playa2

RUTA: PR.AS-19: “Senda de los Bufones”

CONCEJO: Llanes

ORIENTACIÓN: de E a O

EXTENSIÓN: el recorrido mínimo directo Buelna-Vidiago, 5 km largos

DURACIÓN: 2 horas escasas (con visitas a Cobijeru, playa de Pendueles y bufones, el doble)

PERFIL: Fácil y cómodo (lo más duro, si se hace, es la subida al mirador-restaurante del acantilado campista). Bastante bien señalizado y continuo, sin pérdida.

PANORÁMICA: Interesante. Alterna los acantilados con las praderas más interiores, la playa con el bosque, con predominio de lo rural y presencia de vacuno y ovino pastando.

[ad]

ACCESO: en el oriente de Asturias, concejo de Llanes, a unos 15 km al este de la capital municipal, se encuentra el pueblo de Buelna, punto de salida de esta ruta. Se accede a él por la Autovía del Cantábrico, A8/E70, hoy todavía carretera nacional N-634 precisamente en este tramo Llanes-Unquera, que lleva más de veinte años en obras y retrasos continuos. Desde la carretera, que cruza el pueblo, se ve la iglesia de Buelna, a un paso, donde podemos comenzar la caminata.

SALIDA: iglesia de Santa María, de Buelna.

LLEGADA: Vidiago.

RECORRIDO: Cruzamos el pequeño y precioso núcleo de casas que rodea la iglesia de Buelna, donde dejamos el coche, buscando el mar, pasamos el puentecillo sobre la vía del tren y nos damos de frente con el acantilado. Pero, antes de continuar la senda hacia nuestra meta, al oeste, tomamos el camino a la derecha que lleva al espacio protegido de Cobijeru, visita obligada, con su original playa verde interior, sus grutas cársticas, su bufón marino, su derruido molino de mareas, su acantilado de formas caprichosas y su asombroso paisaje.

Volviendo sobre nuestros pasos, al llegar de nuevo al citado paso a nivel, alcanzamos tras una breve bajada de cemento la Playa de Buelna, coqueta y de arena fina, con sus rocas y su barandilla de madera. Aquí empieza la verdadera senda, un camino blanco y ancho de zahorra bien compactada por donde pueden circular los coches, aunque no son frecuentes. Todo él muy asequible, los tramos de subida serán escasos y muy cortos, y bastante similar en ambos sentidos. Inmediatamente después de la playa, hay una cala preciosa, muy pequeña, que solo se muestra con la marea baja. Un poco más adelante, si nos asomamos al acantilado, podemos contemplar la lucha feroz entre el mar y las rocas redondeadas que sobresalen como caprichosas y aisladas esculturas, como originales fuentes circulares de numerosos chorros.

playa1

El terreno es abierto, escasamente arbolado, con pradería a ambos lados del camino. Llegados al punto más alto, nos desviamos unos metros hasta el Mirador de la Atalaya, ventana abierta al mar en amplio panorama costero que incluye en primer plano el largo pedrero y el islote que se destacan a nuestros pies. Regresamos a la ruta, que ahora empieza a desviarse algo de la línea costera, y, entre prados, huertos y frutales, llegamos casi sin darnos cuenta a las inmediaciones de Pendueles, chocando contra una enorme finca cerrada por un alto muro de piedra que obliga al camino a virar hacia la izquierda. A la derecha se abre un sendero entre la hierba: es el ramal que lleva a la playa de esa localidad, la Playa de Castiellu, pedregosa y profunda cala escondida entre los acantilados que se hace piscina con la marea alta.

Volvemos al pueblo, seguimos la carretera local que lo cruza, pasando ante el Palacio de Santa Engracia, enorme casona blasonada, y antes de las últimas casas, nos desviamos a la derecha por una calle empinada que lleva de nuevo a la senda. Entre chalés y madreselvas, salimos de nuevo al campo abierto, interior y verde pero con el mar no muy lejano. Pronto empieza a cambiar el paisaje. A los prados salpicados de rocas, tan típicos de esta costa oriental asturiana, empieza a sustituirlos el sotobosque fluvial, túnel de sombra y humedad.

