Ibiza es calas. Ibiza es pasado hippie. Ibiza es fiesta. Ibiza es tranquila. Ibiza es salvaje. Ibiza es naturaleza. Ibiza es atardeceres. Ibiza es una isla. Ibiza es aguas cristalinas. Ibiza es libertad. Ibiza es discotecas. Ibiza es belleza. Podríamos que Ibiza es lo que tú quieres que sea. Es la isla de las mil caras. Al menos, eso me pareció a mí, que viajaba, como muchos otros, con algún prejuicio sobre este sorprendente destino.
Descubrí que Ibiza es uno de los destinos más espectaculares y completos que uno puede encontrar en España. Sobre todo, por contar con preciosas playas donde poder disfrutar de aguas cristalinas y geniales fondos marinos, pero también porque estas no cuentan con escenarios plagados de construcción y sí con un genial paisaje de fondo.
Entre ellas, recomiendo Cala Comte, la playa de las Salinas o Cala Salada (en esta, lo mejor es ir a su hermana pequeña –al alcance por un sendero a pie o a nado- que se llama Saladeta), pero hay muchas y de gran calidad. Personalmente me gustó mucho el paisaje rocoso de la isla y sus arenales, pues ello embellecía el entorno y te permitía subirte a alguna roca y contemplar todo de otra manera. Hay algunas calas de piedra (aviso porque a mucha gente no le suelen gustar) e incluso de roca (normalmente grandes escalones), como Punta Galera, Cala Xarraca o Cala Atlantis. A mí me parecen encantadoras.
No puedo comparar este lugar con otras islas de Baleares (solo con Formentera, que la gana en playas, pero no en naturaleza), pero sí con otras del Mediterráneo. Ibiza no tiene nada que envidiar a las islas griegas y en mi opinión personal, las aventaja en el componente natural (a excepción de Santorini, con un paraje inigualable al ser una isla volcánica), dado que es menos llana, más agreste y cautiva por sus frondosa naturaleza. Por tanto, lo que más destacaría de esta isla es la genial combinación de naturaleza y playas de la que hace gala.
Hoy Ibiza es un destino turístico de primer orden por su fiesta, reclamo de cientos de jóvenes del mundo al contar con discotecas como Privilege, Space o Ushuaïa, pero mucha gente se equivoca al creer que Ibiza es solo esto. Además, este ambiente está concentrado en Playa d´en Bossa y San Antonio, por lo que si no es lo que buscas, debes evitarlo a toda costa.
Hay zonas más tranquilas, como Santa Eulalia o San Joan, donde podremos además de tomarnos algo porque estamos de vacaciones, disfrutar de un destino con todo tipo de atractivos. A saber:
El turista podrá disfrutar de mercadillos por toda la isla, atardeceres en la zona de San Antonio que serán idóneos para los más nostálgicos, amaneceres ideales para practicar yoga o rutas en la zona Norte donde poder disfrutar del medio. Recomiendo también visitar Formentera, pues en un corto viaje en barco podrá conocerse esta bella isla donde los arenales son una auténtica locura y donde quizás haya una mayor tranquilidad, pudiendo recorrerse en bicicleta y disfrutando de su todavía poco conocido nombre. Puedes echar un vistazo a las mejores playas de Formentera y barajar un viaje allí.
No podemos dejar de recordar la impronta hippie en Ibiza, pues en los años 60 jóvenes rebeldes de todas partes del mundo llegaron para vivir intensamente los valores de paz y libertad. De este pasado aún quedan restos, comunidades o familias que viven de forma más “salvaje” o natural.
En la foto situada en la parte derecha, podemos ver una caravana hippie, fotografía hecha en pleno bosque ibicenco de camino a Cala Mestella (zona de la costa de Santa Eulalia), donde un niño con largas rastas nos saludó alegremente. Otros ejemplos de una vida llevada a cabo lejos del estrés pueden verse en esta isla, que inspira libertad. En mi viaje, más de uno se planteó llamar por teléfono a su ciudad y avisar de que se quedaba en este recóndito paraje.
Quizás un ambiente más hippie que en otras zonas de la isla se viva en Ibiza capital. Yo al menos así lo sentí. Compuesta por bares y restaurantes con mucho encanto, la zona de la ciudad antigua – D’Alt Vila- es todo un lujo para los sentidos. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, cuenta con edificios medievales y nos acerca a las casas antiguas, rincones olvidados y restos del pasado.
Las murallas renacentistas son el monumento más preciado de Ibiza y dan forma a una ciudad que no sería lo mismo sin ellas. De hecho, la imagen de Ibiza desde extramuros está determinada por estas. En la urbe podremos ver también un montón de iglesias y parroquias, donde el máximo exponente es la catedral.
Personalmente me recordó mucho a las ciudades principales de islas griegas como Santorini o Paros, por sus irregulares vías llenas de encanto, el blanco como telón de fondo, establecimientos cuidados hasta el mínimo detalle y ambiente veraniego.
Pero no todo iba a ser perfecto. Solo le pongo un “pero” a esta isla y va dirigido a lo mejor que tiene: sus playas. Se trata de la gran cantidad de barcos que asoman en los arenales, como parte del entorno, enfeando y ensuciando una estampa única. A mí me recordaron mucho a esas casas apiladas a pie de playa que parecen pelearse para lograr un hueco en otras zonas bañadas por el mismo mar.