No nos gusta dar malas noticias. Pero a veces no nos queda otra. Son necesarias para comprender una realidad que cada día es más negativa, al menos de momento. Lo es porque, cada vez más, empuja a más empresas a poner el cartel de cerrado. Un dato: Unos 1.500 alojamientos rurales han echado el cierre en lo que va de año, según datos del INE. Una razón: la demanda nacional ha descendido, concretamente un 15% en julio, por ejemplo, y el turismo extranjero lo que busca en España es mayoritariamente sol y playa, no turismo rural.
Aunque hay turismo extranjero, no es suficiente. Sin turistas, no hay salida. ¿Cómo subir los precios si no hay viajeros que gasten el dinero? No hay margen. Muchos cierran.
Por parte del sector, la solución pasa por la promoción del turismo rural. Se calcula que el 98% de las iniciativas de Turespaña van destinadas al turismo de sol y playa, y un 2% es poco margen para obtener rentabilidad de estas acciones.
Nadie sabe cuánto durará esta crisis económica. Nadie tiene claras las recetas para atajarla. Nadie conoce todas las caras de los perjuicios que se han generado. Pero lo que está claro es que no han sido pocos y que muchos leemos impotentes esta sangría. También en el turismo.