El otro día en un debate de LinkedIn planteaba si era necesario saber inglés para viajar. Un usuario me respondió que no, que no hacía falta saberlo; que si pagaba, un intermediario turístico/agencia de viajes me lo arreglaría todo. Y entonces caí en la cuenta que hay gente que viaja así. Desde mis inicios viajeros he preferido planear los trayectos por mi cuenta y buscar siempre la opción más barata posible; por eso, al principio me costó entender tanto esa posición.

Pero bueno, yo que soy muy tolerante, entiendo que lo vean de esta manera, aunque siga pensando que se pierden muchas cosas al encargar a alguien que les haga todo. Creo que hay cosas que no se pueden comprar. No se puede comprar una conversación con un local, ni la sensación de tener que sacarte «las castañas del fuego»; no se puede comprar una situación aventurera o cómica porque te has perdido en la ciudad; no se puede comprar la felicidad que supone el reconocer por primera vez un barrio y guiarte solo en una ciudad; en fin, no se puede comprar la emoción de dormir en una ciudad que no conoces y que al día siguiente te aventurarás a conocer a tu manera.

Sin duda, esto ha generado de nuevo otra de mis reflexiones viajeras. Así que os voy a contar por qué me gustan los viajes independientes y baratos.

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Hacer exactamente lo que me da la gana

Suena gamberro, libertario, definitivo y así es un viaje independiente. Puedes elegir dónde quieres ir y si bien hay gente que prefiere que le hagan las cosas, cuando te interesa realmente un lugar, el esfuerzo no es para tanto. Vamos, merece la pena. Merece la pena acabar el día y estar muerto de cansancio, de una especie de resaca que a mí me gusta llamar resaca de la vida.

Encuentro en los viajes una forma de liberación. ¿Cómo los veis vosotros?

Forzarme a preguntar

A mí especialmente, me gusta tener que preguntar a la gente por lugares a los que quiero ir o que me recomienden alguno nuevo. No hay nadie mejor para dirigirte por una ciudad que quién vive allí y lo lógico es que la gente sea agradable y te ayude. Si alguien es borde, por experiencia, suele ser porque no entiende tu idioma, así que solo te queda volver a intentarlo.

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Sentir la aventura

La aventura, romper los planes o sentir que estás haciendo algo diferente al resto de cosas de tu vida es lo que hace a los viajes tan divertidos. Hacerlos predefinidos significa como en el resto de productos de esta vida, sean homogéneos, iguales… y eso al final, aburre a cualquiera.

Poder viajar más a menudo

Aunque creo que hay que buscar un equilibrio entre lo que cuesta un viaje y lo que deseas hacer, hay una regla que considero básica. La fórmula básica del viajero es:

Viajes = ahorro – gasto

Así que cuanto más ahorremos y menos gastemos, más viajes tendremos. De toda la vida. Y en eso influye sobre todo, la prioridad que demos en nuestra vida a los viajes (en mi caso, por ejemplo, se sitúa por encima de comprar ropa o salir a cenar muy a menudo) y lo que gastemos cuando hagamos uno (la diferencia entre un viaje organizado y uno por libre puede ser grande).

No separarme demasiado de la realidad del país

Volviendo al tema de inicio, a veces es muy fácil viajar cuando nos lo dan todo hecho, pero no tanto cuando tenemos que ser nosotros quiénes hagamos todo de principio a fin. Una cosa tan fácil como elegir destino será una decisión que no será fácil de tomar, pues en muchos casos se puede presentar el miedo y la inseguridad. Por eso también me gustan los viajes independientes/baratos, porque nos sacan un poco de nuestra burbuja. Porque hacen las cosas reales.

No es raro pagar por un tour y encontrarnos un producto demasiado prefabricado y artificial. ¿No es al fin y al cabo viajar por libre algo mucho más natural?

por Irene

Periodista desde 2008. Inquieta y curiosa de toda la vida. Abierta a todos los planes; ¡no hay destino que no merezca la pena!

Un comentario en «Por qué me gustan los viajes independientes y baratos»
  1. La verdad que a la respuesta de viajar sin inglés pensaba que te espetarían que al final hasta sin saber el idioma uno se desenvuelve, pero lo del intermediario como dices cuesta imaginarlo para los que nos gusta viajar por libre.

    Creo que suficientemente cronometrados estamos en la vida, hora de comer, trabajar, estudiar, obligaciones personales, como para encima en un viaje ir con agenda, pero claro cada viajero es un mundo 🙂

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