Aunque nuestro viaje a la Bretaña francesa tuvo lugar en septiembre, no nos resistimos a visitar las zonas de playa que aún podíamos disfrutar, aunque fuera solo para estar sentados en la arena, observando el mar. Tras varios días buscando playas para hacer kite surf, habitualmente más abiertas, grandes y con el agua revuelta, decidimos hacer una visita al típico pueblo de vacaciones (habitualmente con playas más pequeñas y tranquilas) –en este caso, Bénodet- y también un recorrido desde allí, concretamente a las Islas Glénan (de las que habíamos escuchado que eran como la Polinesia en pleno territorio francés).
Bénodet es una ciudad de vacaciones al estilo francés. Véase: pocos edificios en altura, poca masificación, paseos cuidados, mucho nivel económico y bonito paisaje. Compramos un billete para las Islas Glénan, que nos resultó bastante caro: 41 euros. Advierto de una cosa de la que creo que me di cuenta (aunque claro, no lo puedo asegurar). Cuando fui a pedir el trayecto más simple y barato (con parada solo en la isla principal), me ofrecieron el siguiente, que incluía un recorrido por las demás islas. Después de decidir aceptar, volví, me acerqué a otra chica en el mostrador y ¡qué casualidad!, me ofreció el siguiente más caro, que incluía un curso de submarinismo. Vamos, que yo creo que siempre te ofrecerán el billete más caro, por lo que es mejor que valores primero qué quieres y vayas con una decisión tomada.
Las tres opciones son: la que incluye solo la isla principal -San Nicolás-, un recorrido por todas las islas o un trayecto que incluye actividades como submarinismo. De la primera a la segunda no hay mucha diferencia, pues las islas son todas bastante iguales y las explicaciones de la guía turística son en inglés, por lo que o tienes un nivel alto o no te enteras de nada.
La verdad es que solo el hecho de subirme al barco para hacer esta visita ya me gustó: me encantan los barcos porque solo los utilizo cuando viajo y son para mí, sinónimo de islas que nunca borraré de mi memoria, como Santorini o Koh Phi Phi. En el trayecto por las islas te explican (fue de lo poco que me enteré) la gran diversidad animal y vegetal que existe en esta zona, con especies únicas como tiburones que no son peligrosos porque solo comen placton, además de otras curiosidades de su naturaleza.
Cuando se pisa tierra firme, en la isla de San Nicolás, el viajero conoce el verdadero encanto de las Islas Glenan: su gran parecido con el paraíso. Playas con arena blanca, aguas cristalinas propias del Mar Caribe y la libertad y calma de un lugar perdido en mitad del océano. Hay varias zonas de playa –que por el tiempo que hacía no probamos- y un paseo que rodea toda la isla, muy agradable. Pero poco más. Después de estar en la arena sin poder bañarte y hacer tiempo en el bar tomándote una cerveza, tienes la sensación de que el precio que has pagado por dos horas soñando con el Caribe es demasiado alto. Al fin y al cabo, el clima lo cambia todo.
Es viernes y el domingo queremos estar en Madrid, haciendo de nuevo una parada para hacer kitesurf –repitiendo el destino de la ida: Biscarrose Plage-. Así que hacemos la parte más grande del viaje ese día, durmiendo en la furgoneta en una estación de servicio. Cuando llegamos a la costa no hay viento, así que volvemos a disfrutar de una zona de playa muy animada y con buenos arenales.
No tenemos prisa, volvemos a pasar horas muertas en la playa.
Seguimos en carretera hasta San Juan de Luz, concretamente a la playa de la Erromardie, donde paramos también a la ida, pues sabemos que hay un restaurante a pie de costa al que le tenemos ganas. Cenemos allí, en el Bistró de San Juan de Luz y disfrutamos de un entrecot de ternera que nos sabe a gloria. Después decidimos acabar la noche de marcha y despedirnos en otro bar que nos llamó la atención en la ida: La Guinguette. Tomamos un mojito y observamos el espectáculo, pues deben ser las fiestas allí y la gente está especialmente animada.
Cuando nos vamos, nos damos cuenta de que están tirando fuegos artificiales. Una vez más, me gusta pensar que alguien está celebrando nuestra despedida. Todo tiene un final. Y al fin y al cabo es alegre porque han sido días muy felices.
Para conocer qué hicimos en días anteriores podéis leer acerca de nuestro paso por Las Landas, por algunos de los pueblos más bonitos de la Bretaña francesa u otros destinos costeros.