Ya anuncié en el pasado que hay muchas razones por las que amar desde el punto de vista viajero a Francia. Ciudades y pueblos bellos, cuidados, decorados al milímetro. En ocasiones decadentes; en otras sumamente elegantes. Rica gastronomía, castillos, también buenas playas… Hoy os daré ideas para lanzaros a conocer este interesante territorio entrando a él por el este o por el oeste, y quién sabe, quizás seguir mis pasos y enamoraros del lugar.
Conjugarlo con un viaje a La Costa Brava: Languedoc-Rosellón
Esta posibilidad es una de las más sencillas para recorrer el país vecino y es coger el coche (o hacer el tramo en transportes públicos varios) y llegar hasta la primera región francesa colindante con España: Languedoc-Rosellón. Para ello, podemos aprovechar también y hacer una parada en la Costa Brava, visitando Cadaqués (un precioso pueblo donde Dalí se inspiró tantas veces), Figueres (donde está la casa-museo del pintor) o el Cabo de Creus (el punto más oriental de la península).
Ya en Francia, el pueblo más conocido de la región Languedoc-Rosellón es Colliure y desde luego, os lo recomiendo muchísimo. De él recuerdo un ambiente marítimo súper agradable y actuaciones callejeras de música que me hacían asociar este país a las películas que tantas veces había visto. La sensibilidad francesa; siempre tan especial. Además, recorrimos su castillo y nos acercamos a su playa, aunque el tiempo no acompañó demasiado.
Para seguir con el mar cerca, podéis hacer también una parada en Gruissan, una pequeña y tranquila población de la zona que es también una de las mecas para los deportes de viento por sus condiciones.
No obstante, si sois más de pueblos, la mejor elección sin duda será Saint-Guilhem-le-Désert. Aunque tenéis que desviaros bastante hacia el interior y superar carreteras en peor estado, el viaje merecerá la pena. Al llegar, tendréis ya la impresión de haber hecho un periplo a la Edad Media. Completamente tallado en piedra, cada casa o monumento de este lugar es una reliquia. Además, los amantes de los road trip podrán hacer unos kilómetros por los alrededores y bañarse en alguno de los puntos del río Herault. ¡Una maravilla del país, por añadido!
Buscando playas y buen tiempo: Costa Azul
Un paso más allá sería conocer la provincia de Los Alpes-Costa Azul, donde se goza habitualmente de un mejor tiempo y destacan sus playas de aguas cristalinas. Eso sí: muchas de ellas son de piedra, por lo que si esto resulta un inconveniente, quizás tengas que replantearte si es tu destino ideal para las vacaciones.
No obstante, si eso no es un impedimento, la Costa Azul es un destino súper interesante, más allá de los arenales. Cannes, Niza o Antibes son algunas de las poblaciones que podrás recorrer y dejarte llevar por el ambientazo que tienen en verano. Sus plazas, mercados o en general, el casco antiguo, merecen mucho la pena. Si quieres saber más sobre la zona, te recomiendo un post sobre la Costa Azul en el que participan varios viajeros.
* Nota: tiempo después exploramos un poco mejor la zona del País Vasco francés y os recomendamos muchísimo hacer una parada tranquila en San Juan de Luz, Biarritz y sobre todo Bayona (¡qué ciudad más encantadora!), pero también otros pueblos que mezclan tradición y modernidad y hacen que nos hayamos enamorado un poco más de Francia.
Al lado Oeste: un recorrido por Las Landas
Otra opción muy recomendable, vayas en coche propio o transporte público, es acceder desde el norte de España (la frontera de País Vasco) y recorrer la región de Aquitania. Esta es totalmente playera, aunque también se pueden hacer excursiones a ciudades como Burdeos. En mi caso, nos dejamos llevar por la playa y la vida en la furgoneta y no nos aburrimos ni un momento. Es también este territorio de deportes de viento y las poblaciones de verano son muy tranquilas, prestándose a recorrerlas en bici o paseando.
Hossegor y Seignosse son más conocidas, pero nosotros nos decantamos por Biscarrose Plage. Con todo ello, el guión es el mismo: playas inmensas, de aguas bravas, bastante viento, ambiente veraniego y naturaleza infinita. Ideal para unos días de relax total.
La Bretaña francesa, un viaje de cuento
Bretaña es una región de cuento, compuesta por muchos pueblos de trazado medieval con una arquitectura muy propia y característica. Recorrerla es toda una delicia. Por eso, es imprescindible conocer pueblos como Rochefort en Terre, Josselin, Dinan o Locronan. Además, seguro que podemos aprovechar para conocer el Mont Saint Michel que aunque ya está en la región de Normandía, queda muy cerca. El encanto de este enclave, al capricho de las mareas, es irresistible, aunque está bastante masificado.
Pero la Bretaña no es solo eso, sino que además también tienes localidades más grandes con buenas playas, como Benodet; lugares de costa donde perderte entres playas salvajes (donde incluso uno no se debe bañar) como la bahía de Crozon y pequeños paraísos como las Islas Glénan. Desde luego, esta y las otras opciones son siempre una buena elección, ya que este país es realmente encantador.