstante, como consejo, por si no tenemos un súper a mano, lo ideal es llevar muchas latas desde casa y tener siempre reservas. Además, los primeros días puedes llevar comida hecha, que te ofrecerá un respiro para comenzar.

El quebradero de cabeza con el hielo

Nosotros el único problema no esperado que encontramos en nuestro recorrido fue que en parte de Francia e Italia no vendían hielo. Al principio nos negábamos a la evidencia e intentamos preguntar en súpers y gasolineras, pero al final logramos entendernos con un señor que nos contó que allí no vendían. Como solución, hacíamos comidas del día, para no tener que conservar nada frío. La leche, que era el mayor problema, duraba unos días y luego la tirábamos.

Aunque parezca que siempre surgen problemas, siempre se encuentran soluciones. ¡Y es un placer viajar en furgoneta!

por Irene

Periodista desde 2008. Inquieta y curiosa de toda la vida. Abierta a todos los planes; ¡no hay destino que no merezca la pena!

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