Tras bajar una fuerte pendiente escalonada, se pasa el puentecillo sobre el riachuelo que cruza la zona de camping, baja, amplia, llana, arbolada, de césped verde y fresco bajo las caprichosas formas de las paredes de roca caliza. Siguiendo el río, desembocamos con él en la Playa de Vidiago (Novales, Los Bretones), aunque para llegar a este pueblo aún quede un buen trecho. A la derecha, sobre el arenal, se abre la carretera del Camping de la Paz, que zigzaguea en fuerte pendiente, acantilado arriba, hasta las amplias terrazas paralelas que, ya en lo alto, albergan la zona de los remolques y las autocaravanas.

De ella salen unas escaleras peatonales en piedra, verticales y estrechas, bien protegidas por barandilla de madera, para los que prefieran subir a pie. Arriba, donde la cafetería hace de incomparable mirador marino, la altura y la vista impresionan. El camino de piedra se prolonga a ambos lados en diferentes ramales, con sus pequeños miradores, sus asientos y su imprescindible protección, que el precipicio se las trae.

playa3

Continuamos por la carretera local que da acceso rodado a la playa y que abandonamos a unos cien metros escasos, a la derecha, por una fuerte subida de cemento entre la arboleda. Aquí se junta nuestra senda (un tramo más de la Senda Norte E-9) con el Camino de Santiago, coincidentes durante algunos trozos del recorrido. Arriba, en seguida, salimos de nuevo a campo abierto, llano y algo interior, con praderías y huertas a ambos lados del camino. A la derecha, se presiente el mar cercano; al sur, se vislumbran las matas boscosas que envuelven la carretera general a Cantabria, donde se asientan los pequeños núcleos urbanos, con la silueta de la sierra al fondo. Pronto volvemos a recuperar la vía del tren, a nuestra izquierda, a punto de perderse dentro de un puente-túnel que da a la zona en obras de la inacabada autopista.

Seguimos en paralelo a ella y, al poco tiempo, nos damos de narices con el cementerio local, abierto, blanco, solitario. Al lado de la puerta, unas señales en madera rústica y colores informan del recorrido: a la derecha, dirección Llanes, la opción de visitar los bufones de Vidiago y Arenillas, próximos al vecino pueblo de Puertas de Vidiago. Si no, cogemos a la izquierda, cruzamos la zona de obras, luego la vía de nuevo por el paso a nivel sin barreras y por fin llegamos a destino: estamos en Vidiago, final de viaje.

VISITAS OPCIONALES: Llanes, turística y cultural; el conjunto neolítico del ídolo de Peña Tu, a un paso de Puertas de Vidiago, al pie de la carretera nacional.

por Santiago

Santi Somoza, de estirpe asturiana en la desembocadura del Eo, allí donde ástures y galaicos se dan la mano, aferrado siempre a su clan galego-forneiro, hipermétrope enjuto, jubiloso jubilado, maestro de nada y aprendiz de todo, pacífico y socarrón, descreído, escéptico, indignado, viajero letraherido y maratoniano corredor de fondo, ave nocturna y perpetrador de tangos, amigo de sus amigos, amante del buen vino y la poesía y, por encima de todo, de sus tres queridísimas mujeres.

Deja una respuesta

Los datos que los lectores proporcionen en este formulario serán tratados por Irene Somoza. La finalidad de la recogida y tratamiento de estos datos se produce tan solo para identificar a quién realiza el comentario. Podrás ejercer el derecho de rectificación y anulación de los presentes datos enviando un email a iresomoz@gmail.com, así como el derecho de presentar una reclamación. Más información en la política de privacidad de nuestro site.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies