Que Francia es un país apasionante es un secreto a voces; de ahí que en 2012 (según los últimos datos publicados por Naciones Unidas) fuera el país más visitado del mundo. Este año tuve la suerte y el placer de volver a pasar una semana allí, concretamente en la Bretaña Francesa. Ya que empezamos dando datos, en esta zona (no exactamente en la Bretaña, pues ya pertenece a Normandía), se encuentra el segundo destino más turístico del país galo: Monte Saint-Michel. Pero eso no es todo. La Bretaña francesa tiene muchos otros atractivos que hacen de ella un destino ideal para unas vacaciones. Allá van.
Monte Saint-Michel
Este lugar es un atractivo en sí mismo y no puede pasarse por alto. Aunque es muy turístico, verlo es como contemplar un cuadro. Su especial ubicación (pues el monte resiste a las segundas mareas más grandes del mundo), junto con el peso histórico de la abadía que alberga, lo hacen lo que es: El rey turístico de la zona.
Pueblos a lo Asterix y Obelix
Parece que la Edad Media se congeló en muchos de los pueblos de la Bretaña francesa. Propios de una historia digna de Asterix y Obelix, Locronan, Rocherfort en Terre, Dinan o Josselin son ejemplos de lo que se conoce como “pueblos con encanto” o en Francia, “pequeñas ciudades con carácter”. No suelen ser muy grandes, así que será un gustazo pasearse en sus calles empedradas, admirar su belleza y comer un crepe. ¡Que no es poco!
Los mejillones, la cerveza bretona, los crepes
No solo de monumentos vive el turismo. Y seguramente, a la Bretaña francesa le faltaría algo si no se comiera tan bien. Recomiendo especialmente los crepes en todas sus versiones, los mejillones (¡hechos hasta de cuatro formas diferentes!, los recomiendo con crema) y la cerveza bretona, que aunque cuesta encontrarla está especialmente rica. Y, sobre todo, es muy diferente.
La costa … también rosa
Al ser una península, en esta zona de Francia hay también buenas vistas al mar, naturaleza y … playas. Además de la curiosa costa del granito rosa, con enormes formaciones y un paisaje único, el departamento más popular en este sentido es Finisterre. Os recomiendo Bénodet, una localidad no demasiado masificada y muy bonita, que además de unos arenales muy interesantes para el baño, cuenta con un paseo muy agradable para recorrer.
Eso sí, ¡que el tiempo os acompañe porque la niebla suele ser una constante compañera de viaje!
Las islas Glenán
Este archipiélago, que está a una hora en barco desde Bénodet, es un tesoro tanto turística como medioambientalmente (tiene especies animales propias del lugar como un tiburón que solo se alimenta de placton). Los recorridos son un poco caros (35 o 41 euros dependiendo del número de islas que vayas a ver), pero te llevan a una especie de Polinesia en territorio francés original, con aguas cristalinas y ambiente caribeño. La principal isla, San Nicolás, es tranquila y se puede recorrer fácilmente a pie por un agradable paseo. También tiene un bar para tomar algo y dejar que se acabe el día.